En el ya lejano 2018, el entonces presidente electo Andrés Manuel López Obrador tenía una idea muy diferente a la que tiene hoy en materia de migración. “Vamos a ofrecer empleo, trabajo a migrantes centroamericanos”, dijo, al reiterar que para reducir el fenómeno migratorio, es necesario crear condiciones de bienestar”. (El Economista, 17 de octubre de 2018).
No fue ni la primera ni la última vez en decirlo, sin embargo, hoy, a casi 75 por ciento de transcurrido de su mandato, hay muchas promesas que nos quedan claras, nunca se cumplirán ni tuvieron alguna vez intención de cumplirse, sin embargo, una de las más descaradas muestras de la hipocresía y la inconsecuencia de la llamada Cuarta Transformación es precisamente, cómo esta promesa ha pasado de ser un estandarte en las campañas morenistas, a representar materializarse como todo lo contrario cuando estos llegaron al poder.
El 28 de marzo, 39 migrantes murieron debido a un incendio en un centro del Instituto Nacional de Migración (INM), en Ciudad Juárez, “la mayoría de los fallecidos, 18, eran de Guatemala, siete de Venezuela y siete de El Salvador, seis de Honduras y uno de Colombia.
El más joven tenía 18 años; el mayor, 51. Todos eran hombres. De los 27 heridos, 16 están en estado crítico -11 siguen sedados e intubados-, y algunos presentan quemaduras en casi el 30 por ciento del cuerpo.
Habían sido arrestados y trasladados al centro de detención por no tener los papeles en regla, pero no estaban acusados de ningún delito”. (El País, 31 de marzo de 2023). Todo esto por el descuido y la ineptitud de los funcionarios, quienes, al desatarse el incendio, provocado a modo de protesta dentro de la celda -por las condiciones inhumanas en las que los tenían- se marcharon sin abrirles la reja.
Este tipo de detenciones y maltratos provocados por el infame “Título 42”, que permite al gobierno de Estados Unidos expulsar rápidamente a los migrantes en las fronteras terrestres de su país y llevarlos al que se ha convertido en su guardia fronteriza, México, gracias al beneplácito del presidente Andrés Manuel López Obrador y la 4T, con la administración de Joseph Biden. Nuestro país, entonces, se ha convertido en una cortina de hierro para los migrantes, con una política represiva y violenta.
Para muestra de la política de violencia, un dato: “el Informe de actividades de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) señala que se recibieron durante ese año 11 mil 387 quejas de presunta violación de derechos humanos, cometidas por instituciones públicas como el IMSS, la FGR, el Ejército y la Guardia Nacional”. (Animal Político, 2 de septiembre).
Que sirva este hecho para darnos un panorama de la violencia ejercida por el gobierno morenista, sumado a este número, los cientos o miles que no pueden o no quieren denunciar por miedo o falta de mecanismos adecuados que garanticen su protección.
Uno de los casos que más causó disgusto y levantó las cejas de sus propios seguidores, fue la creación de la llamada ley garrote, en Tabasco durante 2019, la cual sanciona movilizaciones y protestas que impidan la ejecución de obras públicas o privadas, hecha especialmente para garantizar la construcción del Tren Maya y de la refinería de Dos Bocas; esta ley se vio ejecutada de manera inmediata por parte de Adán Augusto López, entonces gobernador de Tabasco y ahora secretario de gobernación.
El 4 de noviembre de 2020, proceso.com documentó una de las tantas agresiones en suelo tabasqueño, cuando «colectivos feministas, senadores, diputados y partidos políticos condenaron el excesivo uso de la fuerza en contra de los damnificados y exigieron la renuncia del «misógino y represor» secretario de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPCT), Hernán Bermúdez Requena (...) colonos que exigían equipos de bombeos para extraer el agua de sus inundadas viviendas de la colonia Casa Blanca.”. Las agresiones se volvieron especialmente violentas contra los tabasqueños que pedían apoyos frente a las inundaciones ocurridas el año pasado.
Otro de los casos más alarmantes de la represión ejercida por el gobierno de AMLO está también ubicado en el sureste del país. Las caravanas migrantes han sido prueba de ello, tan solo basta con los videos difundidos en redes sociales, donde se aprecia a agentes de la Guardia Nacional (GN) y del Instituto Nacional de Migración (INM), golpeando a hombres, mujeres embarazadas y niños sin distinción, con una crueldad digna de la Gestapo.“El periodista Benjamín Alfaro captó este sábado en un video de apenas nueve segundos como un agente de migración pisa y patea la cabeza de un migrante que es interceptado por elementos de la Guardia Nacional (...) guardias nacionales avanzan con sus escudos y con ellos camina un agente de migración -vestido con pantalón caqui, playera blanca y botas- quien patea al migrante que está sobre el asfalto y le pisa la cabeza...” (El Universal, 29 de agosto de 2021). Dicho video es uno de muchos que demuestra el actuar diario del “organismo civil” creado por el presidente.
A decir de varios expertos, la promesa de devolver las Fuerzas Armadas a sus cuarteles para el año 2024 y lograr el desarme del país está lejos de cumplirse; es más, la iniciativa de dejar la GN en manos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) está a un dedazo presidencial de aprobarse, mientras las denuncias por la violencia ejercida por parte de la 4T aumentan.
De acuerdo con el Sistema Nacional de Alerta de Violación a los Derechos Humanos, la GN “se ubicó entre las instituciones con más denuncias. En 2020 ocupó el octavo lugar con 350 quejas por violaciones de derechos humanos”. (politica.expansion.mx, 3 de septiembre). Entre los motivos de las denuncias, están “detención arbitraria”, “empleo de la fuerza arbitraria” y “trato cruel, inhumano y degradante”, nada más, nada menos.
Estas sólo son pequeñas muestras de la que se posiciona como la nueva estrategia favorita de la 4T, aquella que prometía en los años de campaña entre flores y colores, que no usaría las fuerzas armadas para reprimir al pueblo, ahora mantiene a México -y hasta Latinoamérica-, bajo su bota cínica y desvergonzada, es momento de que el mismo pueblo se levante, que millones alcen la voz e impidan que líderes mesiánicos sigan manchándose las manos de sangre impunemente y cumplan con lo prometido y no nos amenacen con una bota sobre nuestros cuellos.
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