Los pobres de la Ciudad de México están de luto. Aquella sedicente izquierda que tomó el control de la capital del país en 1997, está cobrando factura como parte del proceso de descomposición corrompida por el poder y el dinero. Aunque Morena se levantó para deslindarse de lo dicho anteriormente, mona se quedó, pues los mismos señores que conformaban la cúpula del perredismo, son los que ahora cubren los puestos de dirección del país. De ahí, que en el momento del ocurrido trágico accidente el pasado lunes 3 de mayo, no pudieron, como nos tienen acostumbrados, echarle la culpa al “neoliberalismo” de los años anteriores. En muy poco tiempo el partido en el poder se está quedando sin salida debido a que los problemas que está generando o avivando no tendrán más remedio que su destitución o su dictadura. Podrá sonar trillado, pero es en su totalidad una verdad aplicable a todos los pueblos: solo si los mexicanos, y dentro de ellos los que sufrimos directamente algún tipo de carencia pues somos la mayoría, nos organizamos para caminar en la dirección que mejor nos convengan, podremos augurar una vida más llevadera; después será muy tarde. A continuación, un apunte que nos aproxime a entender la valía del arte imbricado en largo camino de concientización y organización de los pueblos.
De acuerdo con los estudiosos del tema, fue con el pensamiento moderno encarnado en su origen en Machiavelli y Descartes, quienes postularon, el primero en el terreno de la política y el segundo en el estudio del hombre, el inicio de entender al hombre “más allá del bien y del mal”. El hombre debía alejarse y rechazar todas las ambigüedades y mitos que lo intentaban caracterizar para darle paso al monopolio de la razón, pues no hay otro vehículo que nos acceda a la verdad. Pero el reinado de la razón victoriosa no duro mucho debido a que su pretensión entró en crisis en el siglo XVIII. La resonancia de la explicación a esta crisis se hizo notoria no bien entrado el siglo XX, pues de ello dependía, según entiendo, la explicación de la existencia propia. En la búsqueda de la crisis moderna se encontró el estímulo para buscar en el pensamiento de la Grecia antigua la definición de lo que se buscaba. En el anhelo de esta superación se pensó en la raíz como la causa última que al mismo tiempo diera luz para salir de la oscuridad de la crisis.
Llegados a este punto y situados en el ática, los estudiosos han ahora dilucidado sobre que es aquello que nos produce el entendimiento, si el “pensamiento teórico” o el “poético”. A menara de ejemplo, para elucidar el concepto de justicia han puesto como ejemplo desde el pensamiento teórico a la República de Platón y para el poético la Orestíada de Esquilo. Un argumento central que sostiene la defensa de la tragedia como el mejor el vehículo para el entendimiento es que la justicia no algo puramente pensado del cual se pueda dar una definición debido a que es un modo de relación de una comunidad, es decir, no es accesible a partir de las acciones de los hombres.
Pero el lenguaje poético tiene de sí otro atributo. Todo poema (lo que ahora diremos, todo género literario) es un estímulo a la imaginación. Para un espectador o lector del drama es una imaginación que estimula viajar por el mundo de ayer y hoy. Este poder no consiste en imitar la realidad sino en estimular la producción de nuestra imaginación para que veamos lo que el poeta desea que veamos. Aristóteles en su Poética señalaba que toda producción poética, sea trágica, cómica, danza, canto, es mimética. El doctor Antonio Marino ha precisado que la mimesis no es propiamente una imitación (si nos situamos en la dramaturgia) del cual echa mano el actor para hacer el mensaje al espectador, la tragedia (en nuestro ejemplo de la Orestíada) es mimética en cuanto organiza y da forma a un todo que hace posible “el reconocimiento” entre el actor y el espectador.
Solo si se cumple el acto en el cual me reconozco a mí mismo y a mi mundo en el otro, podremos decir la mimesis de la tragedia ha logrado su cometido (aunque para el caso de la tragedia griega, precisa el doctor Marino, es indispensable que el espectador tenga conocimientos históricos y filosóficos para su perfecta comunión en el acto). La mimesis es lo que hace posible el descubrimiento de lo que hay en común. De ahí que, dicen los estudiosos, la producción poética es el medio privilegiado para la producción de ideas abstractas como la justicia, porque solo la mimesis puede a la vez representar de manera completa la naturaleza humana e inducir en el espectador las emociones idóneas para cumplir su cometido.
Ahora que pareciera que estamos extraviados en un laberinto del cual no es difícil salir, habría que echar mano de la poética y su elemento mimético como mapa del cual agarrarnos para remover conciencias, como lo viene haciendo el Movimiento Antorchista desde hace 47 años. Solo si se cumple el acto en el cual me reconozco a mí mismo y a mi mundo en el otro, podremos empezar a podernos de acuerdo.
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