Creo firmemente en que la pobreza es la madre de todas las desgracias, pero para empezar analicemos qué significa la pobreza. Actualmente el término pobreza está totalmente tergiversado; es decir, se piensa que la pobreza es como una enfermedad, algo vergonzoso, algo que da mala fama, que huele feo, y que tiene que ver con los personajes inferiores que no saben pensar, que no trabajan, que están enfermos y que no le echan ganas a la vida.
Pero la definición de la pobreza alude a la carencia. Así lo cita el diccionario académico de la real academia: escasez o carencia. De tal manera que, “Una persona se encuentra en situación de pobreza multidimensional cuando presenta al menos una carencia social y no tiene un ingreso suficiente para satisfacer sus necesidades alimentarias y no alimentarias”, según el Inegi.
El Coneval dice que los indicadores de pobreza son seis: de rezago educativo, acceso a servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, servicios básicos en la vivienda y acceso a la alimentación) y su ingreso es insuficiente para adquirir los bienes y servicios que requiere para satisfacer sus necesidades alimentarias y no alimentarias.
Aunque hay muchas definiciones y varios tipos de pobreza que han intentado definir la situación de cada ciudadano en cuanto a sus condiciones materiales, la verdad es que en resumidas cuentas y si se pone atención con ojo crítico a la realidad, solo existen en la sociedad los que tienen casi todo, y dentro de ese casi todo, están las minas, mares, cielos, aunque suene descabellado. Por otro lado los que no tienen casi nada y dentro de ese casi nada se encuentran los seis indicadores que menciono arriba.
Es decir, que, si usted no tiene grandes consorcios, empresas multimillonarias como las que tiene Slim, no pertenece a la clase alta del país. Pero tampoco lo es si en algún ámbito de su vida existe escasez o carencia. Y aquellos que pudieran sentir que se salvan y que son de la clase media, las estadísticas confirman que es más fácil que el de clase media pase a la clase baja, que, a la clase alta, pues es de muy difícil acceso. En la actualidad la brecha es más amplia, pues se calcula que el 1 por ciento de la población mundial, concentra el 99 por ciento de la riqueza mundial, y el 99 por ciento de la población tiene solo el 1 por ciento de la riqueza.
Si tenemos esto muy claro y lo intentamos ver en todos los ejemplos que la realidad no da, creo que podríamos entender que los múltiples y graves problemas sociales de hoy son determinados por la pobreza.
Por ejemplo, quiero citar aquí el problema de la inseguridad en nuestro estado, que no es ajeno a la realidad regional o nacional. Muchos hemos visto en los periódicos locales, desde enero pasado a la fecha, que una gran cantidad de jóvenes han muerto asesinados, y se le vincula directamente con actos delictivos, específicamente con nexos con el narcotráfico.
Hoy se sabe que los carteles están reclutando a los jovencitos de manera muy sencilla, les ofrecen dinero, mercancía (droga para vender o consumir) y hasta una motocicleta para iniciar el negocio, después de algunas pruebas, los dotan de armamento para dar el siguiente paso. Y como esto ya es de diario, muy fácil nos parece decir, por cada acaecido: ¡pobre muchacho, eso le paso por andar en malos pasos! Pero resulta que ahora esos pobres muchachos son gente muy cercana a nosotros, vecinos, alumnos, conocidos, amigos de nuestros hijos. ¿Qué les está pasando a todos esos muchachos? ¿Dónde están sus papas para orientarles? ¿Qué carencias tan marcadas tendrán en sus vidas para que tanto peligro por tan poco, les atraiga? Y aquí es donde yo quiero invitarlos a reflexionar. Si ese muchacho que recibe la invitación, fuera en las mejores escuelas, tuviera una vivienda digna y decorosa, su familia tuviera condiciones económicas para proporcionarle la alimentación adecuada y suficiente, la recreación, la buena salud, ¿aceptaría tan fácilmente esa invitación a la muerte? Si sus padres tuvieran las condiciones necesarias (un empleo seguro, con un salario suficiente, una casa propia, y la canasta básica asegurada) estar ahí con su hijo, cuidándole, educándole, orientándole y compartiendo con él su crecimiento, ¿se saldrían de casa para buscar mejores condiciones para sus familias? Por supuesto que no, no hay razón para hacerlo, aunque pudiera haber excepciones, no la mayoría. Ayer por casualidad veía un reportaje, donde se decía que todos los narcotraficantes tienen algo en común: tuvieron una condición de pobreza, que les obligo a buscar nuevos horizontes y encontraron el camino del narcotráfico. Decía ahí, que incluso muchos de ellos eran de buen corazón, que muchos han ayudado a la población de donde surgieron, con obras sociales importantes. En fin.
Otro ejemplo que evidencia que es la pobreza la que ocasiona las desgracias que hoy padecemos, es la salud pública, que por experiencia compruebo, tiene serias deficiencias. Hace unas semanas, pude comprobar los estragos que ocasionan las negligencias médicas combinada con la ignorancia supina, debido a la pobreza. Pues recibí junto con sus padres y familiares, a una criaturita angelical de cinco kilogramos, que murió en el vientre de su madre, porque no advirtieron que había sufrimiento fetal y que la madre tenía preclamsia. Fue un episodio de mucha impotencia, pues a los que vamos a solicitar el servicio, solo nos queda esperar que los de adentro hagan bien su trabajo, y si lo hacen mal, ni modo, ni a quien reclamarle ya, como en el caso de ese pequeño bebé, que con tanto cariño esperaban sus padres y abuelos.
Y aquí la misma reflexión, si esa madre joven hubiera tomado los mejores medicamentos, los mejores alimentos durante su embarazo, si se hubiera atendido en una clínica particular con los mejores médicos de manzanillo, ¿hubiera perdido a su bebé? Yo también estoy segura de que el final hubiera sido distinto. Aunque suene muy fuerte y trágico, la pobreza mató a ese bebé y casi mata también a su madre.
La pobreza genera disturbios en la sociedad, pues a falta de oportunidades, de sueldos que alcancen, la gente roba y mata hasta por un miserable celular, como el caso de la semana pasada. Los jóvenes aceptan la invitación a la muerte, pues no hay peor infierno que el que genera la pobreza. En una sociedad donde existe una tremenda injusta repartición de las riquezas, con esa brecha tan disparatada entre ricos y pobres, lo único que se espera es eso, más desgracias. Urge equilibrar la balanza, necesitamos mejores condiciones materiales para ir superando nuestras deficiencias como sociedad. ¿Qué si eso se puede? Sí si se puede. Porque somos más los que estamos del otro lado, solo nos falta unirnos y organizarnos. Y yo me apunto.
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