Platicando con varios compañeros esta semana, me decían, “no sé cómo vea usted, pero conforme los años van pasando, sería lógico pensar que uno aprende a diferenciar entre lo que es un sueño y la brutal realidad que nos da de lleno en la cara”. “Pero resulta que mucha gente que yo conozco está esperando que se cumplan sus sueños sin participar entre todos”.
Todas las clases marginadas sufren en diferente grado, los estragos y la enajenación de este sistema socioeconómico injusto que nos tocó vivir, el sistema de producción capitalista.
Es innegable que por lo regular el grueso de la gente no se plantea ninguna meta de forma clara, definida y sistematizada, mucho menos elabora un detallado plan que establezca los objetivos a alcanzar a corto, mediano y largo plazo. Pero también, por otro lado, ocurre muchas veces que la causa real de que no alcanzamos nuestras metas radica en que no son nuestros sueños, sino los de alguien más, porque es lo que la sociedad les impone como estándar de éxito y pasan la vida angustiados tratando de aparentar ser lo que no son y no quieren ser. Sobrevalorando el individualismo, de manera general, la mayoría de las personas se proponen obtener las mismas cosas, que a saber se dividen algunas de ellas en dinero, bienes materiales y crecimiento personal.
Visto esto de manera superficial, parece que toda la humanidad haría girar su vida sobre esos propósitos básicos, pero es una mera ilusión. La realidad es otra más distinta. Veamos por qué.
Desde los tiempos más remotos, cuando el hombre acababa de bajar de los árboles, se dio cuenta de que no iba a poder sobrevivir solo; hasta por su propia condición física, se encontraba en clara desventaja ante otros animales, pues no tiene la fiereza de un león, ni la velocidad del caballo, ni alas para volar, pero lo que lo ha hecho sobrevivir y hasta dominar es su instinto gregario, un conjunto de hombres primitivos podía matar a pedradas o a palos un jabalí, por ejemplo; y así obtener carne para sobrevivir. Para defender a sus crías indefensas y lograr la continuidad de su especie debía ser en grupo, pues un hombre solo enfrentado a una fiera lleva las de perder.
Valga la comparación con nuestros antepasados. Hoy sigue siendo tan vigente como antes la necesidad del colectivo para sortear las dificultades. Va desde estas humildes líneas mi reconocimiento a los activistas y dirigentes, profesionistas, amas de casa, padres de familia, que se han sumado a los proyectos y acciones colectivas. Daré solo algunos ejemplos de estas acciones que se están dando en estos días en el trabajo educativo y de lucha del Movimiento Antorchista de Baja California Sur.
En el municipio de La Paz, en la colonia Pasión, se sigue trabajando por parte de las responsables culturales y del comité del Comedor Comunitario de dicha colonia, para invitar a los jóvenes estudiantes a aprovechar las instalaciones, así como a integrarse a los talleres culturales impartidos en el Centro Comunitario.
La cultura es un arma importantísima para el ser humano, es el alimento espiritual que necesitamos todos para ser felices, desarrollarnos como hombres y mujeres de bien, más sensibles y fraternos con nuestros demás compañeros, por ello felicito esta gran acción colectiva, que encabeza Cesar Palama Ramírez.
En el municipio de Los Cabos, a través del compañero Christian Nicolas López y sus equipo de trabajo, están promovieron una gran jornada de limpieza el 11 de marzo en el campo deportivo de la colonia L. Gastélum, evento colectivo al que se suman compañeros de diferentes colonias y los jóvenes de la preparatoria Moctezuma Ilhuicamina
Hoy, dedico mi opinión a estas nobles acciones colectivas y grandes proyectos, porque en días pasados leía yo en la prensa local sobre algunos problemas que enfrentaban los estudiantes, pues de acuerdo con la Secretaría de Educación Pública (SEP), durante el primer año de la pandemia de covid-19, al menos 40 mil estudiantes abandonaron sus estudios en Baja California Sur. ¿A dónde va a parar esta juventud?
Muchas de las veces se pretende descalificarla por las autoridades, tachándola de problemática, pero no se les da ninguna alternativa ni se atienden sus necesidades, pero de lo que sí soy testigo es de lo que me atrevo a escribir y a opinar, en el sentido de que son útiles y una muy buena opción para jóvenes con inquietudes culturales y deportivas estas grandes acciones colectivas de participación en la rehabilitación de espacios deportivos, o seguir acercando a más jóvenes que se integren a algún grupo cultural, pues por la experiencia que ha adquirido la organización con estos trabajos se ha alcanzado por los estudiantes un espíritu humanista y de solidaridad con sus semejantes, como lo decía al inicio de esta opinión de que solo unidos, organizados y consientes podemos sortear los obstáculos que se nos presentan para alcanzar una educación de calidad tan necesaria en nuestro estado y en el país; educación que nos permita abrir la mente y analizar correctamente el mundo y los problemas que vivimos y enfrentarnos, para darles una solución acertada.
Por último, quiero invitar a todos los estudiantes de escasos recursos a que conozcan estas opciones y se unan a estos nobles proyectos, las puertas de los talleres culturales en Las Pasión, o en lo académico y cultural en la preparatoria Moctezuma, en Los Cabos, están abiertas. No se arrepentirán.
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