No hace mucho, me decía un compañero campesino que le preocupaba la guerra en Ucrania, sobre todo, porque está involucrado nuestro vecino del norte, y en caso de que Rusia se decidiera a atacar a Estados Unidos (EE. UU.) el peligro para México sería mayor: Imagínese, dijo, que al lanzar un misil se equivocaran y diera en nuestro territorio afectando a una de las ciudades de la frontera.
Le dije que era muy difícil que sucediera eso, pues bien se sabe que los misiles rusos se direccionan con mucha precisión y que realmente los efectos de esta guerra no solo la sentiría por el ataque a una ciudad fronteriza, en caso de una equivocación, sino las consecuencia económicas para la mayoría del pueblo.
Se sabe que Rusia es de los pocos productores de fertilizante hecho a base de potasio, mismo que es muy utilizado en nuestro país para la producción de maíz, pero el suministro está siendo afectado por las sanciones económicas impuestas a la Federación rusa. Y es que México importaba el 24.1 por ciento de fertilizantes, de un total de 60 por ciento que utilizan los agricultores (El Economista 14 de julio de 2022).
Los datos de importaciones en el primer trimestre de este año dicen que México compró al extranjero 618 mil 823 toneladas, consumo muy inferior a 915 mil 561 toneladas reportadas en el mismo periodo en el 2021, según el grupo consultor de mercados agrícolas. En urea se reportaron, en el mismo primer trimestre, 160 toneladas menos en comparación a 2021 que fue de 395 mil 845 toneladas (La Jornada 14 de mayo de 2022). Por su alto costó se compró menos fertilizante, lo que significa que en nuestro país se sembraron menos hectáreas o que la tierra no se fertilizó adecuadamente, por lo que habrá menor cosecha, sobre todo, en granos: como maíz, frijol, trigo.
El conflicto Rusia-Ucrania no solo afecta el suministro mundial de fertilizante, sino también el de alimentos. Es sabido que Rusia y Ucrania son de los mayores productores de cereales, especialmente de trigo, pues producen el 30 por ciento que requiere el mundo, y de girasol. Además, Ucrania es alto productor de maíz, trigo y cebada.
La FAO estima que entre el 20 y 30 por ciento de las tierras ucranianas permanecen sin plantar o sin cosechar debido a la guerra. Si tomamos en cuenta que exportan tres cuartas partes de lo que producen y que ahora no lo pueden mover por el conflicto, tenemos que ese producto no está llegando a sus destinos.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) sostiene que los efectos de la guerra se harán sentir en tres planos: una mayor inflación, derivada del alza en los precios de los alimentos y la energía; problemas en el comercio internacional y las cadenas de abastecimiento y una mayor incertidumbre en los mercados financieros.
Como vemos, los mayores efectos del conflicto Rusia-Ucrania (este último apoyado por la OTAN), se están dando en la economía, pues aumenta la inflación, y que el gobierno de la 4T no ha sabido atajar la inflación y la carestía ni con el tan llevado y traído Pacic.
Según el Inegi hasta la primera quincena de septiembre se registró una escalada generalizada de precios del 8.76 por ciento, a pesar de que propuso fomentar la agricultura de subsistencia para que cada quien produzca sus alimentos. Eso no funciona porque para hacer producir el campo se necesitan apoyos en: infraestructura como: caminos saca cosechas, infraestructura de riego, fomentar la producción de cereales. Con eso dejaríamos atrás la dependencia hacia otros países, a los que les compramos cereales y otros productos. La solución es la inversión, no la entrega de apoyos directos pues la inflación los nulifica; los reduce a casi nada.
Los efectos de la guerra y sin que haya apoyos directos en nuestro país. Por eso, creo que hay que hacer caso del llamado que en diferentes ocasiones y en diferentes foros nos ha hecho el Movimiento Antorchista: es necesario que nos organiemos para mejorar las condiciones de vida de los mexicanos, sólo así lograremos un cambio del gobierno y del modelo económico que actualmente rige en nuestro país.
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