Enclavado en la Sierra Nororiental de Puebla, el colibrí canta suspendido en el aire mientras bate sus alas, que resaltan sus colores al choque con los rayos del sol. Así es Huiztilan de Serdán, un municipio donde la mayor parte de la población es indígena; sin embargo, no es el caso común de indígenas en nuestro país en donde se les desprecia y humilla, no. Estos indígenas huitziltecos son personas orgullosas de sus raíces, de sus tradiciones y costumbres: son orgullosos de ser mexicanos y han trabajado para hacer de su municipio un núcleo poblacional modelo en esa región y todo el estado. Ahora, el pueblo de Huitzilan lo vuelve a hacer, salta a la palestra nacional una vez más con buenas nuevas: fue sede y anfitrión del "Concurso Nacional de Coros", que fue todo un éxito por la gran participación que hubo. ¿Y cómo es esto posible?
En la década de los 80 este municipio estaba sometido por la brutalidad e irracionalidad del cacicazgo de la zona que, aprovechándose de la bondad e ignorancia de estos campesinos los explotaban, robaban y asesinaban a su antojo para satisfacer su voraz ambición y quien trataba de liberarse de este yugo pagaba con una muerte atroz y muchas veces también sus familias. Nadie, ni las propias autoridades estatales se atrevían a salir en defensa de estas humildes familias. Treinta años después las cosas son diametralmente opuestas.
Algunas familias solicitaron el apoyo del Movimiento Antorchista Nacional para cambiar esta situación, esto implicó que cuando llegó la organización a un municipio -donde la única escuela que existía estaba clausurada por los caciques- se le tratará de forma violenta con la intención de que no interviniera en la vida de los huitziltecos. Se dio la lucha: se comenzó a organizar a los campesinos, a educarlos políticamente para exigir que fueran respetados al igual que sus derechos: la cuota de sangre que se nos cobró fue alta pero se dio la liberación del pueblo huitzilteco.
Ahora, como fruto de esa ardua y larga lucha que nos arrebató a muchos hombres y mujeres buenos, Huitzilan es una perla, un ejemplo a seguir: cuenta con la cadena educativa desde el nivel preescolar hasta una Normal Superior, es decir, este municipio indígena forma a sus profesionistas; tiene una envidiable unidad deportiva, un Centro de Salud con Servicios Ampliados que atiende a más de 50 mil personas, sus comunidades gozan de agua potable, electrificación, pavimentación de calles, entre muchas otras cosas. Esto les ha permitido, ahora, desarrollarse en actividades deportivas y culturales que alimentan el espíritu y el intelecto. Esto es un claro ejemplo de lo que busca Antorcha para los millones de mexicanos confinados a la pobreza.
Aunque es necesario que la gente pueda atender primero las necesidades básicas como el alimentarse o curarse para poder atender después estas otras necesidades intelectuales, deben a su vez, ser un complemento de sí mismas para crear en el hombre aspiraciones de una mejor vida y vaya teniendo las herramientas necesarias para conseguirlo, sólo así el hombre puede ser libre de mente y cuerpo. A través del arte se puede interpretar y reflejar los problemas sociales y a su vez posibles soluciones; mediante el deporte se forja y se templa el carácter y la disciplina para llevar acabo esas soluciones; con la ciencia se puede obtener las herramientas necesarias para esa transformación y con la política hacer conciencia en nuestros germanos de clase de esto mismo.
Esto ha pasado con el pueblo indígena huitzilteco, se ha transformado en un municipio desarrollado material e intelectualmente que ahora es capaz de albergar este tipo de eventos que sólo Antorcha realiza en el país, así como el Concurso Nacional de Voces en Hidalgo, el Concurso de Folclor Internacional en Oaxaca, el Encuentro Nacional de Teatro en San Luis Potosí, el Concurso Nacional de Declamación en Tabasco y las Espartaqueadas en Tecomatlán. Este es el resultado de la política de Antorcha y el trabajo arduo y disciplinado de los millones de antorchistas. Así pues, la fuerza se adquiere avanzando.
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