“El ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona”, decía Aristóteles, filósofo griego y uno de los más grandes pensadores que ha tenido la humanidad. Uno de los fenómenos más importantes en la pedagogía es la educación del hombre, y no solo para la pedagogía, si no para el funcionamiento de las sociedades humanas en la historia.
Podemos encontrar reflexiones sobre el asunto desde Aristóteles, para quien la educación era necesaria, diferenciaba el alma y el cuerpo y la primera la dividía en tres tipos: la vegetal, el animal y la racional. La primera se manifestaba en la alimentación y la reproducción, y a esta correspondía la educación física; la segunda era superior a la primera y se manifestaba en las sensaciones y los deseos, a esta correspondía la educación moral; mientras que la última es superior a las dos primeras y se caracteriza por el conocimiento a la cual correspondía la educación intelectual. Según él, la naturaleza dota al hombre de capacidades, pero estas se desarrollan solamente mediante la educación. Además, él defendía que esta, la educación, debía ser procurada por el estado.
Así como Aristóteles, muchos otros pensadores, con distante variación en sus teorías, han abundado sobre el tema de la educación y la enseñanza y el papel del estado en este rubro, pero al profundizar en ellas, siempre encontramos a la educación dentro de la región ideológica de la sociedad. Y así como las distintas sociedades en donde se han desarrollado y creado estos pensadores, distintas han sido las formas y fondos de la educación, por ejemplo, en la Edad Media la mayoría de la población era analfabeta y, seguro con algunas excepciones, los clérigos eran los sabios, los que sabían leer y escribir y con estudios escolásticos. Así, la educación se impartía en los monasterios y era exclusiva de aquellos que iban a formar parte del clero.
Es decir, no todos los hombres tenían derecho a la educación, el pueblo era excluido, pero además el conocimiento estaba estrechamente ligado con la iglesia. Y todo aquello que no era permitido por su ideología, estaba prohibido por la ley, y quien se atreviera a pensar diferente o quien sobrepasara los límites que imponían, eran acusados de herejes y quemados o castigados por el Estado.
Cada sociedad, a lo largo de la historia, para poder existir necesita de un aparato ideológico que lo defienda como pasaba en la Edad Media. Por lo tanto, la educación, siempre ha estado ligada a la ideología de cada sistema social y, por consiguiente, económico.
Así pues, depende del dueño de la economía social la educación que tendrá la sociedad misma, como ya lo decía Marx: “las ideas dominantes son las ideas de las clases dominantes”. Sitiándonos entonces en nuestra realidad, donde los dueños del modo de producción de bienes sociales son los dueños de los capitales y los monopolios, su ideología es la que nos domina. Por mucho que tengamos un representante presidencial que dice estar en favor del pueblo, quien por cierto no forma parte de la minoría dueña del sistema económico, miente, aunque lo niegue mil veces. Una mentira, por muchas veces que se diga, jamás será verdad.
En nuestro país, la educación y sus muchas reformas que ha sufrido sigue siendo de muy mala calidad y, además, como en la edad media, no está creada para toda la población.
El presupuesto federal destinado a este sector ha sido, en estos tres años, la paupérrima cantidad en los últimos 21 años. El gasto público de los primeros meses del presente año, por ejemplo, fue de 240,425 millones de pesos, 29, 572 millones de pesos menos que el año pasado. Es decir, tuvo una reducción del 13.8 por ciento. Además, el gasto total en educación representa solo el 14.3 por ciento del presupuesto público. Esto es solo una muestra del interés que le da el gobierno al pueblo que tanto defiende, pues si hablamos de las cifras de deserción escolar y el trabajo infantil, quedaría demostrado que el gobierno actual ha sido el claro ejemplo de la función de un gobierno a favor de las clases dominantes.
La educación, a menos que alguien crea lo contrario, no debería ser privada, y no me refiero a que la educación sea exclusiva del Estado, que claro está no tiene ni las ganas ni la idea de hacerlo, si no al contenido de la enseñanza.
Los libros, los textos, es decir, la información base sobre la cual se enseña y los métodos para hacerla llegar a la población, debería ser real, sin interés alguno y sin exclusión. Pero para poder llegar a entender primero esto, es necesario saber que esto no es una cuestión de gustos o voluntades particulares, es un problema social que implica una revolución ideológica y, por lo tanto, educativa. El pueblo debe entenderlo, analizarlo, tomar decisiones y entonces, solo entonces, poder cambiar su realidad.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario