En esta sociedad hay males que la inmensa mayoría de las personas padece a nivel mundial y que, individualmente, cada país padece en mayor o menor medida, sin embargo, nos adentraremos a los que aquejan a nuestro estado y nuestro país, teniendo en cuenta que se ven influenciados por la concatenación de lo que pasa a nivel mundial.
Estos males a los que me refiero son la falta de condiciones para que el ser humano pueda desarrollarse, carencia de un trabajo bien remunerado, falta de servicios de salud de calidad, educación, vivienda digna y decorosa que cuente con los servicios elementales como: agua, luz, drenaje, alumbrado público, pavimentación, tener por lo menos un lugar de recreación para poder practicar la cultura, el deporte y el arte. En síntesis, tener acceso a una vida plena y humana, en el sentido amplio del término.
Desgraciadamente, tenemos una sociedad enferma que sufre las consecuencias del sistema económico imperante. Por ejemplo, en el ámbito educativo, según estudios “en el 2018 había 23.5 millones con rezago educativo en México, y para el 2020, 24.4 millones” (Coneval: nota técnica sobre el rezago educativo, 2018-2020) un aumento de casi un millón de personas en dos años. Si nos enfocamos en las entidades federativas, podemos ver que Veracruz tiene un aumento significativo de “la población de 3 a 21 años que no asiste a la escuela y no cuenta con la educación obligatoria” (Ibíd.), aumentando en tan solo dos años a 21 mil personas más con rezago educativo. Preocupante para nuestro estado.
Otro de los problemas que deja el sistema económico es la falta de vivienda y de acuerdo con la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi) que es la encargada de realizar la estimación del número de viviendas con rezago habitacional, en el 2020 el estado de Veracruz contaba con 2,370,865 viviendas, de las cuales más de la mitad 1,190,782 tienen rezago habitacional, teniendo en cuenta que puede ser en paredes, techos (material de desecho, lámina de: cartón, metálica o de asbesto; carrizo, bambú, palma, embarro, bajareque y madera) y pisos (tierra), de acuerdo a los términos de la Sociedad Hipotecaria Federal (SHF).
Estos tan sólo son dos pequeños ejemplos de los problemas sociales que existen, sin adentrarnos al trabajo mal pagado, los pésimos servicios de salud, la corrupción, la delincuencia, la drogadicción, entre otro males que se dan a diario y que son consecuencia de este sistema económico que está diseñado para enriquecer cada día más a un pequeño puñado de personas mientras las grandes masas se vuelven cada día más pobre, sufriendo las consecuencias de este acaparamiento con distintos males sociales. Cada día estamos peor, y lo peor es que no hay una política de distribución equitativa de la riqueza social para poder enfrentar de raíz lo que aqueja a nuestra sociedad.
Recordemos lo que dice Martha Harnecker en su libro ¿Qué es la sociedad? “las revoluciones sociales no las hacen los individuos, las personalidades, por muy brillantes que sean, …las hacen las masas populares”; por lo tanto, de esto se desprende que los verdaderos cambios sociales se realizan con el apoyo de la inmensa mayoría que vive estas carencias, pero no basta con padecerlas, se requiere que la mayoría en su conjunto adquiera consciencia, se eduque, organice y esté dispuesta a lograr un cambio de fondo, que no se conformen solo con los pequeños logros que emanan de la lucha organizada, que únicamente benefician a corto plazo, sin embargo, no hay que dejar de lado aquellas que pueden beneficiar a muchas generaciones, por tal razón, hoy más que nunca se vuelve indispensable la unión de todos para una verdadera transformación en el país que exige la existencia de un partido que emane del pueblo y que represente los intereses de la inmensa mayoría y no partidos que estén compuestos de los retazos políticos que siempre han saqueado al país, al estado o municipio.
Por tal motivo hago un llamado fraterno a todos los obreros, estudiantes, profesionistas, comerciantes, a todas las familias veracruzanas a que hagamos consciencia y reflexionemos sobre el rumbo que queremos para nuestras futuras generaciones, piensen en qué legado les dejaremos a nuestros hijos y cómo queremos que nos recuerden, como aquellos que no hicieron nada y que le dejaron el futuro al mejor postor o como aquellos que lucharon de manera inteligente y consciente para lograr doblegar al sistema y levantar la mano con el puño lleno de victoria para nuestras familias. Mediten con mucha calma, pero que no parezca que lo hacen con torpeza, porque toda exacerbación es mala.
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