MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La realidad de los chiapanecos en una fotografía

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Fue en 1972 cuando la niña Kim Phuc, quien en aquel entonces contaba con 9 años de edad, fue retratada sintetizando en una sola imagen toda la crudeza de la guerra. El pueblo de Kim había sido atacado por el ejército americano y la fotografía muestra el preciso momento en el que su pueblo está siendo bombardeado, Kim junto a otros niños huyen del golpe brutal de la guerra. Ella está desnuda, grita del dolor que le provoca el napalm (combustible que produce una combustión aún más lenta que el de otros inflamables, misma característica que lo ha hecho ser utilizado en los ataques bélicos) que le quema el cuerpo.

La imagen de Kim muestra la brutalidad, la inhumanidad del genocidio que el ejército americano realizó contra el pueblo de Vietnam. La imagen dio la vuelta al mundo como un retrato bestial de cómo la guerra azota con mayor fuerza a quiénes más desprotegidos están.

Este conflicto, de nueva cuenta, hace que los habitantes de la región tengan que dejar atrás sus hogares, las tierras que por años les ha pertenecido y que han fecundado con sus manos trabajadoras.

Así pues, las imágenes parecen capturar un momento en el tiempo, que permanece sempiternamente allí, en el material físico en el que se guardan y el tiempo jamás pasa, retratando así una variedad de momentos que pueden ser los más bellos o, como en este caso, los más trágicos. Una vastedad de imágenes muestra los horrores de la guerra, de los conflictos armados, de todas las manifestaciones que el sistema capitalista manifiesta y cómo termina por hacer sucumbir a los más débiles.

Para nadie resulta, a estas alturas, desconocido el clima de violencia que se vive en Chiapas. Los videos y las imágenes de familias enteras que han sido desplazadas de sus comunidades debido a los conflictos armados que supuestos grupos criminales sostienen en varios municipios de la región. Esto no sólo ha provocado el fuego cruzado en varios municipios que antes eran habitados por gente humilde y que ahora se han convertido en pueblos fantasma en dónde el único ruido que se escucha es de las armas de fuego, sino que, también sitios turísticos de alta afluencia como los lagos multicolor, han dejado de ser los destinos paradisíacos, pues se encuentran cautivos por estos grupos criminales.

Un golpe a la economía del estado también se asesta debido a este fenómeno, pues los municipios de la frontera (principalmente) que se encuentran rodeados, ahora han tenido que usar vías alternas hacia la capital u otros municipios. La sierra madre de Chiapas anteriormente, para poder llegar a San Cristóbal de las Casas, Comitán o Comalapa de la frontera, debían realizar un viaje para ascender a estos municipios, tardando alrededor de 6, 4 y 2 horas a estos municipios respectivamente. Sin embargo, ahora deben desviarse y tomar la ruta por el lado costero con un viaje de más de 12 horas y que incrementa en costos, sin hablar de lo inviable que ahora es el poder “subir” como ellos dicen, sus mercancías a la capital.

Actualmente, enfrentamientos entre dos supuestos grupos criminales, “Los Autónomos” y “Los Karma”, han sumido al municipio de Tila en el caos, obligando a miles de habitantes a huir de sus hogares en busca de refugio. Este conflicto, de nueva cuenta, hace que los habitantes de la región tengan que dejar atrás sus hogares, las tierras que por años les han pertenecido y que han fecundado con sus manos trabajadoras. A diario se ve en los medios de comunicación, cómo se les ha despojado de sus hogares a la fuerza por no pagar el “derecho de piso” que por fuerza piden estos grupos.

Una imagen nueva ha estremecido al país entero, un video que ha conmovido a las redes sociales muestra a un niño en la azotea de una vivienda, ondeando una bandera blanca con todas sus fuerzas hacia un helicóptero que sobrevuela la zona, con la intención de pedir ayuda para él y su familia que dentro del hogar se encuentra. La imagen sintetiza la realidad de los chiapanecos que, ante un clima de violencia, inseguridad y pobreza, siguen ondeando las banderas para pedir al mundo que la vista se centre en ellos, esperando que al hacerlo se ponga fin a su terrible situación. Así se vive en el estado en dónde las estadísticas arrojaron solamente felicidad y más felicidad.

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