Tecomatlán, Puebla, un municipio que parece salido de las páginas de la historia más vibrante de México, está de fiesta. Del 2 al 9 de marzo, este lugar, considerado la cuna del Movimiento Antorchista Nacional, celebró “La feria de la unidad entre los pueblos”, un evento que no sólo es una fiesta popular, sino también un símbolo de lucha, organización y resistencia.
Con poco más de 130 mil visitantes, la feria es un testimonio vivo de cómo la organización puede transformar la realidad de un pueblo y convertirlo en un faro de esperanza y progreso.
Desde desfiles de carnaval hasta jaripeos, bailables tradicionales y concursos gastronómicos, la feria es un mosaico de expresiones culturales que reflejan la riqueza de México.
El Movimiento Antorchista, fundado en la década de los setenta bajo la guía del maestro Aquiles Córdova Morán, tiene sus raíces profundamente arraigadas en Tecomatlán. Desde sus inicios, la organización ha sido un bastión de la lucha por la justicia social, buscando mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos a través de la educación, la cultura y la organización popular.
La feria anual de Tecomatlán es, en muchos sentidos, la materialización de esos ideales. No es sólo un evento de esparcimiento, sino una demostración de lo que puede lograrse cuando una comunidad se une en torno a un objetivo común.
Lo que hace única a esta feria es su carácter incluyente y su enfoque en la cultura y el desarrollo de la comunidad. A diferencia de otras celebraciones que suelen centrarse en el lucro, la feria de Tecomatlán se distingue por ser un espacio de convivencia familiar y de acceso gratuito.
Desde desfiles de carnaval que representan la diversidad cultural de estados como Oaxaca, Guerrero, Estado de México y Ciudad de México hasta jaripeos, bailables tradicionales y concursos gastronómicos, la feria es un mosaico de expresiones culturales que reflejan la riqueza de México.
Además, eventos deportivos y actividades artísticas buscan elevar el nivel cultural e intelectual de los asistentes, demostrando que el entretenimiento también puede ser una herramienta de transformación social.
La organización de la feria es un ejemplo de cómo el antorchismo ha logrado movilizar a todo un pueblo. Autoridades municipales, instituciones educativas y miles de estudiantes, desde nivel preescolar hasta profesional, trabajan durante todo el año en actividades como rifas, boteos y kermeses para recaudar fondos.
Estos esfuerzos no sólo financian la feria, sino que también fomentan un sentido de pertenencia y responsabilidad colectiva. La limpieza de calles, el cuidado de áreas verdes y la reforestación son tareas en las que participa la mayoría de los habitantes, creando un ambiente de colaboración y orgullo comunitario.
Tecomatlán, conocido como “La Atenas de la Mixteca”, no es sólo un referente cultural y deportivo en la región, sino también un modelo de progreso. La Espartaqueada, un evento anual que congrega a miles de participantes de todo el país, es otra muestra de cómo este municipio ha logrado posicionarse como un ejemplo de desarrollo integral.
La feria, en este sentido, es una extensión de ese espíritu de unidad y superación que caracteriza al Movimiento Antorchista.
En la inauguración de la edición 2025, el ingeniero Aquiles Córdova Morán, líder histórico del antorchismo, hizo un llamado a la unidad entre los pueblos, especialmente en un contexto global marcado por la incertidumbre y los conflictos internacionales. Su discurso resonó con fuerza:
“La patria es el suelo que pisamos, la tierra que cultivamos y es el solar donde vivimos”.
Sus palabras son un recordatorio de que la defensa de la soberanía y la justicia social no son tareas exclusivas de los gobiernos, sino responsabilidades que recaen en todos los ciudadanos, especialmente en los más humildes.
La feria de Tecomatlán es, en última instancia, una celebración de la resistencia y la esperanza. Es un recordatorio de que, a través de la organización y la unidad, es posible construir un futuro mejor.
En un mundo donde las divisiones y los conflictos parecen dominar el panorama, este pequeño municipio de Puebla nos muestra que la verdadera fuerza reside en la capacidad de unirse, educarse y luchar por un bien común.
El Movimiento Antorchista, con su legado de lucha y organización, sigue siendo un faro que ilumina el camino hacia una sociedad más justa y equitativa. Y en Tecomatlán, esa luz brilla con especial intensidad.
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