MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Hora de planear estrategias contra los huracanes 

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Los ciclones tropicales generan una de las mayores amenazas para la vida y los bienes, cuando se combinan las mareas de tempestad, las inundaciones generadas por las lluvias torrenciales, los vientos extremos, los tornados y los rayos el peligro aumenta considerablemente.

En los últimos 50 años, un total de 1942 desastres han sido atribuidos a ciclones tropicales, cobrando la vida de 779 324 personas y causando pérdidas por más de 78 millones de dólares en concepto de daños.

En función de la velocidad de los vientos sostenidos los ciclones que rebasan los 116 km/h. son designados como huracán, tifón, ciclón tropical severo o tormenta ciclónica severa. Los huracanes de categoría 1 son aquellos cuyos vientos máximos tienen una velocidad de entre 119 y 153km/h. Categoría 2 de entre 154 y 177km/h. Categoría 3 de entre 178 y 209 km/h. Categoría 4 de entre 210 y 249 km/h. Categoría 5 vientos máximos sostenidos superiores a los 249 km/h.

La posición geográfica de nuestro estado, Baja California Sur, se vuelve especial para el registro de fenómenos meteorológicos extremos, tales como olas de calor, sequías, heladas y los embates directos de ciclones tropicales.

El 15 de mayo se dio por iniciada la temporada de huracanes, misma que durará hasta el 30 de noviembre. De los cinco municipios, Los Cabos es el que tiene mayor registro de impactos. De 1950 al 2018, BCS tiene registrados 26 huracanes tocando tierra y 34 tormentas tropicales.

La Subsecretaría de Protección Civil Estatal ha difundido entre la población que se encuentran 174 refugios listos y se han limpiado los principales arroyos que cruzan las poblaciones sudcalifornianas. Uno de los huracanes más recientes es Odile, que el 14 de septiembre de 2014 alcanzó categoría 4, luego de alcanzar su pico de intensidad de vientos de 215 km/h. El 15 de septiembre tocó tierra cerca de Cabo San Lucas, por su paso dejó graves daños, árboles y postes de electricidad fueron derribados, bloqueando carreteras, viviendas que estaban construidas de madera y cartón fueron destruidas. Odile derribó 520 torres eléctricas, quedaron dañados 3 mil postes, 1,800 sólo en Los Cabos, dejando a 249 000 personas en todo el estado sin energía eléctrica y más de 30 000 mil turistas se quedaron varados por la cancelación de vuelos.

El paso del ciclón causó la muerte de al menos cuatro personas, también provocó daños a infraestructuras urbanas, carreteras, hoteles y casas que se calculan por encima de los 900 millones de dólares, de acuerdo con la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros. A eso hay que agregar los saqueos a negocios y fallos en el suministro de agua.

Lo cierto es que estos fenómenos sólo pueden monitorearse gracias a la tecnología, pero, es imposible detenerlos para evitar las desgracias que a su paso ocasionan, sin embargo, las 35 mil familias que siguen viviendo en zonas de alto riesgo, en el municipio de Los Cabos, tienen muy presente que muy poco se puede hacer, después de cada tragedia la única opción es volver a empezar, los grandes empresarios que tiene la capacidad de asegurar sus bienes es menos difícil levantarse, no así para  las familias pobres que van al día y con  el mínimo apoyo gubernamental de antes y de ahora no es suficiente ante tal desgracia. 

Es necesario que el Gobierno estatal y municipal empiecen a trabajar en estrategias para mitigar los riesgos en colonias donde se pueda prevenir y se destinen los recursos económicos para atender alguna situación que llegará a prevalecer. A nosotros, los que vivimos en las colonias pobres tenemos que seguir fomentando la unión y fraternidad entre los de abajo, y estar listos para lo que se avecine. Juntos es mejor.

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