MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

REPORTAJE | Las voces silenciadas en Texcoco, Estado de México

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Año: 2009. Imagine usted que tiene 45 años y que acaba de mudarse a Texcoco para trabajar como conductor de camiones. Usted abandonó la escuela tan pronto como pudo, dejando atrás las malas calificaciones y el desinterés por la enseñanza. Ahora, su día a día transcurre entre jornadas estresantes, agotadoras, peligrosas y solitarias detrás del volante, y por si eso fuera poco, lo ven como “invasor” porque usted no es “nativo” de Texcoco.

 

En nuestro país, el desarrollo urbano refleja las dinámicas del poder económico y político, dejando a los más vulnerables fuera de los planes gubernamentales.

 

Afortunadamente, usted no está solo en esta aventura. En las últimas dos décadas, Texcoco ha experimentado un crecimiento poblacional significativo, pasando de 197 mil 870 habitantes en el año 2000 a 284 mil 072 en 2020, un aumento de casi el 44 %. Este cambio no solo refleja un aumento natural, sino también el flujo migratorio que ha transformado el perfil de la localidad. Las oportunidades laborales y la proximidad a la Ciudad de México han convertido a este municipio en un punto de llegada para muchos que, como usted, buscan mejores perspectivas económicas en un entorno cada vez más urbano y competitivo.

En nuestro país, el desarrollo urbano no es una simple consecuencia del crecimiento poblacional, sino un espejo de las dinámicas del poder económico y político. Según el Inegi, para 2023 la población nacional creció a una tasa anual de 1.2 %, lo que equivale a 1.3 millones de nuevos habitantes por año, todos ellos con necesidades de vivienda, servicios y empleo. Pero el acceso a estos recursos depende más de la clase social que de la planificación gubernamental.

Sin embargo, detrás del crecimiento demográfico se esconden retos. Don Jorge, como lo conocen, vive en una casa que construyó con esfuerzo en un terreno regularizado hace años, pero que el gobierno de Texcoco no ha reconocido.

A diario enfrenta problemas como el suministro irregular de agua y la falta de recolección adecuada de basura. No obstante, su realidad es más que un caso aislado: es el reflejo de un modelo de desarrollo urbano que excluye a los más vulnerables mientras privilegia a los poderosos.

Mientras que los grandes desarrollos habitacionales y residencias de lujo avanzan con rapidez, las familias humildes enfrentan obstáculos burocráticos, estigmatización y rechazo social. Jorge, como muchos, fue acusado de contribuir al deterioro ambiental. Sin embargo, datos recientes muestran que los principales responsables de la contaminación son los grandes proyectos industriales y comerciales, no los pequeños asentamientos habitacionales.

Por ejemplo, el Valle de México enfrenta un abatimiento crítico de sus mantos freáticos; las presas del Sistema Cutzamala alcanzaron su nivel más bajo en 2024 durante julio, con un almacenamiento del 32.4 %. Esta cifra marcó uno de los puntos críticos del año, reflejando los efectos de una sequía prolongada de cuatro años. Sin embargo, gracias a las lluvias estacionales y ciclones posteriores, se logró una ligera recuperación. Esta mejora, aunque significativa, destacó la vulnerabilidad del sistema y la necesidad de estrategias de manejo hídrico sostenibles para asegurar el abastecimiento de agua, que llevó al sistema a alcanzar el 60 % de almacenamiento, lejos del 100 % que todos desearíamos.

El problema no es un asentamiento de 1 mil 200 familias en Texcoco, sino la sobreexplotación histórica del agua por intereses económicos que priorizan ganancias sobre sostenibilidad. Según Mexicanos Contra la Corrupción, la gestión de residuos es otro reto mal atendido. La clausura del tiradero Bordo Poniente ha sobrecargado municipios aledaños, y Texcoco carece de una planta recicladora eficiente o de una política seria de separación de residuos.

¿Qué puede hacerse? Los expertos coinciden en que el problema no está en los humildes que buscan un lugar donde vivir, sino en la falta de políticas públicas que equilibren el desarrollo urbano con la protección ambiental. Texcoco necesita urgentemente:

1. Un plan integral de tratamiento de aguas residuales.

2. Centros para disposición final de basura y plantas recicladoras.

3. Campañas masivas de reforestación y reciclaje.

4. Programas accesibles de vivienda para sectores vulnerables.

Ignorar estas necesidades perpetúa un sistema desigual, donde la pobreza es criminalizada mientras los privilegios se normalizan. La supuesta preocupación ambiental que algunos actores políticos como la exalcaldesa de Texcoco, Sandra Luz Falcón, utilizaron para frenar a los más pobres, no es más que un disfraz electoral. En realidad, su resistencia responde al temor de perder poder ante una sociedad que, organizada, exige justicia y equidad.

Jorge Hernández no pide caridad, sino oportunidades. Su historia y las de miles como él deben recordarnos que un desarrollo urbano justo no puede basarse en la exclusión, sino en la inclusión de todos los sectores sociales. Solo así se evitará que Texcoco se convierta en un ejemplo más de las fallas del modelo capitalista que prioriza ganancias sobre personas y medio ambiente. Inicia la administración de Nazario Gutiérrez. Ojalá, y al contrario de Falcón Venegas, venga a gobernar para todos y escuche los problemas de todos los habitantes. Por eso, debemos unirnos y organizarnos. Antorcha ofrece un camino que otros no, en la que las personas y el medio ambiente son la prioridad y no al revés, como ocurre ahora.

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