El próximo año 2022, habrá elecciones ordinarias en seis entidades federativas para elegir gobernadores; en los Estados de Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas, donde se destinarán cuantiosos recursos económicos para llevarlas a cabo, un mal necesario en la democracia por su alto costo económico; mucho dinero se gastará en publicidad, cuando el pueblo muere por la pandemia del Covid-19. Cuantiosos recursos económicos, producto de los impuestos que todos pagamos; en teoría, para que el pueblo con su voto, elija quien lo represente en sus intereses, en este caso en las gubernaturas.
El pueblo espera en cada elección, que sus representantes politicos, ya sean gobernadores, presidentes municipales, diputados locales o federales, mejoren sus condiciones de vida; sin embargo, la realidad está demasiado lejos de eso, ya que una y otra vez han sido timados con los discursos alentadores, atiborrados de esperanza que, como el pez hambriento, se traga el cebo y el anzuelo entero, y en ello se le va la vida.Y así pasa con el pueblo, la masa trabajadora, atrapado con el anzuelo de, “primero los pobres,” es burlado hábilmente como; sucedió con el actual gobierno de la 4T.
Ahora, antes de emitir su voto, el pueblo debe de hacer una evaluación de cada candidato para visualizar, qué es realmente lo que le ofrece tal o cual candidato del color que sea; qué propone para cambiar su situación social tan miserable en que vive; conocer el trayecto político de cada candidato, y que las obras materiales lo respalden, es decir, que coincida el discurso que pregona con la realidad. Y me pregunto, ¿existe actualmente en nuestro país, un partido político que trabaje realmente en favor de la clase trabajadora? Veamos.
Se sabe que en 1910 prevalecía en México un régimen predominantemente feudal, basado en las grandes haciendas. Según Adolfo Gilly, “el censo registraba entónces, 834 hacendados, estos eran los dueños del territorio nacional: 167,968,814 hectáreas estaban en sus manos” (La Revolución interrumpida, pág. 49); un promedio de 200 mil hectáreas por hacendado, aunque, caso extremo, Luis Terrazas poseía dos millones de hectáreas.
En las haciendas, los peones, los trabajadores del campo eran cruelmente explotados, como lo describieron en su momento, B. Traven en La rebelión de los colgados y John Kenneth Turner en México bárbaro; según nos lo recuerda en uno de sus artículos el Dr. Abel Perez Zamorano. “El representante en el poder en aquel entonces era Don Porfirio Díaz, y el naciente capitalismo no podía desarrollarse, es decir, ya que la mano de obra, la fuerza de trabajo se mantenía en las haciendas, faltaban manos para mover la industria. La tierra, medio de producción fundamental, no podía fácilmente ser vendida y comprada; bloqueaba la inversión capitalista”. Así, el régimen feudal afectaba a los campesinos y también a la burguesía naciente” (APZ, Buzos de la noticia).
Estamos a más de 100 años después de haber iniciado la Revolución Mexicana, y la explotación salvaje que describen los libros mencionados líneas arriba, continúan; solo que ahora más refinado, más sutil, ahora las haciendas feudales y las tiendas de raya tienen nuevos nombres, Electra, Soriana, Walmart y otras tantas más, donde cada fin de semana, los trabajadores se forman como encadenados, para pagar los enseres domésticos “con pagos chiquitos”, que es una nueva forma de seguir esclavizando al pueblo, con la adquisición de bienes materiales, muchas veces superfluos, pero alentados por el consumismo de la mercadotecnia.
Y los anhelos de la Revolución, que le dieron origen, continúan pendientes. Las condiciones laborales no han cambiado mucho, los salarios aún no son suficiente como dice el artículo 123 de la Constitución mexicana. Es este un caso más en concreto, del fallido logro del movimiento revolucionario de 1910.
Esto se aprecia fácilmente con la gente pobre de Tecomán Colima, donde muchas familias viven hacinados en vecindades insalubres; otros mas, en casas improvisados con materiales reciclados, donde la enfermedad tiene su nicho por falta de agua potable, drenaje y calles polvorientas. Con una pobre alimentación familiar, que repercute en el bajo aprovechamiento escolar de los infantes. La esperanza de mejora se diluye cada día, la inseguridad se pasea como “Juan en su casa”. Pero el anhelo de la Revolución continúa y con la Constitución en la mano, porque la justicia nos asiste.
Són más de 200 familias de escasos recursos económicos de Tecomán los que solicitan el apoyo de la actual gobernadora, la Licenciada Indira Vizcaíno, para poder adquirir un lote en facilidades de pago donde fincar su vivienda, para tener un lugar propio donde descansar al final de cada jornada laboral. “No pedimos que nos regalen ningún terreno, lo que pedimos con facilidades de pago para comprar”, afirma el Señor Hermelindo. Los anhelos de la Revolución siguen pendientes, y no hay un partido político que verdaderamente represente los intereses de los pobres. La tarea es organizarnos y luchar con la ley en las manos por nuestro patrimonio. Sigamos adelante.
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