El 26 de julio de 2019, Antonio Lazcano Araujo, científico emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), publicó una carta editorial con el título "Quo vadis, ¿Mexican science?” (¿A dónde vas, ciencia mexicana?), en la que criticó la situación del sector científico y tecnológico de México. Lazcano Araujo es uno de los biólogos que más aportes ha realizado a la docencia y ciencia, es el científico mexicano con mayor número de publicaciones en Science, una de las revistas científicas más influyentes del mundo.
En el texto, Lazcano señala los efectos adversos de las medidas de austeridad del Gobierno federal en la ciencia, así como la inexperiencia en investigación de María Elena Álvarez-Buylla que tiene a cargo la administración del Conacyt y del director del SNI, Mario de Leo Winkler.
Ante tal situación y en represalia a su actuar unos días después, Lazcano recibió un correo electrónico en el que se le enteraba de su destitución como miembro de la Comisión Dictaminadora del área de biología del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), que administra el Conacyt, cargo por el que debe señalarse no recibía ningún sueldo extra.
Lo que afirmó el científico mexicano no está lejos de la realidad y que en estos momentos de pandemia la ciencia en nuestro país debería de hacerle frente ante gran reto.
De acuerdo con el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF), el presupuesto total para ciencia, tecnología e innovación (CTI) pasaría de 91,390 millones de pesos en el 2019 a 98,317 millones de pesos en el 2020 y, en este 2021, a 102,720 millones de pesos, una cifra 4.2% mayor a la destinada el año pasado. Pero cabe destacar que solo una parte es para la investigación, pues se comparte este presupuesto con algunos otros rubros. Todo esto del aumento en la ciencia ha sido alardeando en muchos medios de comunicación como una partida superior que, en sexenios pasados gracias a la 4T, como algo que mitigará y resolverá los problemas en este sector, como si esto resolviera los graves problemas que enfrentamos ante la actual situación del país.
Pero, muy a nuestro pesar de que se ha incrementado el presupuesto, incumple con la Ley de Ciencia y Tecnología, que estipula que dicho sector debe tener un gasto anual de al menos el 1 por ciento del PIB. Y aunque no lo queramos hacer, si lo comparamos, la inversión de México en ciencia y tecnología alcanza apenas el 0.5% como porcentaje del PIB, proporción que es idéntica a la reportada por esta organización para los países africanos de Tanzania, Uganda, Senegal y Botswana; mientras que en otros países que sí le apuestan a la ciencia y tecnología para impulsar el desarrollo del país destinan más de 3% de su PIB dentro de estos están Israel, Corea del Sur, Japón, Dinamarca, Finlandia y Suecia, y según el Banco Mundial el promedio es de 2%.
El no proporcionar a la ciencia el lugar que merece en la sociedad se traduce en dependencia tecnológica, bajos salarios y altos niveles de pobreza.
Al examinarse con detalles los datos reportados por la UNESCO sobre investigación y desarrollo en México, es posible identificar al menos tres aspectos más que requieren atención urgente. El primero corresponde al número de investigadores que laboran en territorio nacional, el segundo a la distribución por género de los mismos y el tercero a la participación de diferentes actores sociales para ofrecer recursos para investigación y desarrollo.
México cuenta actualmente con 241 investigadores nacionales (miembros del SNI) por cada millón de habitantes y países relativamente desconocidos para nosotros, como Malasia, tienen un poco más de dos mil investigadores por cada millón de habitantes.
La ausencia histórica de una cultura científica en nuestro país es un factor que ha sido capaz de alejar a la juventud del estudio de las ciencias naturales y eso es en gran medida por la falta de oportunidades laborales y las pocas que se encuentran son con salarios muy bajos.
El rezago en ciencia y tecnología aleja a México de la lucha contra la covid-19 se ha vuelto una prioridad, de no atenderse de forma apropiada este importante tema, será imposible garantizar la viabilidad de nuestra sociedad durante el resto del siglo XXI y los resultados los estamos empezando a presencia con el mal manejo de la pandemia, y esto es un logro más del Gobierno actual.
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