La democracia, convierte la política en asunto público, el arte de gobernar deja de ser tarea sólo de los especialistas, para pasar a ser tema de discusión y de interés de las grandes mayorías, y en que abre para éstas la posibilidad de intervenir, influir y orientar sobre las grandes decisiones que le interesan.
Pero no todos los que se dicen demócratas hablan y entienden el concepto de la misma manera, ni se apegan rigurosamente a la esencia del mismo. Restringen la participación de los ciudadanos solo a elegir libremente a sus gobernantes (¿o a sus nuevos amos?) mediante el voto universal directo y secreto, y nada más. Deben, renunciar a toda otra forma de participación en la vida pública, dejando en manos de los elegidos, de los que "sí saben", la tarea de gobernar.
A un gobierno verdaderamente democrático no le debe bastar con que el ciudadano acuda a las urnas el día de la elección, es necesario, además, que permita e incluso fomente distintas formas de participación de las mayorías, para que con su acción, se conviertan en un contrapeso del poder de los distintos organismos gubernamentales y evitar el atropello del ciudadano indefenso, orienten con su acción las decisiones más importantes del gobierno, que sean tomadas en cuenta sus propuestas y obligar a las dependencias a trabajar siempre en beneficio de todos y no solo para los grupos privilegiados.
La forma más concreta y efectiva de participación de las mayorías en la vida política de una nación, con posibilidades de éxito, es a través de las organizaciones sociales. Permiten unir grupos de ciudadanos sobre los diversos problemas que les afectan y, por lo tanto, proponer soluciones efectivas y racionales a los mismos; es una vía segura para evitar la dispersión de fuerzas, le da cuerpo, estructura y dirección al descontento social, gana presencia nacional y por lo tanto aumentan sus posibilidades de defensa y éxito en sus demandas.
La organización popular es un derecho constitucional; en la sociedad se pueden y se deben dar todas las formas organizativas que se consideren necesarias para el desarrollo de la sociedad. Por lo tanto, la organización popular no sólo es un derecho, es parte integrante de un Estado que presuma ser verdaderamente democrático.
La organización popular es el mejor antídoto contra los gobernantes que no están dispuestos a servir a quienes los llevaron al poder, se niega a dialogar y resolver las demandas por más justas que sean, con esta negativa la autoridad contradice su existencia como servidor público, es una amenaza a la paz social, porque contribuye a enconar el descontento social.
El próximo 6 de junio tendremos elecciones para elegir 15 gubernaturas, 300 diputaciones federales por el principio de mayoría relativa, 200 diputaciones federales por representación proporcional, 30 congresos locales y 1900 ayuntamientos y juntas municipales.
La mayoría de la Cámara de Diputados, está hundida en el desprestigio, humillada y puesta al servicio del presidente, para manipular a su antojo el Presupuesto Nacional, que es la suma de los impuestos que pagamos todos los mexicanos.
Es el momento de la organización popular, movilizar al mayor número de ciudadanos para que voten por los mejores candidatos, que tengan el compromiso social de proponer y defender un Presupuesto al servicio del pueblo, más recursos para infraestructura básica, mejor educación, por un mejor sistema de salud, es la tarea más importante de este 2021.
El gobierno asegura que este año y hasta marzo del 2022, se aplicará la vacuna contra la covid-19 a toda la población adulta, tendrá que organizar la campaña de vacunación más grande en la historia del país, aplicar cerca de 200 mil vacunas diarias paracumplir lo prometido, esperemos que así sea.
Por lo pronto, Estados Unidos con mayores recursos económicos, disponibilidad del fármaco y mejor infraestructura de salud va demasiado lento según su plan de vacunación, a estas fechas, debería tener a 20 millones de personas inmunizadas, y solo lleva poco más del 15% de avance.
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