MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Lucha de clases, causa y origen de la violencia contra la mujer

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Nadie puede negar, que como nunca antes en la historia de las luchas sociales libradas en nuestro país, se había visto tal participación de las mujeres, como sucedió en el pasado día 8 y 9 de marzo, en el marco de la celebración del Día internacional de la mujer. Fue sorprendente no sólo por el número de las participantes, sino también el súbito y desbordante malestar de todas, así como por la amplia y detallada cobertura mediática en todos los rincones del país. Sostengo, por tanto, que, si nos limitamos sólo al carácter netamente subversivo de las marchas y el paro laboral general, las acciones de las mujeres mexicanas pueden ser consideradas sumamente aleccionadoras y ejemplares. Tan sólo imaginemos lo que pasaría en el país, el día en que hombres y mujeres, en mutuo y solidario acuerdo, se sumen en acciones tales de protesta, en demanda de mejores condiciones de vida para sus familias. Esto sí que promovería una gran y verdadera transformación social en México. Ateniéndome pues a esto último, cualquiera que haya sido la circunstancia particular de su participación, ¡felicidades por las mujeres!, pero, ¿qué sigue después del 9 de marzo?

Creo sin embrago, a riesgo de equívoco involuntario, que es un gravísimo e histórico error no descubrir, en todas estas manifestaciones de mujeres, así como estudiantes y otras muchas más, las consecuencias inevitables de la lucha de clases, es decir, la lucha por el control económico, ideológico y político del país, entre quienes todo lo tienen, que detentan toda la riqueza y el poderío del mismo, y quienes nada tienen, salvo su voto y su fuerza de trabajo.

En abono a esta afirmación diré, que me cuento entre quienes sostienen el carácter netamente científico del origen de la familia, y, por lo tanto, del importantísimo e insustituible papel que la historia, desde la antigüedad, le ha reconocido siempre a la mujer como promotora y - hasta ahora -, única reconocida como generadora de la vida de todo ser humano. No es posible ni admisible, salvo por una perturbación psicológica o alguna patología, que el ser humano, varón, mujer o lo que sea, sienta el instinto de atentar contra la vida del género que le da existencia. Desde que el ser humano es concebido, lo primero que hace es comerse literalmente a su madre. ¿Cómo puede un ser, por puro instinto, atentar contra la vida misma de su propia comida y sustento? El problema comienza cuando el nuevo ser tiene contacto con la sociedad en la que le toque convivir.

Traigo aquí en mi ayuda, la obra de uno de los humanistas más grandes y reconocidos del siglo XVIII, me refiero a Federico Engels, un hombre que, como dijera Vladimir Ilich Lenin, "fue después de Marx, el más notable sabio y maestro del proletariado contemporáneo". La obra de Engels se llama: "El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado", cuyo prefacio data del año 1881. Aquí, Engels hace, lo que su entrañable amigo, Carlos Marx, fallecido en 1883 ya no alcanzó: exponer los resultados de las investigaciones del antropólogo y escritor estadounidense, Lewis H. Morgan, fallecido en 1881, y en cuya obra, "Ancient Society" expuso a su modo, la teoría materialista de la historia.

En su obra, Engels, tratando de explicar la fase histórica de la humanidad llamada "matriarcado", en lo que él llamó "La familia sindiásmica" escribió: "Pero la economía doméstica comunista significa predominio de la mujer en la casa, lo mismo que el reconocimiento exclusivo de una madre propia, en la imposibilidad de conocer con certidumbre el verdadero padre, significa profunda estimación de las mujeres, es decir, de las madres. Una de las ideas más absurdas que nos ha transmitido la época de la ilustración del siglo XVIII es la opinión de que en el origen de la sociedad la mujer fue la esclava del hombre." Y cita en su obra como testigo, a Arthur Wright que fue durante muchos años, misionero entre las tribus de iroqueses-senecas, quien afirma así: "[...] Las mujeres constituían una gran fuerza dentro de los clanes (gens), lo mismo que en todas partes. Llegado el caso, no vacilaban en destituir a un jefe y rebajarle a simple guerrero". Y por esto mismo - digo yo -, no había, por donde se le vea, la existencia del temido "feminicidio", lacra social que apareció mucho después con el empoderamiento las clases dominantes.

Más adelante, Engels refiere que con la domesticación de animales y la cría de ganado, así como la aparición de la esclavitud, se dio un súbito incremento de la riqueza material de la sociedad antigua, ahora en manos de la "familia monogámica"; en la obra se dice: "Convertidas todas estas riquezas en propiedad privada de las familias, y aumentadas después rápidamente, asestan un duro golpe a la sociedad fundada en el matrimonio sindiásmico y en la gens basada en el matriarcado." ¡Ojo!, fue el incremento súbito de la propiedad privada lo que acabó con el matriarcado. Sigamos: "El derrocamiento del derecho materno [a causa del incremento de la propiedad privada] fue la gran derrota histórica del sexo femenino en todo el mundo. El hombre empuñó también las riendas de la casa; la mujer se vio degradada, convertida en la servidora, en la esclava de la lujuria del hombre, en un simple instrumento de reproducción. Esta baja condición de la mujer, que se manifiesta sobre todo entre los griegos de los tiempos heroicos, y más aún en los de los tiempos clásicos, ha sido gradualmente retocada, disimulada y, en ciertos sitios, hasta revestida de formas más suaves, pero no, ni mucho menos, abolida." Y hoy – digo yo -, en pleno siglo XXI, muchas mujeres podrían atestiguar sin faltar a la verdad, que esto, que se dijo hace 139 años, sigue siendo totalmente cierto, y prueba de ello es también, el reclamo principal de las mujeres que protestaron el 8 y 9 de marzo.

Terminemos: "Esta forma de familia [patriarcal, nacida con la propiedad privada] señala el tránsito del matrimonio sindiásmico a la monogamia. Para asegurar la fidelidad de la mujer y, por consiguiente, la paternidad de los hijos, [es decir, la legitimidad de los herederos], aquella [es decir, la mujer] es entregada sin reservas al poder del hombre: cuando éste la mata, no hace más que ejercer su derecho." Hasta aquí la cita. ¿Se puede ver ahora, de dónde nace la violencia contra la mujer?, ¿Se entiende que el problema en lo fundamental, no es una lucha entre sexos, sino una lucha entre clases sociales? La sociedad se volvió machista no por el empoderamiento de los hombres, sino, como dije, por el empoderamiento de la propiedad privada.

Finalmente digo, que no es sólo contra el hombre como género, contra quien deben manifestarse las mujeres. En lo esencial, los hombres son machistas no porque sean hombres, sino porque son ahora la consecuencia y personificación de la clase dominante, es decir, de la propiedad privada. Organizarnos y acabar con la lucha de clases, es acabar entonces con el maltrato de la mujer y los feminicidios que tanto lastiman a nuestra sociedad. No hay de otra.

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