Maestro, dijo el indio de cara pensativa,
Ajada por el viento, rugosa por el sol.
¡Dime! ¿Por qué nosotros somos pobres,
Y los dueños de la hacienda, no lo son?
Entre nosotros, gente del pueblo, no tenemos otra forma de reconocerle a alguien su esfuerzo y dedicación más que a través de las palabras, el aprecio y el buen consejo demostrando así la estimación que tenemos. Dedico estas líneas como un agradecimiento a Nancy Santillán Hernández y Nayeli Michelle Álvarez Moreno, alumnas de la Normal “Maestro Aquiles Córdova Morán”, que dedican parte de su tiempo a regularizar a niños de preescolar y primaria en la Colonia El Llano, perteneciente a la tenencia de San Miguel Curahuango, en Maravatío Michoacán. También estas líneas, pretenden ser un reconocimiento a todos los docentes que realizan su trabajo con esmero y cariño, labor desinteresada y muestra de amor al prójimo de quienes educan alumnos que tienen grandes limitaciones económicas, niños que asisten a las escuelas oficiales, esas que quedaron olvidadas por los gobiernos en la pandemia y que además sufrieron robos y vandalismo.
En la mayoría de escuelas, los docentes contribuyen a educar a los hijos de obreros y campesinos, trabajadores que son explotados, a quienes no les pagan el dinero que corresponde a lo que producen y apenas ganan para sobrevivir, sin embargo, su trabajo genera una cantidad increíble de riqueza de la que disfrutan en nuestro país y en el mundo solo a unos cuantos, quienes se enriquecen desenfrenadamente cada día.
Podríamos hablar de muchos docentes que cada día se empeñan en realizar lo mejor que pueden su labor cotidiana, muchos trabajan horas extras para elaborar materiales que ayuden a la mejor comprensión de los temas académicos, pero muchos también influyen de manera determinante en sus alumnos porque los cuidan y ocupan decenas de horas semanalmente, planeando cómo contribuir a su formación integral como futuros seres humanos que transformarán esta sociedad.
Ese amor que puso, en cada uno de nosotros un profesor, ese que, quizás sin darnos cuenta, ha contribuido para que en nuestra vida adulta seamos gente de bien. Desde nivel básico tenemos diferentes ejemplos de maestros que enseñan a sus alumnos a lavarse los dientes, a amarrarse las agujetas, a seguir normas sociales, es decir, ponen todo su empeño y creatividad, para educar futuros ciudadanos que ayuden a mejorar el lugar en donde viven.
Son los docentes, un integrante fundamental de la sociedad, que generalmente influye positivamente en sus alumnos, los impulsa, los guía, fortalece su personalidad, los ayuda a potenciar sus capacidades para que, a pesar de las dificultades económicas, familiares y emocionales, estén dispuestos a cambiar su destino, a sobreponerse a las dificultades a las que se van a enfrentar en la vida.
En las condiciones actuales, la cantidad de muertos por la pandemia, el desempleo, la crisis económica, la violencia desatada, el atraso académico de miles de estudiantes; que afectan fundamentalmente al pueblo trabajador, se requiere de estos docentes, de los que hablamos más arriba, que apoyen en la formación de seres humanos con cualidades como solidaridad, sensibilidad hacia el dolor ajeno, disciplina, gusto por el estudio y la lectura, práctica del deporte y la cultura; así estarán ayudando a construir al ciudadano de la nueva sociedad que estamos necesitando, una sociedad en donde sus habitantes salgan de sus hogares sin miedo a ser violentados, que vivan en casas cómodas, en colonias y comunidades con los servicios básicos, que las escuelas tengan buenas condiciones materiales para estudiar, que puedan practicar deporte y disfrutar de eventos culturales gratuitos.
Los invito a que juntos reconozcamos a los docentes su gran labor educativa que realizan cotidianamente hacia nuestros hijos, unamos fuerzas con ellos para construir una mejor patria.
Maestro, ¡dime! ¿Por qué nosotros somos pobres
Y los dueños de la haciendo no lo son?
¿Por qué si siembra trigo,
Se muere de hambre el peón?
0 Comentarios:
Dejar un Comentario