MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La seguridad de los mexicanos en juego por poder

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Los actos e injusticias cometidos contra los amantes de la pluma no han tenido tregua en nuestro país, y en lo que va de 2022, al menos 13 periodistas han perecido a manos de la delincuencia. Según datos de organizaciones no gubernamentales como Reporteros sin Fronteras (RSF), Artículo 19, la CNN y el comité para la Protección de los Periodistas (CPJ).

De acuerdo con Articulo 19, desde el año 2000 hasta el presente, 154 comunicadores han sido asesinados y esos homicidios tienen posible relación con su labor periodística; 22 en el periodo de Vicente Fox, 48 con Felipe Calderón, 47 en el sexenio de Enrique peña Nieto y en lo que va del sexenio de López Obrador van 38 críticos e informadores de los acontecimientos nacionales e internacionales que, con sus opiniones y críticas, ponen a temblar los intereses de los gobiernos.

Esto es un enigma, como tantos, social. Aristóteles cuando traza el origen de las polis, lo hace partiendo de la idea de que el todo es más que la suma de sus partes, de ahí su concepción del hombre como un ser gregario que no puede bastarse a sí mismo excluido de la sociedad, es decir, que todas sus características que lo hacen exclusivo, como individuo, sus características específicas, están orientadas a una relación con el resto de los individuos que conforman su sociedad. Es decir, no solo el lenguaje, si no cosas tan exclusivas como discernir entre el bien y el mal, de lo justo y lo injusto. 

La sociedad, por tanto, es vista como un producto natural que surge de las condiciones materiales de la vida misma, de ahí la explicación de que en su origen la economía vaya a la par del problema de la felicidad. 

Marx, continuando con el legado aristotélico, no solo considera al individuo desde el conjunto social, sino también desde el marco de una concepción inmanente y autocreadora de la naturaleza humana. Así pues, dentro del margen que concierne a todo humano que es la sociedad y la necesidad de producción de bienes materiales de subsistencia, el hombre en su carácter de obrero queda reducido a una mercancía más. Pero en su proceso se verá rebajado de igual forma en lo espiritual, en lo corporal.

En el capítulo sobre la acumulación originaria en su obra más conocida, El Capital, Marx sostiene que “en la historia real el gran papel lo desempeñan, como es sabido, la conquista, el sojuzgamiento, el homicidio motivado por el robo: en una palabra, la violencia”. “Si el dinero, como dice Augier, viene al mundo con manchas de sangre en una mejilla, el capital lo hace chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde la cabeza hasta los pies” (Marx 1998).

Claro es que Marx, al escribir esas líneas, no se ciñe al problema al que yo quiero referirme en este artículo, pero al afirmar que la violencia es el reflejo de una sociedad basada en la necesidad única de la ganancia, refleja entonces en esta necesidad toda eudaimonía a una cuestión social, no solo individual, que es la del fin económico. Por eso es muy fácil comprar la mente de las personas, de los individuos sedientos de felicidad o necesitados de un cambio en su forma de vivir tan mísera. 

No obstante, de ninguna manera se justifica la irremediable realidad de violencia, precisamente es por esta irremediable relación histórica que a este tipo de problemas cuya base es más profunda que la mera moral o decisión individual que no se pueden crear políticas que apelen exclusivamente a la moral del individuo. 

¿Por qué entonces el error de Andrés Manuel López Obrador de que, a pesar de decir defender los intereses y necesidades de los más desprotegidos del país que son los que producen las riquezas y los que siempre sufren la pobreza, no solo económica, si no mental y cultural, son ellos quienes han sufrido mucho más en su sexenio? ¿Por qué no se ha mostrado el resultado de sus políticas de seguridad a pesar de ser él quien más “defiende” la libre expresión? Porque no solo son los periodistas los que sufren estas consecuencias, sino también las distintas organizaciones sociales que se han manifestado en contra el actual gobierno y que han desenmascarado las verdaderas intenciones del señor de la silla presidencial. Él habla de que en su gobierno de acabó la corrupción, que sus dependencias trabajan por la paz y soberanía del pueblo, pero la realidad nos demuestra totalmente lo contrario, aunque pretenda darle tiempo al tiempo para que se vislumbren sus esfuerzos o, aunque defienda ser totalmente distinto a los gobiernos anteriores. Como si se hubiera emancipado de la realidad económica y política que envuelve al mundo en un fin de injusticias.

Una verdadera emancipación supone libertad y autonomía por lo que resulta un contrasentido que un individuo o grupo de individuos nos emancipe desde nuestra exterioridad. Una emancipación otorgada o concedida por otro no es emancipación, aunque se hablen de políticas para disminuir desigualdades, proporcional educación o salud, garantizar la soberanía nacional política y económica o la seguridad de sus individuos. Creer lo contrario “conduce a la división de la sociedad, una por encima de la sociedad y olvida que el propio educador necesita ser educado” (Marx), cosa que no acepta ni permite López Obrador.

Por lo tanto, es errado su pensamiento y mentiras sus afirmaciones. El señor no es un individuo que se haya desarrollado y desenvuelto lejos de la sociedad, la realidad económica lo determina a él y a todos por igual, y lejos de hacernos creer que es lo contrario, solo hace que la gente se cree falsas esperanzas y decida brindarle su confianza. 

Pueblo mexicano, no nos engañemos ni dejemos que nos engañen, la desaparición y violencia cometida contra los periodistas es solo una muestra de la telaraña de mentiras del gobierno de la 4T quiere vendernos. 

No seamos compradores de falsas verdades y promesas huecas, estudiemos la realidad y trabajemos por una verdadera transformación. No hay otro camino más que el del pueblo unido. 

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