Y aquí seguimos, en nuestro moderno viacrucis. Solo que, a diferencia del nazareno, los mexicanos no cargamos precisamente una cruz, sino que, en su lugar, llevamos a cuestas las consecuencias de una fallida estrategia gubernamental de seguridad, que, por lo que ya vemos, finalmente sirve para lo mismo: para sacrificarnos en ella.
Ya fue Viernes Santo; y antes de pasar a la esencia de mi opinión, quiero dejar aquí algunos datos que espero sean de alguna utilidad a mis escasos lectores. Veamos. Se sabe ya que el viacrucis, es una de las prácticas de oración más extendidas y promovidas por la iglesia católica; se realiza el Viernes Santo y todos los viernes de la cuaresma, y refiere los diferentes momentos vividos por Jesús de Nazaret desde su prendimiento hasta su ejecución en la cruz o crucifixión, sepultura y posterior resurrección. También se le conoce como “estaciones de la cruz” o “vía dolorosa”. Se supone que la recreación o escenificación de este mítico suceso, se trata de un acto de piedad, un camino de oración basado en la meditación de la pasión y muerte de Jesucristo, en su camino al monte Calvario. El camino representa una serie de catorce imágenes de la pasión, denominadas estaciones, correspondientes a incidentes particulares que, según la tradición católica, Jesús sufrió por la salvación de la humanidad, basados en los relatos evangélicos y la tradición.
Es esto, precisamente, lo que se conmemora los últimos días de la llamada Semana Santa. Hoy, ya cada vez son menos los que se suman a las múltiples procesiones que se suelen escenificar en muchos lugares; pero cada vez son más, aunque no tengan ni un quinto partido por la mitad, los que suelen aprovechar el asueto obligado que las autoridades laborales y educativas se ven obligadas a otorgar.
Pero, se suele usar también el término viacrucis, como expresión que acostumbra el pueblo para referirse a un camino lleno de todo tipo de dificultades y sacrificios, por el cual se debe de transitar, si se quieren alcanzar ciertos objetivos o metas necesarias. Pues bien, es en este sentido, precisamente, en el que yo lo quiero utilizar hoy, mutatis mutandis, para referirme a la terrible e interminable cadena de sucesos violentos que estamos sufriendo a cada rato los colimenses, de camino, se supone, a la tan esperada tranquilidad social que merecemos, es decir, la resurrección de nuestra seguridad.
Y no es que quiera yo pecar de sacrilegio, pero, si según la tradición católica, para los romanos bastaron unos días y 14 estaciones de tortura para martirizar y finalmente ejecutar a Jesús en una cruz; entonces, lo que hoy hacen con los mexicanos los gobiernos que se auto proclaman de la Cuarta Transformación, no tiene ya comparación histórica. Todo empeoró con la condena surgida de un proceso electoral del año 2018; luego, comenzaron los ya casi cinco años de la estrategia de seguridad aquella, llamada: “abrazos, no balazos”; con eso, vinieron los innumerables sucesos violentos por doquier, que, a manera de “estaciones de nuestra pasión”, nos torturan a diario con el sufrimiento doloroso de la tragedia; y, como final que se prolonga son fin, homicidios dolosos por doquier, incluso por montones. ¿Habrá acaso también para los mexicanos un monte Calvario al final del suplicio, algún día? Pues, si la resurrección de la habla la tradición católica es cierta, sinceramente yo espero que sí. México necesita resucitar.
Y como muestra dolorosa de la tragedia que inmerecidamente sufrimos, tenemos al más pequeño de los estados, Colima. Aquí, pareciera que se concentra sin medida el desprecio gubernamental en materia de seguridad.
La capital colimense y su zona metropolitana es de reconocimiento mundialmente, pero por sus altos índices de violencia. “Colima, la ciudad más violenta del mundo en 2022, según el Ranking de las 50 ciudades más violentas del mundo, que realiza cada año el Consejo para la Seguridad Pública y la Justicia Penal. Colima registró una tasa de 189.94 homicidios por cada 100,000 habitantes, la tercera más alta desde que se empezaron a realizar estos estudios en 2009”. (El País México, 20 de febrero de 2023). Y, dígase lo que se diga, el año que corre no pinta mejor; suman 198 asesinatos en el primer trimestre: “Las estadísticas difundidas refieren que, en enero de 2023, se cometieron 70 homicidios dolosos; en febrero la cifra disminuyó a 45 asesinatos, pero en marzo se presentó la cifra más alta en lo que va del año, con 83 víctimas por este delito”. (Diario de Colima, 5 de abril de 2023).
En el tema de las desapariciones forzadas también somos nota nacional. “De acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y no Localizadas (RNDPDNO), hasta este día, 27 [de febrero de 2023] hay en Colima mil 494 personas en esta situación, de las que mil 59 son del sexo masculino y 431 del femenino. El municipio con el mayor número de mujeres desaparecidas y no localizadas es Manzanillo, con 114 casos; seguido de Colima, con 104; Tecomán, con 80 y Villa de Álvarez con 49”. (Proceso, 28 de febrero de 2023).
En cuanto el asesinato de mujeres, la nota la dio, justo en el mes que se conmemora a la mujer, el vocero de la Mesa de Coordinación Estatal para la Construcción de la Paz: “…hasta el viernes 24 de marzo, se habían cometido 65 homicidios dolosos en el mes. De ese total, 24 correspondían a víctimas del sexo femenino, es decir, que, hasta ese momento, en la entidad, una mujer había sido asesinada cada día en marzo”. (Diario de Colima, 29 de marzo de 2023). En la misma nota, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), afirmó que la entidad ocupa la primera posición en la tasa nacional de homicidios dolosos, con 3.64 víctimas por cada 100 mil mujeres.
Y finalmente otra estación del viacrucis colimense. “Colima ocupa el segundo lugar nacional de fosas clandestinas”; el cuerpo de la nota dice así: “La Comisión Nacional de Búsqueda de Personas (CNB) de la Secretaría de Gobernación, publicó el mapa y la estadística de las 2 mil 710 fosas clandestinas halladas desde el 1 de diciembre de 2018 al 30 de enero de 2023. Los estados con mayores fosas clandestinas encontradas en el actual sexenio son: Veracruz, con 323; Colima, a pesar de ser uno de los estados con menor población y extensión territorial, con 305; Sinaloa, con 246; Guerrero, con 229; Michoacán, con 213; Jalisco, con 168; Guanajuato, con 144, y Sonora, con 152”. (Diario de Colima, 26 de marzo de 2023). Y esta última de las tragedias que refiero, no es para menos; los colimenses ocupamos, según Inegi, tan sólo el 0.3 por ciento del territorio nacional, pero el 11.25 por de todas las fosas clandestinas encontradas hasta ahora.
Los especialistas en la tradición del viacrucis, dicen que, Jesús, en el último suspiro de su doloroso tormento en la cruz, exclamó: “señor, perdónalos, no saben lo que hacen”. Pero el antiguo imperio romano desapareció para siempre. No desesperemos. El espíritu solidario de la organización popular también resucitará. No hay mal que dure para siempre; el pueblo lo sabe.
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