Todo México se enteró de que los agricultores sinaloenses vivieron (y aún viven) una de las peores crisis en la comercialización de sus granos de maíz y trigo, pues los precios internacionales de tales granos no les favorecieron y el apoyo del Gobierno federal fue mínimo: se redujo a apoyar la comercialización de 2 millones de toneladas de maíz, de los 6 que Sinaloa produce.
Peor aun, a estas alturas muchos agricultores que entraron en el esquema de Segalmex y del Gobierno del estado aún no reciben su pago; cuestión que afecta su economía ya de por sí bastante disminuida. A esto se suma un incremento de su deuda con las financieras.
Pues bien, a esta de por sí grave situación se aúna la falta de lluvia que tiene a las once presas ubicadas en el estado en sus niveles más bajos, cuestión que pone en riesgo el ciclo agrícola 2023 – 2024.
La incertidumbre está al día y no es para menos, pues las consecuencias económicas y sociales serán de gran magnitud en caso de que las presas no alcancen un nivel mínimo suficiente.
Miles de hectáreas de maíz, trigo y hortalizas, principalmente, se quedarían sin cultivar, y las consecuencias serían de gran impacto para Sinaloa y el país. Más de 180 mil jornaleros del interior del estado y los procedentes de entidades del sur del país se quedarían sin empleo, y los precios de granos y hortalizas se incrementarían, en perjuicio de las familias mexicanas.
Junto con esto, el impacto en la vida económica de regiones netamente agrícolas del estado como El Fuerte, Ahome, Guasave, Salvador Alvarado, Culiacán, Navolato, Elota, Angostura entre otras, sería muy grave.
Ante este panorama nada alentador, ¿cuál es la respuesta del Gobierno federal encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador? Ninguna. Así como como lo lee: la Conagua y la Sader no se han pronunciado.
Preocupados como están los funcionarios morenistas en impulsar a su corcholata para la presidencia de la República, nada de los problemas del pueblo los inmuta. Serán nuevamente los productores quienes le hagan frente a esta situación, y deberán hacerlo con mucha sapiencia y organización; aprovechar esta coyuntura nada agradable para proponer medidas y enfrentar con éxito situaciones similares en un futuro.
Ante un panorama nada alentador, ¿cuál es la respuesta del Gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador? Ninguna. Así como como lo lee: la Conagua y la Sader no se han pronunciado.
Por lo pronto, y dado mi contacto con productores, me atrevo a proponer algunas medidas que ayudarían a disminuir los riesgos:
• Modernizar el sistema de riego, pues se sigue usando en su mayor parte el sistema rodado, que desperdicia muchísima agua.
• Revestir canales que actualmente son de tierra y de igual manera se desperdicia agua en grandes cantidades.
• Construir pequeñas obras hidráulicas en lugares apropiados para captar más agua de lluvia; si esto se hace en buena cantidad, los aportes serán significativos.
• Perforación de pozos en lugares con buena disponibilidad de agua en el subsuelo.
Para que todo ello sea posible, se necesitan productores dispuestos a exigir a los gobernantes inversión suficiente para el sector agropecuario; nada deben esperar de la buena voluntad de los gobernantes.
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