Los daños causados a la tribu durante aproximadamente 200 años, tienen en la actualidad a los Yaquis, por increíble que parezca, inmersos en el hambre, pobreza, explotación, exterminio y como receptores de aberrantes acciones que se han fraguado en su contra, pero todo lo anterior lejos de amedrentarlos los ha endurecido como legítimos guerreros sonorenses, manteniéndolos en su histórica lucha por el desarrollo económico, productivo, cultural, ambiental y además en la búsqueda de garantizar bienestar social e infraestructura a su comunidad.
La negociación para obtener todo ello, iniciada por los antepasados de los actuales viejos sabios de la tribu, a la fecha no ha sido posible obtenerla de manera justa en un acuerdo y los pocos avances que se tienen, se ven en riesgo a causa de algunos empresarios que ven las posibilidades de explotación de este vasto territorio, el que ahora conocemos como valle del yaqui.
El desgaste físico que tiene la etnia se ha venido incrementando conforme el paso de los años, los pone en otra realidad; sin embargo, su congruente organización social, fuerza comunitaria, estructura institucional independiente, además de nuevas generaciones de hombres y mujeres con clara ideología, les brinda las condiciones suficientes para combatir con gran fuerza y coraje a sus ricos y poderosos opositores, quienes son los que manejan todas y cada una de las herramientas que les brinda el propio estado respaldadas en la ley, para pulverizar a los indígenas de nuestro país; pero el yaqui no es cobarde y su orgullo lo lleva al campo de batalla para declararle la guerra a cualquiera que quiera apropiarse de sus tierras o bien de explotarlas sin beneficios para la tribu.
La lucha no se trata sólo de un conflicto agrario o por el agua, como a simple vista se ha tratado de manejar por el gobierno del estado, si no que esta lucha tiene esencia y espíritu, ya que se trata de una relación que todo yaqui tiene con su tierra, con su agua, con su cielo, con su flora y fauna, la conexión que nuestros indígenas sonorenses tienen con su territorio es asombrosa y digna de admiración, orgullosos defensores de lo que les pertenece y bárbaros con aquellos que se lo quieren arrebatar; un yaqui no olvida, no pierde, no calla, no obedece a gente que lo quiere manipular, todo ello se toma como arma para cuando se trata de confrontar a esos ricos nacionales o extranjeros que vienen a robar la riqueza de Sonora, protegidos por la ley, pero aún más cuando esos ladrones, quieren hurtar lo que pertenece a los yaquis.
Las tierras de los Ocho Pueblos Yaquis en el Estado de Sonora, continúan siendo explotadas por los grandes capitales, beneficiándose solamente estos inversionistas, dejando a un lado toda posible negociación que brinde desarrollo a dichas comunidades, lo cual indigna justificadamente a todo miembro de esta tribu.La injusta repartición de riqueza y las violaciones a la ley de la que son objeto tienen en pie de lucha a cada yaqui de la región.Está claro que las negociaciones por la servidumbre de paso de las instalaciones prioritarias como la Carretera Federal México 15, las vías del ferrocarril, la fibra óptica de telecomunicaciones, el acueducto Yaqui-Guaymas, el Gasoducto de Sonora, el Oleoducto de Pemex y las torres de conducción de energía eléctrica de la Comisión Federal de Electricidad, son prioridad para obtener los recursos suficientes que los llevaría a un desarrollo en todo los sentidos, pero para ello los empresarios deberán compartir las ganancias que todos estos negocios les producen y mismas que por su ideología individualista contrasta con la ideología social que tienen firmemente arraigada en la comunidad yaqui.
Las posibilidades de negociar con un nuevo grupo de supuesta izquierda que ahora se encuentra en el poder, se les planteó en el momento que a estos últimos les convenía el voto de toda esta comunidad, dando como resultado que la 4T recibiera todo el apoyo de este grupo étnico, pero como todo pecado trae consigo la penitencia, ahora reciben el mismo trato como todo el pueblo pobre de México: sumidos en la miseria y en el olvido, sus anhelos de desarrollo nuevamente se vieron utilizados por gente sin escrúpulos y oportunista, dejándolos con una mano adelante y la otra atrás.
Hasta el momento no se ha informado de avances en las negociaciones entre las autoridades Estatales, Federales y con la Guardia Nacional, dejando nuevamente sin posibilidad de solución a un grupo étnico de nuestro territorio sonorense, el cual por décadas sólo se ha limitado a observar cómo el desarrollo pasa por sus tierras, mientras ellos siguen en condiciones de pobreza extrema, hambre, enfermedad y una flagrante violación a sus derechos, decretos, acuerdos y convenios firmados con grupos gubernamentales del pasado.
Los yaquis son firmes ante su ideal, basado en una propiedad colectiva e indivisa sobre sus tierras, agua, flora y fauna dentro de los límites de su territorio y así como la autonomía de su propio gobierno, dejando muy en claro que como sonorenses tienen la obligación de fomentar la unión fraterna, la organización como pueblo humilde, una lucha como un solo hombre frente al opresor, ya que la conjugación de estos factores elementales en toda sociedad, les brindará una fuerza equiparada a la que tiene su poderoso adversario, pero que al tener como cabeza a líderes legítimos que otorguen su propia vida por la defensa de los interés sociales de su comunidad, los pondrá en un contexto de lealtad a la sangre que los une como hermanos de clase, todo ello nos hace reflexionar por lo que cada vez que escuchemos hablar de nuestros indios yaquis, adoptemos el tema con respeto, comprensión, tolerancia y de ser necesario cumplir con cabalidad el fragmento del Juramento Yaqui: "Nada te causará temor, todo ha terminado para ti, excepto una cosa: hacer tu trabajo en el puesto a que has sido asignado, ahí te quedarás para la defensa de tu nación, de tu gente, de tu raza, de tus costumbres, de tu religión".
"¿Juras cumplir con el divino mandato?". Agacho mi cabeza y respondo: "Ehui" (Sí)
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