Dos acontecimientos de relevancia política, son los que marcarán la suerte de los colimenses al finalizar el mes de octubre que corre; el relevo de las administraciones en los ayuntamientos, es uno de ellos; y, el relevo también, en la administración del gobierno estatal, es el otro. Cuando menos en apariencia, y por todo aquello que prometieron los ganadores del pasado proceso electoral, es indudable que esto significará también un cambio en la política que se ejercerá en todo el Estado, y también en cada municipio. Pero, “un cambio”, no necesariamente significa “mejor”, pues, recordemos que la reversa, bajo determinadas circunstancias también es un cambio. Por tanto, por ahora no nos queda más que esperar y estar atentos.
Hoy, opinaré sobre la suerte que viven los manzanillenses más pobres y marginados, con el entendido de que, dado que represento una organización que agrupa sólo familias de escasos recursos económicos, es sólo con este enfoque, con el que puedo yo hablar con toda seguridad y certeza de lo que digo.
Manzanillo, ya se sabe, es la ciudad que alberga al tercer Puerto más importante de América Latina, y el primero en México por su movimiento comercial. Sólo compiten con Manzanillo, en el país, los Puertos de Lázaro Cárdenas Mich., Veracruz Ver., Altamira Tamps., y Ensenada BC.; así lo dio a conocer recientemente el portal agenciaadaunal.net. Ayer, los medios locales dijeron que el Puerto de Manzanillo alcanzó a mover en los primeros nueve meses del año que corre, 2 millones 509 mil 75 contenedores (TEUs), esto es, 18.4% más, respecto al mismo período del año pasado. Hace un mes, la Secretaría de Marina afirmó, que Manzanillo había movido ya para entonces, el 43.5% del total de contenedores movilizados por todos los Puertos del país.
He aquí la razón pues, de la constante saturación de camiones de carga pesada en la ciudad porteña, y del consecuente caos en las diferentes vialidades, cuyo punto más crítico se presenta en el tramo Puerto-Jalipa, que conecta a los pobladores con la zona alta del municipio, pero también, por el Libramiento El Naranjo y el ingreso principal a la ciudad por Tepeixtles. Son estos mortales caos, los mismos que ya han cobrado la vida de cientos de manzanillenses, y destruido también gran parte de las principales vías de comunicación aledañas al Puerto y los innumerables patios de carga y descarga que hay por casi toda la ciudad.
Sinceramente no creo que sea posible ni recomendado en materia económica para el país, librarnos de tamaño caos. Pero, entonces, ¿qué hacer para salvaguardar la seguridad del turismo?, y, ¿qué, para la seguridad y la vida de los pobladores?; pero, además, ¿cómo garantizar el mantenimiento y reparación constante de las calles y avenidas ya destruidas por el transporte de carga pesada? He aquí un cambio sumamente urgente que necesita Manzanillo. Ayer, luego de afirmar en un medio local que, “no habrá perdón ni olvido para quienes cometieron ilegalidades”, la gobernadora electa anunció también importantes proyectos para la ciudad porteña; dijo así: “[…] Manzanillo será el centro de la transformación del Estado […]. Y como ya dije, sinceramente esperamos que así sea.
Si el exitoso crecimiento comercial del Puerto, estuviera ligado con el desarrollo social de la ciudad de Manzanillo, la vida de los manzanillenses sería radicalmente mejor. Pero esto no es así. No olvidemos que, si el Puerto logró la hazaña de movilizar todos esos contenedores que dicen sus estadísticas, eso fue posible sólo, gracias al trabajo de los miles y miles de manzanilleneses que están dejando literalmente su juventud y la vida, en eso que ahora es motivo de regocijo y orgullo para el gobierno federal.
Pero esto no es todo. En materia de recaudación fiscal, según el Servicio de Administración Tributaria (SAT), la aduana de Manzanillo ocupa el lugar número uno de las 17 aduanas marítimas de todo el país en cuanto a recaudación de impuestos, pues recaudó para la federación, entre enero y septiembre de este año, 91,185 millones de pesos, el 24.5%, de los 371 mil 540 millones, reunidos hasta hoy por todas las aduanas marítimas del país. Claramente se ve aquí de manera tangible, cómo es, que los manzanillenses aportan para el funcionamiento y desarrollo económico de la nación.
Sin embargo, como ya dije, poco o nada de esta abundante hazaña se refleja en la vida material de los pobladores del municipio. Veamos.
En materia de infraestructura urbana, desarrollo social y servicios públicos, las deficiencias y el abandono oficial son más que evidentes. Y, dado que cualquier ciudadano desprejuiciado las puede constatar cuando quiera, no me detengo aquí en detalles por hoy.
Pero el tema de la inseguridad creo que es preocupante. De acuerdo con la actualización más reciente de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), presentada por Inegi el 19 de julio pasado, el 66.6% de los habitantes de Manzanillo, dijo sentirse inseguro en su ciudad, lo que representó una disminución del 2.6% respecto al dato anterior de marzo de 2021, cuando el 68.4% afirmó sentirse inseguro. Pero, para el Inegi, la disminución registrada, representa que no existió durante el periodo de comparación una diferencia significativa en el referido estudio, pues el margen de error fue del 3%. He aquí, otro gran pendiente que requiere un cambio urgente.
La falta de vivienda popular en la ciudad porteña es otra grave deficiencia. Aquí, ante la complejidad del problema, hará falta mucha más que sólo un comentario. Abundaremos entonces en otro trabajo similar. Por hoy, diremos sólo que, ya desde el 2017 el Gobierno estatal reconocía este grave problema, así lo manifestó en un documento que publicó en el Diario Oficial del Estado, el 22 de abril del año arriba señalado. El Gobierno dijo ahí que había en todo el Estado 77, 560 viviendas, el 37.7% del total, cuyos habitantes rentaban o les prestaban la propiedad, sumando así a 271,460 colimenses afectados sin vivienda propia, el 37.7% de la población total. Destaca el documento como caso crítico por esta deficiencia social, al municipio de Manzanillo.
La gobernadora electa dijo en campaña que, “vienen nuevos tiempos para nuestra Colima”. Muy bien, pues sinceramente esperamos que sean mejores también para los manzanillenses. Veremos.
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