Después del golpe de la extrema derecha y del imperialismo al modelo democrático propuesto por Allende, vinieron los modelos de lucha guerrillera, emulando los esfuerzos del Che. Avances importantes se alcanzaron en Nicaragua con el triunfo de la revolución sandinista, que gobernó desde 1979 a 1990 mediante el Frente Sandinista para la Liberación Nacional, FSLN; sin embargo, Estados Unidos formó y apoyó la “contra revolución nicaragüense” que ayudó a Violeta Barrios de Chamorro a ganar las elecciones en 1990.
Violeta Chamorro, viuda de uno de los líderes sandinistas, con el popular argumento de que ella acabaría con la guerra y ya no haría obligatorio el servicio militar, la gente compró el argumento y le dio la espalda a la revolución progresista. Después de 16 años fuera del poder, por la vía electoral regresa el sandinismo al poder y entra en una nueva etapa de trabajo y de desarrollo, con el freno norteamericano convertido en sanciones; sin embargo, Nicaragua avanza. ¿Cómo se explica la derrota del sandinismo? Igualmente, por la falta de construcción de un partido leninista que educara al pueblo, pues el frente era eso, un frente y no un partido leninista.
La caída del socialismo en la Unión Soviética parece haber llevado a los movimientos de izquierda a la conclusión de que el marxismo leninismo estaba derrotado, así que optaron por pelear el poder por la vía democrática y así instrumentar vías hacia sociedades progresistas, de apoyo a las mayorías, pero la realidad ha demostrado lo equivocados que estaban, pues alejados del marxismo leninismo han consumado sus derrotas y han dado paso a la derecha. Los siguientes casos son ilustrativos:
El caso de Brasil con Lula, del Partido del Trabajo de Brasil, triunfó en las elecciones en 2003 y fue presidente hasta 2010. Al término, dio pie al triunfo de Dilma Rousseff; sin embargo, la derecha provocó su enjuiciamiento, luego su destitución, “Ocho meses y 17 días después de su inicio, el proceso de impeachment contra Dilma Rousseff llegó este miércoles a su desenlace. Alrededor de las 13:30 hora local (16:30 GMT), 61 senadores votaron a favor de retirar a la presidenta de su cargo de manera definitiva. 20 rechazaron la medida y no hubo ninguna abstención. (BBC América Latina, 31 agosto 2016)”. En su lugar quedó Michel Temer, de centro derecha. Más tarde, en las elecciones, gana la extrema derecha con Jair Bolsonaro.
A Lula lo meten a la cárcel acusado de corrupción pasiva y lavado de dinero, después se demostró su inocencia y compite contra Bolsonaro y le gana, por lo cual se convierte, por segunda vez, en presidente de Brasil desde el 1 de enero de 2023. La izquierda triunfa, pero deja intactas a las instituciones de derecha y, por lo mismo, son utilizadas en contra de la izquierda. El Partido del Trabajo de Brasil no es un partido revolucionario, no es un partido leninista, por ende, entra al juego de la lucha democrática bajo las reglas burguesas y, por lo mismo, se atiene a los resultados del vaivén de las masas que, no organizadas, pueden ser manipuladas por las redes y por los encantos de los discursos y así se explica el triunfo de la extrema derecha con Jair Bolsonaro.
Otro ejemplo de utilidad es el triunfo del indígena boliviano Evo Morales en el 2005. Quien gana es el Movimiento al Socialismo, Instrumento para la Soberanía de los Pueblos (MASISP), conformado como partido político legal que agrupaba a diversas fuerzas políticas de izquierda, pero la más grande era la de Evo Morales. Este partido político sigue al frente de Bolivia hasta el 2019, con Evo como presidente. Acto seguido se da un golpe de estado que pone en la presidencia a la derecha, encabezada por Yanin Añez, quien gobierna Bolivia un año espuriamente, quien persigue a Evo Morales, quien tuvo que salir del país, estuvo brevemente en México y luego se fue a Argentina.
