Hablar de educación siempre ha sido un tema recurrente, sobre todo cuando se da inicio a un nuevo ciclo escolar en cada país, y en este caso la educación de México, sus alcances y sus deficiencias. El pasado 26 de agosto regresaron a clases 24.4 millones de alumnos de prescolar, primaria y secundaria en todo el país. Se inicia además el segundo año de aplicación de la reforma educativa de la Cuarta Transformación, entre críticas en torno a sus contenidos y a la forma en que se está llevando a la práctica en las escuelas.
México gasta por estudiante, desde primaria hasta universidad, el equivalente a un cuarto del promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
Hay mucho que se debe revisar con una visión autocrítica, pues el peligro que se corre es que no se escuche a las comunidades escolares, a los padres de familia y a los especialistas en este tema tan delicado.
También se corre el peligro de caer en la simulación con programas que se siguen imponiendo desde arriba e impide una autonomía pedagógica verdadera. “Aún tenemos una Secretaría de Educación Pública (SEP) muy vertical, que ha contemplado pocos o nulos espacios para una verdadera reflexión pedagógica de los decentes”, afirma Teresita Garduño, experta en temas educativos.
Los Consejos Técnicos escolares y las fases intensivas de capacitación del magisterio al inicio y al final de cada ciclo escolar están totalmente predeterminadas.
No se deja tiempo al profesor para que pueda sentarse y tomar una decisión sobre cómo construir el proyecto escolar, comenzando con que se dan pocas horas de clase en escuelas primarias, cuando se sabe que en otros países más desarrollados emplean hasta el doble de tiempo instruyendo a los alumnos, brindándoles desayuno y comida escolares.
Otro desafío actualmente de la Nueva Escuela Mexicana es que “la SEP no tiene un seguimiento real de cómo funciona el programa analítico. No hay un mecanismo para recoger la información de lo que realmente está pasando en las escuelas, y así no se puede avanzar, porque nadie tiene la verdad absoluta ni somos expertos en todo. Y sin duda, hay cosas que es necesario mejorar”, concluye la pedagoga.
Es vergonzoso que en nuestro país no se impulse la educación al grado máximo, pues debemos saber que el sistema educativo mexicano es de los más grandes del mundo, lo que de manera natural implica la existencia de una serie de retos y por ende la necesidad de implementar estrategias que permitan nivelar las condiciones de los componentes del sistema.
A saber, existen 228 mil 804 escuelas públicas y privadas, junto con 1.2 millones de profesores de prescolar, primaria y secundaria. La inversión en educación inicial ha caído en nuestro país en un 18 %. México gasta por estudiante, desde primaria hasta universidad, el equivalente a un cuarto del promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
El gasto anual promedio por estudiante asciende en México a 3 mil 513 dólares, mientras que el promedio de la OCDE se ubica en 14 mil 209 dólares. “México gasta el 4.2 % de su producto interno bruto (PIB) en instituciones educativas desde el nivel primario hasta el terciario. Esto es menos que el promedio de la OCDE, del 4.9 % del PIB”, señala el Panorama de la Educación 2024.
En lo que respecta a la infraestructura podemos observar importantes carencias en distintas áreas, desde la falta de instalaciones sanitarias o de accesos para los usuarios con discapacidad motriz, hasta ausencia de laboratorios de ciencias o aulas de cómputo en los planteles del nivel medio superior. Ante tal situación, la SEP debe proporcionar mayor acompañamiento pedagógico a todos los docentes de todos los niveles.
Es necesario que la misma secretaría implemente grupos de investigación que vayan al fondo de la revisión de lo que ocurre en las escuelas.
La SEP ha cometido el error de hacer a un lado a importantes investigadores con estudios de fondo sobre la lecto-escritura, matemáticas, ciencias, pedagogía y metodología para la enseñanza, que por décadas han trabajado en el Departamento de Investigaciones Educativas del Cinvestav (Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional), con importantes resultados”. (La Jornada, 26 de agosto de 2024).
Ante todo lo anterior, no queda otra más que organizarse, salir a la calle y exigirle a la 4T y a su mal llamado segundo piso una educación de calidad para todos los niños, adolescentes y jóvenes de nuestro país.
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