En nuestro país la oferta cultural es escasa, principalmente en los sectores sociales marginados de la ciudad y el campo, agudizándose durante los últimos 19 meses que llevamos de pandemia, el impacto provocado en este sector ha sido devastador, tanto en las instituciones públicas, como privadas e independientes. Todas las actividades de este ramo fueron las primeras en suspenderse y serán las últimas en reiniciar; hasta el día de hoy son muy pocos los foros abiertos y con asistencia regulada a menos del 50%. Sumándole que las disciplinas artísticas se practican no como un instrumento donde se forje al individuo con nuevos hábitos y valores, que contribuyan a formar una sociedad diferente, ese prototipo de sociedad que todos añoramos. Las disciplinas se practican y se lanzan al mercado como una mercancía que se ofrece al que pueda comprarla y se pone al alcance de quien puedan pagarla; está claro que las zonas marginadas carecen de todo acceso de práctica y disfrute de las artes. Las masas humildes no solo tienen carencia de pan, vestido, vivienda, servicios, sino que también de recreación artística, sumergida en un mundo con carencia material y espiritual. Los más humildes, los que no tienen, por razones de su condición social, acceso al arte oficial o al arte comercial, el rezago social es pleno, como lo muestra la realidad.
Conceptualizando a las bellas artes como el conjunto de disciplinas creadas por el ser humano que expresan una visión sensible del mundo, ya sea real o imaginario, mediante recursos plásticos, lingüísticos o sonoros, que expresan ideas, emociones, percepciones y sensaciones, valiéndose de la inteligencia, la sensibilidad, la creatividad y la imaginación, capaces de suscitar en el ser humano, el llamado goce o placer estético. Llevar a la practica el concepto más amplio de lo que engloban las artes requiere de un profunda labor educativa dentro y fuera de las aulas, involucrando a todos los actores sociales, diseñando nuevos planes de estudio, invirtiendo el mayor recurso financiero que exijan estas nuevas tareas, hacer que los 29 millones de jóvenes que están en edad de estudiar, pasen todos los niveles educativos y al finalizar sus estudios, dominen alguna disciplina artística o deportiva, porque hasta hoy es muy baja la población estudiantil que al terminar sus estudios domina alguna disciplina, en su mayoría se cumplen los panes y programas de estudio a medias y burocráticamente. Hay datos estadísticos serios en nuestro país, que demuestran el bajo porcentaje de jóvenes que practican y dominan alguna disciplina artística, como danza o baile, 7%; música,13%; poesía y teatro, 0.3%; escultura, 0.1%; arquitectura, 1%; pintura, 0.3% y el cine, 0.003%. La meta debería de ser que cada uno de los mexicanos practicara algunas de artes, para adquirir conocimientos y desarrollar habilidades.
En su mayoría los ciudadanos coinciden que practicar algunas disciplinas artísticas hace que las personas sean más inteligentes, sensibles y felices. Pero la forma tan deficiente y tan desviada en que nuestra sociedad maneja la cuestión artística, en vez de acercar a los jóvenes y a las masas al arte, lograr hacer que lo entiendan, lo practiquen y lo amen, produce el efecto contrario. Hay mucha gente, sobre todo los jóvenes, que no quieren ni hablar de las disciplinas artísticas, sean de danza, baile, poesía, teatro, oratoria, arquitectura, pintura o cine, porque creen que eso ya pasó de moda, que es para gente anticuada y una pérdida de tiempo intentar practicarlas u observarlas. Pero, si un día queremos salvar al mundo del colapso en que se encuentra, necesitan que los gobiernos y las autoridades educativas inviertan en serio en la enseñanza de las bellas artes desde nivel básico hasta nivel universidad. Materializando el siguiente planteamiento del líder del Movimiento Antorchista Nacional. “Las bellas artes deben ser un instrumento para conocer y entender la realidad e inmiscuirse en lo más profundo de las desigualdades e injusticias sociales para que enseñen al pueblo la realidad política, económica existente”. Para ello, necesitamos masificar esta importante actividad, tarea nada sencilla pero importante y decisiva, nuestra sociedad actual la necesita.
El antorchismo ha trabajado con sus propios y modestos esfuerzos, “durante décadas para hacer del arte una poderosa arma transformadora del hombre, de su conciencia, sensibilidad y voluntad, haciéndolo mejor, con sentimientos y pensamientos más elevados, haciéndolo más solidario, tolerante e inteligente, y por lo tanto más capaz de convivir con sus semejantes y de ayudarlos a vivir una vida más plena”, tarea que hasta hoy no hemos dejado de hacer y nuestros grupos culturales sembrados a lo largo y ancho del país son una muestra de ello. Porque “el arte genera ideas elevadas en el hombre, lo emparenta con los grandes valores de la humanidad como la belleza, la bondad, la verdad, la tolerancia, lo acerca al mundo de las ideas superiores y lo aleja de los sentimientos bajos de la envidia, la mezquindad, el egoísmo, la ira, el deseo de hacer daño”. Esta es precisamente la gran tarea que nos hemos trazado a mediano y largo plazo hacer con todos los humildes de esta patria.
Pues la promoción del arte es una de las tantas tareas que realiza nuestro movimiento desde hace 21 años en Sonora, por ello, invitamos a todos los jóvenes de las colonias populares ubicadas en Hermosillo, a practicar, difundir y disfrutar la disciplina artística de baile y danza. Se estarán impartiendo clases en el oriente de la capital en la colonia Café Combate, en el centro Hábitat, los días lunes, martes y miércoles en un horario de 4 a 6 pm., y los jóvenes que viven en las colonias ubicadas en el norponiente de la ciudad, podrán asistir a la colonia La Antorcha en las instalaciones de la primaria, los días lunes, miércoles y jueves de 4 a 6 pm. Todas las actividades son gratuitas esperamos que muchos jóvenes decidan invertir un poco de su valioso tiempo en practicar estas dos disciplinas artísticas.
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