El domingo primero de septiembre, el Movimiento Antorchista festejará 36 años de lucha en Chimalhuacán, Estado de México. En 1988, Pablo Domingo Ramírez Soriano, entonces director de la Primaria Emiliano Zapata, del Barrio Alfareros, misma que el Gobierno del estado quería quitarles, fue a buscar el apoyo de los estudiantes y maestros de la Preparatoria Lázaro Cárdenas del Río, ubicada cerca del Metro Balderas, en la Ciudad de México. Dado que sus razones eran contundentes, el biólogo Tolentino Román Bojórquez y varios jóvenes como Miguel Ángel Casique, Carlos Ugalde, Juana Bautista, Cecilia Hernández y otros acudieron al llamado.
Así inició el trabajo antorchista en Chimalhuacán, una ciudad que carecía de todo y estaba sometida al cacicazgo de Guadalupe Buendía, alias “La Loba”, una mujer apadrinada por funcionarios y gobernadores del Estado de México, quienes le permitían enriquecerse imponiendo a presidentes municipales, a la mayoría de los funcionarios del ayuntamiento y extorsionando a la población mediante el cobro de la recolección de la basura, las pipas de agua, los terrenos y operando la delincuencia que hacía de las suyas en una zona tan marginada.
Tras la lucha en la primaria, varios grupos de vecinos oprimidos por el cacicazgo buscaron la ayuda de Antorcha. Entonces se desplegó un movimiento organizativo, al que se sumaron decenas de miles de personas.
En doce años, Antorcha había logrado ya una fuerza muy importante en el municipio y, junto con el Proyecto Nuevo Chimalhuacán, decidió pelear la presidencia municipal. Llevaron como candidato a Jesús Tolentino y ganaron con amplia ventaja al candidato de La Loba.
El 18 de agosto del 2000, en el momento de la toma de protesta del nuevo presidente municipal, La Loba y sus sicarios masacraron a los vecinos que iban al festejo: diez muertos y más de 90 heridos de bala, todos antorchistas.
Años más tarde, debido a las presiones de Antorcha, La Loba fue a prisión, en donde murió de covid hace unos años.
En el año 2000, Chimalhuacán no tenía calles pavimentadas, ni escuelas de nivel superior o universidades, ni camiones recolectores de basura, se inundaba con cada aguacero, la delincuencia reinaba, no había policía, no había empleos, no había parques, ni teatros, ni unidades deportivas, y el servicio de energía eléctrica, de agua potable y de drenaje era una excepción de la que solo disfrutaban los vecinos del centro. En su avenida principal se tiraba el escombro, la basura y los animales muertos.
Cuando Antorcha llegó a gobernar, se comenzó a pavimentar una calle por día, se modernizaron las avenidas principales con lámparas modernas, camellones con jardines y estatuas realizadas por los canteros; se construyeron primarias, secundarias, bachilleratos y universidades, se compraron camiones modernos para recolectar basura, se perforó un sistema de drenaje profundo que evitó que Chimalhuacán se volviera a inundar debido a las lluvias.
Asimismo, se redujo la carencia de servicios básicos de la población, que en el año 2000 era superior al 30 % y en el 2020 era sólo de 1.7 % (es decir, casi todos los habitantes ya tenían todos los servicios básicos).
También se construyeron 32 pozos de agua potable, se modernizó la policía y se convirtió en una de las más eficaces del país (con modernas patrullas y camionetas); se construyeron recintos de entrenamiento y vigilancia para disminuir, al mínimo, la delincuencia.
El municipio se hacía cargo de la salud de la gente a través de los centros de desarrollo comunitario, la farmacia municipal y el Centro de Rehabilitación e Integración Social, que daba atención a los discapacitados.
En el año 2000, el analfabetismo era de 6.2 % de la población y para el año 2009 levantaron bandera blanca gracias a la reducción, debido a los programas de enseñanza de los cubanos.
Se construyeron teatros como el Teatro Acolmixtli Nezahualcóyotl y varios otros recintos de arte modernos. Se construyeron casas de la cultura y unidades deportivas. La feria del municipio se convirtió en una gran fiesta popular gratuita.
Además, construyeron el Mexibús, con lo que se mejoró el transporte de los trabajadores. Y se construyó la estatua más alta de Latinoamérica, llamada “El Guerrero Chimalli”, por parte del escultor mexicano Sebastián.
Antorcha cambió a Chimalhuacán en pocos años, y eso lo reconocieron hasta los críticos más duros. A pesar de que ya no contamos con la presidencia, por razones que aquí no explicaremos, seguimos siendo la organización más poderosa en el municipio, y eso se demostrará en el evento del primero de septiembre, al que acudirán decenas de miles de chimalhuacanos.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario