La realidad que enfrenta Tlaxcala en materia de seguridad pública es cada vez más preocupante. Lo que antes era considerado un estado tranquilo y seguro, hoy presenta un panorama que alarma a propios y extraños.
Las cifras no mienten: según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (Sesnsp), en los últimos tres años los delitos de alto impacto han incrementado un 45 %, con especial énfasis en el robo a casa habitación, asaltos a transeúntes y robo de vehículos.
Los tlaxcaltecas merecemos vivir en paz y no podemos permitir que nuestro estado se sume a la lista de entidades donde la violencia dicta la vida cotidiana.
Particularmente alarmante resulta el incremento en homicidios dolosos, que según el último informe del Sesnsp, aumentaron un 23 % en comparación con el año anterior, registrando 89 casos en 2023.
Más preocupante aún es la situación de las desapariciones forzadas: el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) reporta que en el último año se han registrado 156 casos, de los cuales el 60 % corresponde a jóvenes entre 15 y 29 años.
¿Qué está sucediendo en nuestras calles? Basta con abrir cualquier red social para encontrarnos con una avalancha de publicaciones sobre asaltos, robos, actos delictivos, desapariciones forzadas y hasta homicidios que, tristemente, comienzan a ser parte de nuestra cotidianidad.
Los tlaxcaltecas estamos siendo testigos de un fenómeno alarmante: la normalización de la violencia. El “Ya ni modo, así están las cosas” o el “Quién sabe en qué andaba” comentan algunos ciudadanos en redes sociales, una actitud que refleja la resignación ante la creciente inseguridad.
Las voces ciudadanas no se hacen esperar. En cada publicación oficial del gobierno estatal en redes sociales, los comentarios son contundentes: “¡Ya basta de inseguridad!”, “¿Dónde están las autoridades?”, “Necesitamos acciones, no palabras”.
La exigencia es clara y unánime; la sociedad tlaxcalteca demanda estrategias efectivas para combatir este flagelo que amenaza nuestra paz social.
El Gobierno estatal no puede seguir postergando la implementación de medidas contundentes. Si bien Tlaxcala aún no alcanza los niveles alarmantes de estados como Guanajuato, donde la tasa de homicidios dolosos es ocho veces mayor que la nuestra, o Zacatecas, con índices de violencia que han provocado éxodos masivos, es precisamente ahora cuando debemos actuar para evitar llegar a esos extremos.
Las estadísticas son claras: el primer trimestre de 2024 registró un incremento del 28 % en delitos patrimoniales comparado con el mismo período del año anterior. Los robos con violencia aumentaron un 35 %, mientras que las denuncias por extorsión se duplicaron.
Estos números no son sólo estadísticas frías; representan familias afectadas, negocios cerrados y una sociedad que vive con miedo.
Es imperativo que el Gobierno estatal implemente un plan de seguridad pública que incluya: modernización tecnológica del sistema de vigilancia; profesionalización real de los cuerpos policiacos; coordinación efectiva entre los tres niveles de Gobierno; participación ciudadana en estrategias de prevención del delito; fortalecimiento del sistema de justicia por mencionar algunos.
Los tlaxcaltecas merecemos vivir en paz. No podemos permitir que nuestro estado se sume a la lista de entidades donde la violencia dicta la vida cotidiana. El momento de actuar es ahora; mañana podría ser demasiado tarde.
La historia nos juzgará no sólo por los problemas que enfrentamos, sino por cómo decidimos hacerles frente. Es hora de que el Gobierno estatal demuestre con acciones, no con discursos, su compromiso con la seguridad de los tlaxcaltecas. El tiempo se agota, y la paciencia ciudadana también.
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