La guerra entre Rusia y Ucrania cumplirá tres años el 24 de febrero. Rusia tuvo que defender sus fronteras y evitar que el gobierno de Ucrania, encabezado por Volodímir Zelenski, le permitiera a Estados Unidos instalar bases con misiles balísticos que, por su cercanía, podrían llegar a varias ciudades rusas y su capital. Rusia inició la guerra contra Ucrania tras la negativa de Zelenski para solucionar de forma pacífica el problema.
La OTAN y Estados Unidos pensaron que podrían derrotar a Rusia con su poderío militar y económico, pero ahora se ven obligados a negociar, mientras las deudas de la guerra recaerán sobre el pueblo ucraniano.
Los analistas más serios sostienen que el presidente ruso, Vladímir Putin, hace tiempo que ganó la guerra, gracias a las acciones precisas para destruir bases militares en varias ciudades ucranianas, así como los almacenes de armas y las vías de comunicación que eran importantes para el desplazamiento de los ejércitos mercenarios de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
El presidente de Ucrania tuvo todo el apoyo de la “democracia occidental”, que le mandó miles de millones de dólares, armas, misiles, tanques, aviones y soldados de otras naciones que eran enviados a una guerra que no era suya.
La Organización del Tratado del Atlántico Norte y Estados Unidos, calculando mal sus fuerzas militares y económicas, pensaron que entre todos los países rápidamente derrotarían al ejército de Rusia y que Vladímir Putin tendría que negociar la retirada y su derrota, cosa que todos los empresarios y gobernantes del imperio gringo esperan con ansias. Pero no fue así.
El ejército ruso ha derrotado a todos los que se han autonombrado, en la historia de la humanidad, potencias militares: en diciembre de 1812 derrotaron a Napoleón Bonaparte; tras la Revolución de Octubre, el Ejército Rojo derrotó a las fuerzas armadas que catorce países enviaron a Rusia para derrotar a los bolcheviques de Lenin, y ese mismo Ejército Rojo, bajo el mando de Iósif Stalin, derrotó a los nazis de Adolf Hitler en Stalingrado, en 1943. Esta fue la batalla final de Hitler, cuando trató de dominar al mundo. La humanidad le debe a Rusia la derrota del nazismo y del fascismo.
Pero Estados Unidos hizo mal sus cálculos y pensó que podría derrotarlos. Y ahora los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte han tenido que retirar a sus tropas y dejar de mandar armas y dinero al gobierno de Zelenski. ¿Entendieron ya que Rusia les ganó la guerra hace tiempo? Creo que sí, pero no lo dirán en público.
De todas formas, el presidente yanqui Donald Trump le llamó a Vladímir Putin para intentar poner fin a la guerra. Al terminar la llamada, Trump subió a sus redes sociales este mensaje:
“Acabo de mantener una larga y muy productiva conversación telefónica con el presidente ruso, Vladímir Putin. Hablamos de Ucrania, Oriente Medio, energía, inteligencia artificial, el poder del dólar y otros temas. (…) Pero primero, como acordamos los dos, queremos detener los millones de muertes que se están produciendo en la guerra con Rusia y Ucrania. (…) Acordamos que nuestros respectivos equipos inicien las negociaciones de inmediato y comenzaremos llamando al presidente Zelenski, de Ucrania, para informarle de la conversación, algo que haré ahora mismo. He pedido al secretario de Estado, Marco Rubio; al director de la Agencia Central de Inteligencia, John Ratcliffe; al asesor de Seguridad Nacional, Michael Waltz, y al embajador y enviado especial, Steve Witkoff, que dirijan las negociaciones, que, estoy convencido, serán un éxito. Millones de personas han muerto en una guerra que no habría sucedido si yo fuera presidente, pero sucedió, por lo que debe terminar”.
A Estados Unidos, como dice Trump en su mensaje, le urge detener una guerra que ya perdió, porque está en crisis económica y porque ha dejado en Ucrania miles de millones de dólares.
Ah, pero no lleva todas las de perder: sí va a negociar la derrota de Ucrania; sin embargo, el pueblo ucraniano (trabajadores, obreros y campesinos) va a pagar las deudas que le generó la guerra y las ansias de dinero que la clase empresarial gringa exige y desea desde hace tiempo, como lo ha hecho con otros países.
¿Con qué pagará? Con sus “tierras raras”, de las que se puede extraer uranio, titanio, litio, grafito y otros recursos de valor estratégico. Trump quiere sacar de ahí poco más de 500 mil millones de dólares. Además, desde luego, también sacarán ganancias de las inversiones para reconstruir las zonas dañadas, así como con el ingreso libre de las mercancías gringas en Ucrania.
Rusia ganará la guerra. Estados Unidos y Ucrania la perderán. ¿Y los ricos que controlan al gobierno de Trump? Ellos no pierden, no. Ellos serán los beneficiarios con la riqueza de Ucrania y con el trabajo de sus ciudadanos.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario