Ya está más que comprobado que el capitalismo o la “economía de mercado” como suelen llamarle los panegiristas de este sistema social para tratar de ocultar su esencia depredadora y rapaz, no busca el bienestar de los ciudadanos sino cómo obtener las mayores ganancias; por eso en nuestra actual sociedad a la gente sólo se le ve desde el punto de vista de la utilidad de su mano de obra, no de sus problemas sociales, de éstos, cada quien debe de ver cómo se las rasca con sus propias uñas.
Por ello es frecuente escuchar y ver los choques entre la sociedad y gobierno (apoyando a los grandes empresarios) que intercede para que comunidades o ejidos vendan sus tierras y puedan asentarse ahí grandes empresas como son las compañías mineras, CFE, embotelladoras de refrescos y muchas otras más; a las primeras las vemos resistiéndose a entregar sus recursos naturales, a los segundos señalando que solo buscan desarrollar la economía y generar mayores fuentes de empleo en beneficio de toda la sociedad.
Los resultados finales de estas disputas son la mayoría de las veces, beneficios para las grandes empresas mientras que las comunidades son saqueadas de sus recursos naturales, olvidados los compromisos contraídos con ellas y, ahí donde las mismas se disponen a exigir el cumplimiento de los acuerdos se les tacha de revoltosos, opositores al progreso y se les reprime.
Esto lo podemos ver en la lucha que actualmente están dando varias comunidades del municipio de Cadereyta adheridas al Movimiento Antorchista en el estado de Querétaro. Es importante decir que en el año 2006 se construyó el Acueducto II para llevar agua a la capital y sus municipios de la zona Metropolitana desde los manantiales ubicados en la ribera del Río Moctezuma, en la comunidad de Maconí, Cadereyta.
Las comunidades accedieron a otorgar al gobierno del estado de Querétaro (a través de la Comisión Estatal del Agua) el permiso para extraer el agua y llevarla a la ciudad a cambio de que este último llevara obras y servicios, ¡ojo! el agua potable, o sea que, las comunidades que estaban cediendo su agua, no tenían agua entubada, además del vital líquido necesitaban también construcción de escuelas, energía eléctrica, etcétera.
El gobierno aceptó y firmó en su momento un documento donde se comprometía a resolver la problemática social planteada por los habitantes de esas comunidades que vivían y viven todavía con muchas necesidades. Pues bien, hoy estamos ya en el 2022, a dieciséis años de haberse dado el convenio y de haberse puesto en operación el Acueducto II, y el gobierno aún no ha cumplido lo que firmó.
Estamos pues ante un asunto nada sencillo, un problema grande porque se trata ni más ni menos que del agua potable que se abastece a la ciudad de Querétaro y su zona metropolitana con una población de 1 millón 595 mil 912 habitantes y que en ella se encuentran ubicadas importantes industrias como la automotriz, la de plásticos y metales, la aeroespacial, entre muchas otras más.
La lucha es desigual, estamos ante el poder del Estado que representa y defiende los intereses económicos de las grandes compañías y ante la lucha de campesinos humildes indefensos que sólo exigen justicia.
Esta situación de incumplimiento a sus demandas acordadas por escrito con el Gobierno estatal, de engaños y maniobras, de una clara política oficial de negarse a cumplir lo concertado, es la que orilló a los campesinos a buscar un respaldo social a su lucha. Ya con Antorcha a la cabeza de esta importante lucha se retomó la gestoría y es así como después de muchas negociaciones y de acuerdos tomados con las autoridades e incumplidos por las mismas, la gente decidió protestar instalando un plantón permanente frente al palacio de gobierno para exigir solución a sus problemas.
Ya van casi dos meses de protesta social y el Gobierno del estado de Querétaro sigue indiferente ante los reclamos de los campesinos. ¿Cómo entender esta cerrazón de las autoridades a introducir obras y servicios pactados con las comunidades que están cediendo su agua para desarrollar al Estado?
La respuesta ya la comenté atrás, los gobernantes de derecha, de centro y hasta de “izquierda” como los de la 4T en el capitalismo no están pensando en cómo favorecer a la población, sino cómo dejar planchado el camino para que las grandes compañías hagan negocios y obtengan grandes utilidades. Los mueve pues, el lucro y el interés de la ganancia.
El que el pueblo disfrute de sus recursos naturales como el agua, la tierra, los minerales, etcétera, y del mismo desarrollo económico, requiere que se cumpla la condición de que este pueblo se organice y luche, para que lleve al poder, a gobernar, a gente comprometida con su clase social, de lo contrario, la sociedad seguirá padeciendo la indiferencia vista aquí hacia las comunidades de Cadereyta.
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