De acuerdo a los investigadores del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales (CEMEES), -en la infografía contenida en su boletín semanal correspondiente al 17 de octubre del presente, que amablemente se le envía a este servidor desde el correo cemees.central@gmail.
Vea: Aunque la cantidad de pesos que los trabajadores recibimos hoy como salario sea mayor respecto a la de hace meses y años pasados, lo que podemos comprar con él disminuye en cantidad porque aumentan los precios de los productos que componen la llamada canasta básica, entendida como la cantidad de productos que la familia de un trabajador promedio requiere para mantenerse sin pasar hambre (para los fines de este breve exposición nos limitaremos a la esfera de las relaciones de precios de las mercancías, sin adentrarnos a sus relaciones de valor; agradezco el beneficio de su paciencia).
A ese nivel, pues, los datos de la realidad son claros. El estudio del CEMEES, que no son invenciones ni mala leche, nos muestra cómo ha bajado el salario real en este año. En enero nos subieron el salario mínimo 3 pesos con 80 centavos, pero el precio de la canasta básica aumentó 3 pesos con 50 centavos; así, haciendo los ajustes necesarios, nuestro salario real en enero aumentó… 22 centavos. En febrero y marzo aumentó 65 y 81 centavos—que la mera verdad ni para un dulce de a peso alcanzó—, pero en abril, mayo, junio y julio otra vez, como en otras épocas, la canasta básica aumentó más de lo que aumentó el salario nominal. En agosto por fin tuvimos un respiro de… ¡8 centavos! y el mes pasado le rompieron la jeta a millones de trabajadores mexicanos pues el salario real cayó 1 peso con 82 centavos.
El Cemees nos revive así una verdad que el conocimiento de las ciencias sociales ha desarrollado desde hace muchas décadas: la inflación diluye, una y otra vez a lo largo de la historia de la lucha de clases, los incrementos al salario y, en el caso que tratamos, al salario mínimo. Y la inflación es, como si dijéramos, la forma de respirar del capitalismo, y cada vez que siente que se ahoga porque no vende bien sus mercancías, “jala aire” y el único lugar de donde lo toma, de donde lo puede tomar, es de nosotros, los que generamos todas las riquezas que hay en este mundo: de los obreros, los trabajadores, los empleados, los campesinos humildes, los jornaleros, los profesionistas y los intelectuales honrados, etc.: en concreto, castigando el precio de nuestra fuerza de trabajo y no el de las mercancías que le ayudamos a crear. Es el mundo ideal del capitalismo donde la ganancia gana, si se me permite la expresión, y el salario siempre pierde.
Y eso que sólo estamos hablando de la canasta básica, no de los incrementos a las medicinas ni a gastos médicos, al precio del transporte ni al combustible, ni otros, solo nos referimos a la canasta básica. No, a esas otras agresiones a las clases trabajadoras no me refiero.
Así que allí tienen ustedes pruebas claras de que los trabajadores mexicanos no hemos tenido ni tenemos una mejora real de nuestras condiciones de vida en este gobierno federal. La 4T fue una engañosa ilusión y los datos del Cemees les demuestran a los trabajadores que contra todos los miles de discursos que llevamos en estos tres años, los gobiernos de Morena han dejado intacto el injusto sistema de producción y distribución de la riqueza que nos ahorca con un pie en el cuello desde hace siglos. Morena nunca quiso en realidad defendernos, es un partido ajeno a nuestros intereses, representa a otra clase social, no a los humildes de México.
La estadística del Cemees también nos obliga a meditar en otro aspecto de nuestra lucha: si nos limitáramos sólo a dar luchas económicas, relativas a condiciones de trabajo, salariales o a aspectos básicos de nuestra existencia, como el agua potable, la electricidad o diferentes rubros de la urbanización, y a ese nivel la dejáramos, nos expondríamos a perpetuar el grave peligro de que la respiración jadeante de la bestia capitalista nos arruine tarde o temprano todos los éxitos temporales, como de hecho lo hace, según hemos probado líneas atrás. Por eso, sin dejar de resistir, sin dejar de dar la lucha por nuestra sobrevivencia diaria, tenemos que garantizarnos una transformación política profunda que solo nosotros mismos podremos darnos.
Tenemos que impedir que la vorágine gigantesca y confusa del practicismo de la lucha económica nos devore, tenemos que superarla y elevar nuestra lucha a un nivel superior que integre armónicamente la lucha económica, no que la mutile, pero tampoco que le permita que su espontaneísmo nos domine. Armados con esta conciencia superior, tenemos que organizarnos para tomar el poder de nuestra nación, cambiar de clase social en el poder. Sólo así, gobernando nosotros mismos, los humildes, los trabajadores, tal y como lo permite todavía nuestro sistema constitucional, sin violencia y en el más puro espíritu de civilidad responsable, podremos poner en práctica reformas económicas sabias y científicas que lleven a nuestra patria por una senda de progreso, justicia social verdadera y desarrollo para todos. Nosotros tenemos una propuesta cuya racionalidad podrá usted comprobar si visita www.
Nadie más hará por nosotros lo que decidamos hacer con nuestras propias fuerzas. Hay que despertar, hay que organizarse, hay que estudiar nuestra realidad y hay que luchar, pronto, ya, antes de que ese monstruo de la ganancia a como dé lugar termine por destruir nuestro planeta.
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