México vive un momento desgarrador ante los efectos que el huracán “Otis” causó en el estado de Guerrero y por la lamentable afectación a la población. Las imágenes que hemos visto son desoladoras, pero más dramáticas son las vivencias narradas por quienes resintieron el paso de dicho fenómeno.
Tormentas o huracanes son inevitables, como parte de la naturaleza, pero también debemos ser conscientes de que el aumento en su intensidad se debe a que como humanidad hemos alterado nuestro ambiente por el calentamiento global.
Las consecuencias de esta falta de conciencia y actuar se suma la falta de una política de educación y concientización de la población al respecto, traen que los fenómenos se incrementen y, por otro lado, se transformen con consecuencias más severas. El huracán “Otis”, por lo que han expresado los científicos, tuvo un comportamiento muy diferente en su evolución de tormenta a huracán de categoría 5, al parecer en menor tiempo que los que históricamente se habían presentado, pues en doce horas alcanzó esta categoría.
No sólo se debe ser solidario con Guerrero: debemos ver más allá, pues se están violando derechos y esto la gente se lo va a cobrar en algunos años.
Los efectos desoladores en el estado de Guerrero plantean interrogantes de derechos humanos de la población afectada, pues van desde el derecho a la vida, la integridad, el derecho al acceso a información veraz y oportuna hasta el derecho a la verdad y derechos patrimoniales de propiedad, como es el derecho a la vivienda; a la subsistencia, a mantener el empleo, a la salud, no sólo física sino emocional, entre otros.
Una primera interrogante es con qué anticipación las autoridades federal y estatal conocieron no sólo del hecho sino de la posible intensidad que podría desarrollar, con independencia de que las instancias competentes lo investiguen.
También deberán indagar qué acciones preventivas y de alerta se desplegaron para mitigar el impacto, y si fueron acordes a la situación o hubo violaciones a derechos humanos por omisión de las autoridades.
Lo prioritario y urgente es la atención a la población, y las autoridades en los tres niveles de gobierno deben atenderla, no sólo desde la perspectiva humanitaria sino desde una perspectiva de derechos humanos, con un enfoque diferenciado y reforzado hacia los sectores en condiciones de mayor vulnerabilidad, con transparencia y objetividad.
No sólo se debe ser solidario; debemos ver más allá, pues se están violando derechos, y esto la gente se lo va a cobrar en algunos años. Por eso el Movimiento Antorchista invita a que aun en las tempestades y adversidades, el pueblo esté unido para así mantener su fuerza y el poder político, además de apoyar y hacer valer los derechos que hoy se están violando.
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