MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

México, ante el dominio económico de Estados Unidos

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En la guerra de declaraciones entre el gobierno de Estados Unidos y el de México, finalmente entraron en vigor los aranceles del 25 % a las exportaciones mexicanas de acero y aluminio.

La Cámara Nacional de la Industria del Acero (Canacero) advirtió que esto provocará una recesión económica en México, pues incrementará los costos de producción de las empresas del sector, lo que a su vez elevará los precios de todos los productos relacionados con estos materiales.

Todo indica que el verdadero objetivo del Plan México es frenar el comercio de México con Asia para dejar el camino libre a Estados Unidos, que busca apoderarse del mercado y las riquezas del continente, especialmente de México.

Sin embargo, sigue vigente la amenaza de imponer aranceles a todos los productos mexicanos que se exportan a Estados Unidos el próximo dos de abril, no solo al acero y el aluminio. Esto, a pesar del festejo que hizo el gobierno de la cuarta transformación el pasado domingo nueve de marzo en el Zócalo de la Ciudad de México y de las ofrendas que ha brindado al gobierno estadounidense, como el envío de 10 mil militares a la frontera norte y la entrega de 29 capos del crimen organizado.

La imposición de aranceles a todos los productos mexicanos se ha pospuesto hasta ahora debido a las presiones de las empresas estadounidenses de las ramas automotriz, farmacéutica y agrícola sobre el gobierno del presidente Donald Trump.

Hasta el momento, la única acción propuesta por el gobierno mexicano es el Plan México, anunciado por la presidenta Claudia Sheinbaum el pasado trece de enero. Dicho plan tiene como objetivos lograr la autonomía económica respecto a Estados Unidos, ubicar a México entre las diez economías más importantes del mundo, generar empleos, aumentar la inversión extranjera directa e industrializar el país, de manera que hasta el 50 % del volumen total de mercancías que circulen en México sea de producción nacional.

En apariencia, el Plan México suena bien, pero, según economistas expertos, sus medidas concretas harán que México dependa aún más del comercio con Estados Unidos, al tiempo que frenará su intercambio comercial con China y otros países asiáticos.

El Plan México propone incrementar la inversión extranjera directa hasta en 227 mil millones de dólares durante el sexenio; sin embargo, 147 mil millones provendrían de reinversiones de empresas estadounidenses ya establecidas en México.

El resto de la inversión sería resultado de la relocalización de miles de fábricas estadounidenses que actualmente operan en Asia y que migrarían a México por su cercanía con el mercado norteamericano. Estos datos confirman lo señalado por los economistas.

Además, el presidente Trump ha insistido en que esas empresas deben relocalizarse dentro de Estados Unidos, lo que desvanecería las esperanzas puestas en el nearshoring.

El Plan México contempla la creación de un millón y medio de nuevos empleos en el sector manufacturero, pero estas empresas exigen como condición fundamental pagar salarios muy bajos, no conceder prestaciones a los trabajadores y que estos sean representados por sindicatos controlados por las propias empresas, lo que implica laborar en condiciones de semiesclavitud.

Además, las manufactureras se dedican a ensamblar componentes provenientes de otras partes del mundo, cuyo producto final se vende en Estados Unidos. Este tipo de empresas en realidad no ayudan al crecimiento de la economía mexicana, pues las ganancias terminan en manos de inversionistas extranjeros.

El Plan México también busca que el 50 % de los componentes y precursores de los productos maquilados para el mercado estadounidense se fabriquen en México en lugar de comprarlos en China, como sucede actualmente. Asimismo, plantea incrementar la industrialización del país y favorecer el desarrollo de empresas nacionales.

Sin embargo, ambas medidas entran en contradicción con los grandes recortes presupuestales en educación, investigación científica y desarrollo de tecnología de punta en los últimos presupuestos de egresos de la federación aprobados por el Congreso de la Unión.

En realidad, se trata de una promesa vacía, pues no se ha destinado dinero para incentivar la inversión de capital nacional, capacitar mano de obra calificada para procesos productivos complejos ni fomentar la innovación tecnológica. Estas contradicciones auguran, pues, el fracaso del Plan México.

Todo indica que el verdadero objetivo del Plan México es frenar el comercio de México con China y los países asiáticos para dejarle el camino libre a Estados Unidos, que busca apoderarse del mercado y las riquezas del continente, especialmente de México.

Se equivocan quienes creen que la mejor opción para México es depender de Estados Unidos como única salvación para su economía y su pueblo. Muchos sostenemos lo contrario y estamos convencidos de que México debería sumarse a la construcción de un mundo multipolar, diversificando sus relaciones comerciales con otras naciones, como los países integrantes de los BRICS, con China a la cabeza. 

Esta nación se ha convertido en una potencia económica y tecnológica muy poderosa y promueve la construcción de un mundo mejor para todos los seres humanos, aunque sus detractores afirmen lo contrario. El gobierno de México debe entender esto y no aferrarse a Estados Unidos como una víctima que se aferra al garrote de su verdugo.

Pero en los hechos cada vez queda más claro que el gobierno de Morena está atando el destino de los mexicanos al designio del imperialismo estadounidense, que busca apoderarse del mundo a toda costa. Sin embargo, la realidad también muestra que el declive de la economía estadounidense es parte de la crisis terminal del capitalismo y que la feroz retórica de Trump es un signo de la debilidad de Estados Unidos.

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