Uno de esos sucesos era la tan llevada y traída revocación de mandato, que no era otra cosa que salir a votar para que los mexicanos decidiéramos si queríamos o no que López Obrador siguiera como presidente. Para este proceso, vimos en primera línea a los líderes de Morena, presidentes municipales y demás personajes políticos que aprovecharon su posición, para llenarse la boca, a más no poder de labia, con discursos en mítines, disfrazados y abiertos, con los cuales invitaban a la gente a votar porque el presidente siguiera en el cargo (a pesar de que se violaba la ley electoral) y el derroche de miles de millones de pesos para comprar conciencias y lonches, gorras y refrescos para convencer y llevar a los acarreados a votar, y para colmo de los males.
Vimos cómo los líderes de Morena hasta la hicieron de choferes en ese día electoral. ¿Qué sucedió en esa fecha de votación?, pues que los treinta millones de mexicanos que le dieron su voto a López Obrador en 2018, ya no acudieron a votar en su revocación de mandato, sino al contrario, la votación disminuyó a 15 millones de mexicanos que fueron a votar incluso amenazados con que les iba a quitar de los programas monetarios que da el Gobierno federal financiados, por cierto, con recursos públicos que no son del bolsillo del mandatario federa ni de Morena, sino que es dinero de todos los mexicanos.
Otros tantos, como ya se dijo arriba, les compraron la conciencia por unos cuantos pesos, el resultado fue que, a pesar de que esos 15 millones votaron por que se quedara el presidente, la fuerza y presencia del partido en el poder va disminuyendo de una manera drástica.
Luego vimos en la Cámara de Diputados federal como los legisladores votaron por el rechazo de la reforma eléctrica, y observamos también que se dieron hasta con el sartén; hubo jaloneos, descalificaciones y hasta compra de votos o el ofrecimiento de embajadas. ¿Cuál fue el resultado?, pues el balance de las fuerzas políticas en México cambió de manera drástica para los diputados y aliados del presidente, ya que los partidos de oposición lograron la cancelación de la reforma eléctrica del presidente.
Estos dos hechos no son aislados; reflejan el mal gobierno de López Obrador y de la 4T, entonces puede culpar a los partidos políticos de que 15 millones de mexicanos no salieran a votar en la revocación de mandato y mucho menos que no haya convencido su reforma eléctrica; más bien, los mexicanos que no salieron a votar en la revocación de mandato ya se les cayó la venda de los ojos y no están ya creyendo en los cantos de sirena del gobierno de la 4T.
A los mexicanos no se les olvida que falta que se rehabiliten las escuelas, que se construyan más escuelas, hospitales y los que hay, que se doten de lo necesario, no se les olvida que no hay guarderías, no se les olvida que suspendieron las escuelas de tiempo completo, las cuales servían para poder alimentarse y desarrollarse académicamente, deportiva y culturalmente a millones de niñas, niños y adolescentes, no se le olvida al pueblo que se desapareció el Fonden, no se le olvida que siguen sin agua potable, drenaje, electrificaciones, alumbrados públicos, pavimentaciones, entre otras cosas.
Se aproxima 2024, año en el que se va a elegir a un nuevo presidente de la república, por eso urge que el pueblo mexicano se termine de desencantar, se eduque políticamente y se organice como un solo hombre para que ahora sí se ponga un gobierno que sea salido del pueblo y para el pueblo.
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