La literatura en México es una de las más prolíficas de la lengua española. Tiene autores reconocidos a nivel internacional tales como: José Emilio Pacheco, Juan José Arreola, Octavio paz entre otros no menos. Tiene sus antecedentes en la literatura de los pueblos indígenas de Mesoamérica. Por otro lado México ha sido culturalmente un país alejado de la lectura. Hace un siglo registraba aproximadamente 82 por ciento de analfabetismo. Justo cuando México se alfabetizaba, la televisión había perneado la vida recreativa de los mexicanos en dimensiones extremas: hoy, a pesar de que la mitad de la población vive en pobreza, 95 por ciento de los hogares tienen televisión. Según cifras de la UNESCO, México se ubica el penúltimo lugar en lectura de 108 países, en promedio el mexicano lee menos de tres libros al año y dedica tres horas a la semana a la lectura extraescolar en comparación con Alemania que lee alrededor de doce.

Cuando practicamos la lectura se activan procesos cognitivos que enriquecen la mente. Algunos estudios vinculan la lectura, incluso, al incremento de la felicidad. Cuando se lee un libro, una historia paralela nos acompaña como una especie de sombra que alimenta nuestras vivencias. Leer, sobre todo literatura mexicana, nos permite reconocernos en la mente de otro, en este caso el escritor, provocando sentirte acompañado, además de las bondades anímicas que ello implica, fortalece nuestra mente; nos permite conocer nuestra historia y nuestro pasado, para trasladarlo a nuestro presente; nos hace sensible a los problemas de otros. Según la Encuesta Nacional de Lectura 2012, sólo 4 de cada 10 personas en México leen, al 60 por ciento de los jóvenes sus padres les inculcaron este hábito, el 63.8 por ciento de los encuestados no tenían hábitos de lectura en su infancia, el 48 por ciento de los jóvenes nunca han visitado una biblioteca y un 42 por ciento de la población dedica su tiempo libre a ver televisión y sólo 12 por ciento prefiere leer.

El hábito de la lectura debe apoyarse en el gusto y este debe inculcarse tanto en el hogar como en la escuela. La sociedad debe concebir la experiencia de leer como una actividad enriquecedora, leer es un disfrute, no un castigo o una obligación; libera y amplía la perspectiva; engrandece y promueve la imaginación, refuerza la identidad tanto individual como colectiva. Hay que implementar seriamente una campaña a favor de nuestra literatura, donde se le invierta realmente a la educación; invertir a la educación no es decirle a los estudiantoas que escuchen bien lo que te dice el maestro detrás del monitor, es más complejo todavia.

No es imposible brindrar educación de calidad y fomentar un a las personas con hábitos de lectura y un nivel elevado de compresiónlectora, no es necesario mirar a otros paises, pues en el pequeño municipio de Tecomatlán, Puebla, ya se trabaja de ese modo, bridandole una educación integral al estudiante, desde el preescolar hasta el nivel profesional.

Por eso es indignante ver como los gobiernos se pasan por el arco del triunfo los derechos de los estudiantes y maestros, asignando migajas de recuros para ambos. Ante el venidero proceso electoral, los gobiernos empezarán con sus ajustes, moviendo dinero de un lado, para ponerlo en los bolsillos de otro, posiblemente otro candidato que nos sangrará en la siguiente administración.