A lo largo de lo que ha transcurrido del mandato de Andrés Manuel López Obrador hemos visto que siempre tiene abierto un frente de batalla con cualquier persona pública, instituto u organismo, y esto con la única finalidad de permanecer activo en la opinión pública, gozar de atención y reflectores, y siempre estar presente en la vida de los mexicanos, ya que, de otra forma, es muy seguro que no gozará de la popularidad y respaldo de los mexicanos que tiene ahora.
Ese no debería de ser el motivo de su popularidad, sino el de ser buen gobernante que resuelve los problemas elementales de la población mexicana, pero de eso, López Obrador, no sabe nada.
Al presidente le da lo mismo pelearse con los padres de niños con cáncer, con los propios niños enfermos y hasta tratarlos como golpistas; pelearse con periodistas, políticos, empresarios, grupos ambientalistas, organizaciones políticas, organismos autónomos y, en días recientes, hasta con la iglesia.
Todas estas discusiones, sin excepción, fueron motivadas por las críticas que estos grupos hicieron a las políticas implementadas por López Obrador y que afectan directamente el pleno desarrollo de las funciones de estos. A esto, la realidad cruda y cruel le ha dado la razón a todos aquellos que las han criticado, porque a esta no se le puede engañar. El país atraviesa los peores momentos, a pesar de que el aparato mediático presidencial se encarga, diariamente, de hacer parecer lo contrario con discursos vacíos y carentes de lógica y realidad.
Con esta estrategia, como dijo, López Obrador se ha mantenido vigente a lo largo de estos 4 años de su mandato. ¿De dónde, pues, surge este pleito del presidente si todo va viento en popa? Todo surge a raíz de las críticas de un gran sector de la población a que reconsidere la estrategia de combate al crimen organizado, en tiempos en los que las cifras de asesinatos, desapariciones, balaceras, masacres van en franco aumento, la respuesta oficial se queda y se limita a decir que vamos bien, que es la mejor estrategia que se puede tener.
El asunto se agrava cuando este mismo crimen organizado al que ya el presidente declaró que también se le protege y respeta por ser seres humanos mató a dos padres jesuitas y a un el guía turístico, este hecho, fue el dotante de otro embate del presidente hacia lo que, a mi juicio, no se había visto en todo su mandato, el clero.
¿Cuál es, entonces, el reclamo no solo de esta parte de la población, sino de todos los mexicanos? Que se actúe eficientemente en combatir al crimen organizado que ha arrebatado tantas vidas que ese discurso de que todo va bien, cada día queda rebasado y hasta cínico se escucha, que ahora se arremeta en contra del clero para intentar demeritar y quitarle importancia al hecho del asesinato a sangre fría y que esto, confrontarse con las victimas indirectas sigue siendo parte de la estrategia de AMLO para poder salirse bien librado de toda la responsabilidad que esto tiene.
Es preciso que todos nosotros vayamos midiendo las maniobras del presidente, saber cuándo sus dobles intenciones van en contra de lo que dijo defender, los mexicanos, cuando sus intereses políticos y la perpetuación de su nombre en el ámbito político pueda más que el bienestar social, el bienestar de México.
El pueblo mexicano debe aprender a identificar ese tipo de maniobras y que, de una vez por todas, se les llame a cuentas a los gobernantes en turno, el pueblo deberá hacer valer su peso, su voto y con esto, el presidente en turno no le quedará tiempo para andar levantando frentes de guerra a diestra y siniestra. Así y solo así podrá gastar sus energías en resolver los problemas que lo han venido aquejando sexenio con sexenio y que ningún partido del color que sea se ha atrevido siquiera a intentar el cambio. Morena no es la excepción. Es tiempo de que el pueblo tome las decisiones para llevar su propio rumbo.
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