Ante la irritación provocada por la pobreza, la marginación, la violencia y la discriminación que ya existían antes de la pandemia, pero que hoy han alcanzado niveles verdaderamente dramáticos y peligrosos, los expertos en la materia, así como, organismos internacionales entre ellos el Fondo Monetario Internacional (FMI) predicen la posibilidad de estallidos sociales espontáneos, resultado de las tensiones acumuladas por el confinamiento y las desigualdades detonadas por la covid-19 que solo agravó los males que las mayorías ya venían padeciendo, mismos que fueron agravados por gobiernos ineficientes, corruptos o indiferentes.
Ha sido demostrado por la historia que los brotes espontáneos de inconformidad han resultado más peligrosos para las masas que para sus opresores. En este sentido deseo poner mi granito de arena para hacer que el pueblo mexicano lo sepa y lo entienda bien, para que no caiga en esa trampa que puede retrasar por muchos años su verdadera y definitiva emancipación.
Los especialistas señalan que abundan ejemplos de brotes de enfermedades en el mundo, que proyectan una larga trayectoria de repercusiones sociales, que a la larga desencadena tensión social. El motivo es que las epidemias pueden revelar o agravar grietas ya existentes en la sociedad, como la insuficiencia de las redes de seguridad social, la falta de confianza en las instituciones o la percepción de indiferencia, incompetencia de los gobiernos. Históricamente, los brotes de enfermedades contagiosas también han dado lugar a reacciones violentas o han hecho recrudecer las tensiones entre las clases sociales antagónicas.
Recordemos que los estudiosos serios destacan que la historia sirve de pronóstico. De esta manera es posible prever que la tensión social resurja una vez que la pandemia desaparezca. Por lo que coincido con los que advierten que la amenaza puede ser mayor en los casos en que la crisis ponga de manifiesto o agrave problemas latentes, como la falta de confianza en las instituciones, una gestión de gobierno deficiente, pobreza o desigualdad. Es indudable que en esta clasificación encaja totalmente el caso de México y su gobierno de la 4T que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador.
De acuerdo con informes del FMI publicados en diferentes medios de comunicación revelan que mientras la pandemia está activa las tensiones entre las clases sociales permanecen ocultas o atenuadas, porque la gente está más preocupada por salvar su vida que por mejorar su situación económica. La covid-19 parece ajustarse hasta ahora a este modelo de comportamiento, pero si se mira más allá del período inmediatamente posterior a la pandemia, el riesgo de tensión social se dispara a largo plazo, es decir, los peligros para la paz y la estabilidad social en el mundo y obviamente en México están por venir.
Son importantes las aportaciones de los investigadores del Fondo Monetario Internacional, al advertir que mientras mayores sean la desigualdad y la pobreza al empezar la pandemia (como en el caso mexicano) sus efectos explosivos serán mayores y más peligrosos. Lo que implica que, de acuerdo con el alcance y efectividad de las políticas redistributivas del ingreso, pueden incidir en este malestar social de los grupos afectados de donde se deduce que las políticas de seguridad social ayudan a reducir las tensiones sociales, sin embargo, la solución de fondo debe ir más allá.
Las investigaciones avizoran que muchos de los estallidos de descontento están ocurriendo ahora mismo, por lo que se puede adelantar que en el futuro no harán más que incrementarse. Sin embargo la visión de estos especialistas y politólogos de indudable prestigio sobre sus diagnósticos, en todos ellos hay un notable vacío de propuestas de solución viables para la crisis que anticipan, pues se limitan a tímidas sugerencias de medidas redistributivas del ingreso, ayudas especiales a los más vulnerables y mejoras a la seguridad social, buscando más bien alertar a las clases dominantes para que tomen las medidas que consideren oportunas, aunque éstas sean las mismas, programas sociales anestésicos y la represión abierta.
Los mexicanos debemos estar alertas ante la salida represiva por la que indudablemente optarán las clases poderosas ante el malestar social, el pueblo mexicano no debe caer en los peligros que conllevan los movimientos espontáneos, ya que redundarían solamente en un desahogo momentáneo de ira popular. Para cambiar a México se necesita otro modelo económico, pero para alcanzar este cambio es necesario que al pueblo se le eduque y organice con toda disciplina, inteligencia e infinita paciencia, antes de emprender la lucha. Esto es lo único que puede garantizarle el triunfo y una vida mejor para todos sus hijos.
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