En 1969 el Congreso Mundial Forestal, que sesionaba en Roma, decidió establecer el Día Mundial del Árbol para hacer conciencia de la importancia de estos seres vivos para la biodiversidad del planeta y de la necesidad de proteger los bosques y las superficies arboladas. En México se celebra el día del árbol la segunda semana de julio gracias a un decreto establecido en 1959 por el entonces presidente Adolfo López Mateos.
En las escuelas, a través de los contenidos específicos que aparecen en los libros de primaria de Ciencias Naturales, los docentes se esfuerzan por inculcar en el estudiantado el reconocimiento de la importancia de los árboles para la vida en el planeta; no obstante, esto ya no sucederá así en el ciclo escolar 2022-2023 con la implementación de los nuevos planes y programas de la tristemente llamada Nueva Escuela Mexicana (NEM), pues, de acuerdo con el Campo Formativo Ética, Naturaleza y Sociedad, el profesor tratará de hacer que los niños y las niñas se reconozcan como parte del medio y que sepan cómo lo modifican. Esta es una visión simplista, mecanicista de la impartición de las ciencias naturales.
Para comprender la naturaleza de la que formamos parte, es necesario que, desde temprana edad, se introduzca a los niños en el conocimiento científico que les permitirá saber el origen de los fenómenos, conocer las leyes que explican su funcionamiento y con base en estos conocimientos proponer soluciones realmente funcionales para los grandes retos que impone el deterioro ambiental e igualmente acercar, desde temprana edad, a los niños a la ciencia, lo cual permitirá generar el pensamiento científico que podría crear una generación de hombres y mujeres que se dediquen a desarrollar la ciencia y tecnología que tanta falta le hace a nuestra nación.
Por ello, vale la pena destacar la hipocresía del gobierno de Morena en materia del cuidado ambiental: por un lado, en los programas de la NEM plantea la preocupación por el cuidado y preservación del ambiente; pero, por otro, sus políticas en materia de infraestructura y energía apuntan en sentido opuesto.
Por todos es conocido el desprecio de López Obrador por las energías limpias, para muestra algunos botones.
El 2 de mayo de 2020, el Centro Nacional de Control de Energía detuvo indefinidamente las pruebas requeridas antes de que las nuevas plantas de energía limpia pudieran entrar en funcionamiento, culpando a la pandemia del nuevo coronavirus. Luego, el gobierno de López Obrador argumentó fallas en la red en el sur de México, aunque nunca se identificó a ninguna de las compañías de energías limpias involucradas en dichas fallas.
El Centro Mexicano de Derecho Ambiental estima que en la construcción del tren maya se talarán 2 mil 500 hectáreas de selvas húmedas y secas que representarían alrededor de 8 millones 736 mil árboles, situación que irremediablemente impactará en la vida de los mexicanos, pues cada árbol talado representa, en un año, 12 kilogramos de bióxido de carbono (CO2) sin filtrarse y significará 1280 litros menos de oxígeno que no tendrán cuatro personas.
Uno de los programas estelares del gobierno del mandatario morenista, el llamado Sembrando Vida -que pretendía reforestar un millón de hectáreas-, paradójicamente es sinónimo de deforestación, pérdida de biodiversidad, clientelismo y corrupción. La solución resultó peor que el problema.
Un estudio titulado, Análisis de los impactos en las coberturas forestales y potencial de mitigación de las parcelas del programa Sembrando Vida implementadas en 2019, realizado por Javier Warman, Iván Zúñiga y Manuel Cervera, señala que el programa provocó la deforestación en un área de 72 mil 830 hectáreas. Esta es una prueba más de lo equivocado de las politícas implemantadas por López Obrador.
Finalmente, muchos países están invirtiendo en energías limpias; por ejemplo, China cuenta con 695,87 gigavatios de capacidad instalada (según datos de la OCDE), mientras que en México, hasta el 2021, apenas se alcanzaron 29.443 megavatios. En China, el consumo de energía eólica es de 241 TWh (teravatio-hora); en contraste, en México la capacidad instalada apenas alcanza 7.692 megavatios. China se ha convertido en la líder indiscutible de las energías renovables.
Los mexicanos debemos exigir una educación científica que ayude a resolver los grandes retos y problemas que enfrentamos como país y, por supuesto, como humanidad; exigir una educación que ayude a impulsar politícas que beneficien a la población y que cuiden y procuren el medio ambiente y, para lograr que las generaciones presentes reciban este tipo de educación, los docentes, padres de familia y estudiantes debemos formar un bloque sólido que se sume a todos los sectores de la sociedad que buscan el bien de la sociedad y la naturaleza.
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