Luego se llama a elecciones y gana Luis Arce, del partido MASISP, entonces, candidato de Evo Morales. La división interna entre Evo y Luis Arce, pugna que se da por el reparto de candidaturas para el congreso y la futura contienda por la presidencia de Bolivia, en la que ambos quieren encabezar, abrirá seguramente paso a la derecha. El denominador común es la ausencia de un partido de corte leninista que eduque y organice a las masas bolivianas, quienes, después del esfuerzo del Che, alcanzaron el poder, pero ya la derecha mostró su capacidad de quitárselos.
Otro caso es el de Rafael Vicente Correa Delgado de Ecuador. Educado en los Estados Unidos, en la Universidad de Illinois Urbana-Champaign, fue presidente de aquel país de 2007 a 2017, pues ganó las elecciones con el partido llamado Alianza País. Al término de su mandato puso en el poder al ex vicepresidente Lenin Moreno; sin embargo, al sentarse en la silla del poder desconoció a su antecesor Correa e iniciaron las diferencias: “La tensa relación en el oficialismo, mayoritario en la Asamblea, se fracturó cuando el ala correísta destituyó a Moreno de su cargo de presidente del partido Alianza País (AP) el 31 de octubre.
La decisión fue desconocida por el ala morenista, que recibió el apoyo del Consejo Nacional Electoral (CNE) al ratificar a Moreno en el cargo dentro del partido. Los correístas terminarían desafiliándose de AP con la firme intención de crear una nueva organización, de cara a los comicios regionales de 2019. (France 24, 3 de febrero de 2018)” Como resultado de este proceso, resulta que la candidata correista a la presidencia de Ecuador perdió las elecciones, mataron a un candidato a la presidencia y ganó la derecha extrema. Nuevamente, el factor común se configura: la falta de partido de corte leninista que eduque y organice al pueblo, así como la división interna entre las filas de un frente sin ideología clara, provocó el triunfo de la extrema derecha.
En Argentina, sucedió una cosa similar. La falta de un partido político revolucionario llevó a la derrota del peronismo, movimiento que fue incapaz de resolver los grandes problemas de Argentina, sobre todo los económicos, y le abrió paso al lamentable triunfo de una extrema derecha de corte fascista, encabezada por Javier Milei.
La revolución bolivariana inició con la llegada al poder de Chávez y luego le ha dado continuidad Nicolás Maduro. En un momento del proceso, Martha Harnecker le planteó a las clases dirigentes de Venezuela que “sin pueblo organizado, no hay proceso revolucionario”, entrevista que dio a Jesica Bossi. Efectivamente, la tesis que hemos manejado. Además de la asesoría de Harnecker, Chávez recibió los consejos de Fidel Castro y juntos sentaron las bases para un proceso que no ha podido descarrilar la Revolución Bolivariana. El Partido Socialista Unido de Venezuela ha mantenido el poder en Venezuela, pero su triunfo definitivo tiene consolidar un partido de corte leninista, del cual hay avances, pero hace falta aún para el triunfo definitivo.
En conclusión, es la propia izquierda que, a la caída del bloque socialista, se fue con la propaganda burguesa y creyó que estaba derrotado el marxismo leninismo, sin embargo, la realidad está demostrando lo contrario, que para alcanzar una sociedad nueva, desarrollada, más justa y mejor para toda la humanidad, el marxismo leninismo está vigente y es una opción que los pueblos del mundo deben hacer suya para alcanzar su liberación y construir el socialismo a escala mundial considerando las similitudes y las condiciones concretas de cada país. De no ser así, se corre el peligro de que la derecha se abra paso, gracias a la “izquierda”. El problema es que la derecha no se anda con medias tintas, es implacable y procurará inhibir y hundir a los movimientos revolucionarios verdaderos, defendiendo los intereses de unos cuantos.
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