Pobreza y marginación son un binomio que ha caracterizado por años a las comunidades indígenas en México. Retóricamente, el discurso oficial y político reconoce a estos grupos como pilares de la cultura y los valores nacionales. Sin embargo, la práctica común del gobierno y la sociedad demuestra tener una carencia de compromiso con estos grupos que históricamente son excluidos y discriminados.
A pesar de ser un país pluricultural, en México no se tiene como prioridad un compromiso permanente de protección y reconocimiento con los habitantes de los pueblos indígenas, ya que la realidad que viven es muy distinta de lo que dicen las arengas políticas, cuando de ganar su simpatía se trata.
De 1930 a 2015, la tasa de hablantes de lenguas indígenas nativas, que representa un total de 68 distintas, se redujo de forma trágica, pasando de 16 por ciento a solamente 6.6 por ciento, hecho que muestra el decrecimiento en los esfuerzos por conservar estas culturas, a pesar de su importancia y el reiterado compromiso verbal por parte de sus autoridades gubernamentales.
Hablar de los pueblos indígenas, es hablar de pobreza, violaciones a las garantías individuales y derechos humanos, rezago educativo y falta de oportunidades de crecimiento social, que son sólo algunos de los aspectos que en nuestro país ponen de manifiesto la brecha de desigualdad existente entre la población indígena y no indígena.
Según el informe de medición de pobreza en la población indígena, publicado en 2018 por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el 69.5 por ciento -aproximadamente 8.4 millones de personas- viven en situación de pobreza, mientras que el 27.9 por ciento en pobreza extrema. El mismo informe destaca que en materia educativa, 3.7 millones de indígenas viven con un rezago educativo, 1.9 millones no cuentan con acceso a servicios de salud, 9.4 millones sin seguridad social, 3.8 millones no cuentan con acceso a la alimentación, y 6.9 millones no tienes acceso a los servicios básicos de vivienda. En México no todos los pobres son indígenas, pero prácticamente todos los indígenas son pobres.
Los mayas de la Península de Yucatán no son una excepción a este fenómeno social y, aunque el discurso político exalta el gran legado histórico y cultural de los mayas, sus descendientes siguen siendo víctimas de la pobreza insultante que padecen millones de mexicanos, ya que sufren problemas de discriminación, falta de oportunidades, menoscabo a sus derechos humanos como un empleo digno y bien remunerado, falta de comida, vestido, vivienda, servicios médicos y educativos, entre otros, que son prueba palpable de la indiferencia oficial.
Los mayas de la Península de Yucatán no son una excepción a este fenómeno social y, aunque el discurso político exalta el gran legado histórico y cultural de los mayas, sus descendientes siguen siendo víctimas de la pobreza insultante que padecen millones de mexicanos
La marginación y la pobreza son realidades que han acompañado a la población maya de Yucatán, mismas que se han agravado en las últimas décadas; a pesar de esto, los mayas conservan su cultura que los hace diferentes del medio que les rodea y que se revela a través de la lengua, el vestido, las prácticas religiosas y las actividades económicas, entre otras muchas variables que se han convertido en motivo de discriminación, en lugar de tornarse en identificación y apoyo hacia ellos; así, los términos gente maya y pobre, se han hecho sinónimos, o bien, lo tradicional con atrasado o pobre.
La pobreza y carencias sociales, así como la falta de empleo en comunidades mayahablantes y las brechas sociales entre el desarrollo urbano y rural, han condicionado el acceso de la población indígena al bienestar social, situación que se refleja en sus ingresos económicos, pues casi el 70 por ciento de la población que gana menos de un salario mínimo en la entidad, es indígena, por lo que se ubica en el primer lugar nacional respecto a la brecha salarial, de acuerdo con el Plan Estatal de Desarrollo (PED) 2018-2024.
Por eso, aunque el 9 de agosto fue instituido por la Organización de las Naciones Unidas como Día Internacional de los Pueblos Indígenas, para reivindicar los derechos de los pueblos originarios, esta fecha como otras, pasa desapercibida para los mayas yucatecos, ante una realidad que los sigue golpeando: pobreza, desigualdad, discriminación, falta de oportunidades, despojo de sus tierras; es más, la gran mayoría de ellos, ni siquiera saben que es un día dedicado a enaltecer sus raíces.
Pero los mexicanos debemos sentirnos orgullosos de la grandiosidad de nuestras raíces, de las aportaciones científicas a la humanidad, la belleza imponente de nuestras pirámides, lo hermoso de nuestras lenguas originarias, de nuestra gastronomía, nuestro folclor, nuestra vestimenta y más.
Por eso, ante la indiferencia de los distintos niveles gubernamentales, la población indígena junto con los otros sectores desprotegidos de la sociedad: obreros, campesinos, amas de casa, profesionistas, pequeños comerciantes, estudiantes, deben formar un bloque popular único, capaz de romper con los estigmas, discriminación y demás males económicos y sociales, derivados de un sistema que tiene como propósito el bienestar y abundancia de unos pocos y en contraparte, la depauperación y pobreza de las grandes mayorías, entre ellos los indígenas.
Mientras los indígenas sirvan solamente como figuras decorativas y comerciales para el turismo extranjero y de carne de cañón para los políticos en campañas electorales, sin acabar con la pobreza que hace miserable sus vidas, mientras no se reivindiquen sus derechos y cobren la importancia que tienen, el Día Internacional de los Pueblos Indígenas seguirá siendo solamente una buena intención y vulgar demagogia de los poderosos, intentando adormecer el sentimiento de inconformidad que ya se gesta entre nuestros mayores, para que las cosas sigan como hasta hoy.
Mayas yucatecos, que la grandiosidad de su raza se levante como antaño ante el oprobio que sufren y luchen por la verdadera reivindicación de sus derechos, lo mismo que rezan los hermosísimos versos del gran poeta yucateco, Antonio Mediz Bolio:
¡Por eso, cuando viste amenazada
bajo el yugo fatal del extranjero
tu más cara ilusión, tu alma, tu vida,
tu libertad, brotaron de tu pecho
rencores inauditos, y al combate
fuiste llevando el odio justiciero,
que rompe valladares, que extermina,
que es estallido y luz, fuerza y derecho!
Por lo pronto, en este Día Internacional de los Pueblos Indígenas, no hay nada que celebrar.
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