MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

En defensa del derecho a la protesta pública

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El derecho a la protesta pública es uno de los grandes logros del proceso revolucionario que concluyó con la publicación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en 1917. Gracias a esta garantía, se ha logrado la efectivización de otros derechos también instituidos en la Constitución, pero que no se habían aplicado hasta que la población, en realidad solo una parte de ella, exigió que se llevaran a cabo, por ejemplo, el derecho al voto libre y secreto, a la educación, etc.  

Durante décadas, la población ha tenido que realizar marchas, mítines, plantones, comisiones presionadoras para exigir que se respeten sus derechos y se hagan efectivos. En la mayoría de las ocasiones la respuesta obtenida por parte de los gobiernos en turno, ha sido represiva; en vez de solución a los problemas planteados, han recibido represión, calumnias, agresiones policiales, desalojos, encarcelamientos, etc. No obstante, la razón y la fuerza de los ciudadanos ha triunfado. 

Las consecuencias de los recortes en los rubros mencionados y en otros están a la vista: carreteras destruidas en prácticamente todo el estado, escasez de agua, carencia de maestros en cientos de escuelas

Lo anterior ha sucedido de esta manera porque por más que los funcionarios escondan la realidad o la justifiquen, lo cierto es que los problemas existen y cada vez se agudizan más, como lo dice el proverbio popular, la realidad es necia y siempre da en las narices. 

Los primeros años de la Constitución, sobre todo a partir de la década de los 30, coincidió con el periodo conocido como Estado de Bienestar o milagro mexicano, cuando incrementaron los ingresos de algunos sectores de la población, la urbanización se extendió, la migración a las ciudades incrementó, las condiciones económicas de millones de trabajadores mejoraron considerablemente. Lo anterior, generó cambios importantes en la sociedad, tanto bienestar como inconformidad; surgieron nuevos actores sociales, unos se debilitaron y otros más se fortalecieron. Los estudiantes, las clases medias, las agrupaciones socialistas o con tendencias socialistas, las organizaciones marxistas comenzaron a jugar un papel cada vez más importante. Las exigencias y protestas de dichos grupos no se hicieron esperar. Los derechos políticos, sexuales y educativos fueron de los más comentados.  

El movimiento estudiantil de 1968 y la lucha por la autonomía de la Universidad Autónoma Chapingo, antes Escuela Nacional de Agricultura, son claros ejemplos de las protestas públicas que se suscitaron en dicho periodo. 

Con el establecimiento del neoliberalismo a partir de la década de los 70s las condiciones empeoraron para muchos sectores de la población, sobre todo para las clases trabajadoras. La desregulación financiera, la privatización de las empresas paraestatales y las otras medidas implementadas por el Consenso de Washington incrementaron el desempleo, la pobreza y la marginación; la desigualdad creció de manera ingente. En el terreno de los derechos humanos, también hubo afectaciones, los gobiernos se volvieron más represivos y autoritarios. 

Lo anterior, despertó aún más a la población al grado de que las exigencias fueron subiendo cada vez más de tono, hasta llegar a exigir cambios de partido y grupos en el poder. El triunfo del PRD a partir de 1997 en la CDMX, la llegada al poder federal del PAN en el 2000 y la llegada nuevamente del PRI en el 2012, fueron muestras de inconformidad de la población y de la necesidad de cambios urgentes. La población creyó que estos nuevos gobiernos le iban a cambiar su suerte, pero no pasó, las promesas se quedaron en pura intención, la pobreza y la marginación se volvieron más graves.  En todo este periodo las protestas públicas no se hicieron esperar, incluso muchas de estas fueron encabezadas por los ahora funcionarios de la 4T. ¿Ya se nos olvidó que AMLO mantuvo bloqueada Reforma por seis meses en el 2006?

En el 2018 la población votó por Morena porque estaba harta de los “viejos políticos” (por cierto, muchos ahora militan en Morena) y porque urgía un cambio.  Han transcurrido 7 años y las condiciones poco han cambiado para bien, la mayoría de los rubros de interés colectivo han empeorado. Es cierto que ahora la 4T le da a la población dinero en efectivo y está bien porque dicho dinero sale de los impuestos de todos los mexicanos, pero esta política de transferencia monetaria se ha llevado a cabo a condición de recortar presupuesto en otros rubros, por ejemplo en un trabajo realizado por Andrea Larios de la red social X, en un comparativo del sexenio anterior (2019-2024) vs PEF 2025 en la clasificación Funcional, dio a conocer que existió un recorte a casi todas las funciones, como el de Protección Ambiental del 11%; Ciencia, tecnología e innovación del 7.9%; justicia de 0.8%, Agropecuaria, Silvicultura, Pesca y Caza del 8.2%. Al mismo tiempo, a finales del año pasado la organización México Evalúa comentó que la inversión pública en el 2025 será la más baja en una década, solo el 2.3% del PIB (Buzos de la Noticia, 2024). 

Las consecuencias de los recortes en los rubros mencionados y en otros están a la vista: carreteras destruidas en prácticamente todo el estado, escasez de agua, carencia de maestros en cientos de escuelas, escuelas en pésimas condiciones donde los niños y jóvenes prefieren tomar las clases debajo de un árbol porque el calor de casi 40 grados y la sensación térmica de 45 vuelven un infierno el aula, pues no hay aire acondicionado. 

Es lógico que las condiciones descritas estén generando inconformidad y protestas públicas, pues qué ciudadano puede vivir feliz sin agua potable, sin trabajo, sin educación, sin una vida digna. La respuesta de los funcionarios en los tres niveles de gobierno debe ser la atención y solución de dichos problemas, de lo contrario, las protestas no solo no cesarán, sino que incrementarán aún más.  

A los funcionarios de hoy no se les tiene que olvidar que ellos llegaron al poder gracias a la protesta pública. Y si se les olvida, los ciudadanos se los tenemos que recordar. 

El derecho a la protesta pública costó mucho, nosotros no podemos desperdiciarlo; tenemos que defenderlo. La mejor forma de hacerlo es tomar las calles cuando se requiera.  Prohibido resignarse

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