Siendo oriundo de la sierra madre de Chiapas, del último municipio que, en sus fronteras, rosa con Guatemala y donde la pobreza es apenas soportable por su clima y el calor de la gente que ahí habita, despertándose a diario con el canto de cotorras para que los hombres vayan al trabajo; era ya de por sí, difícil encontrar los mecanismos para lograr una educación de calidad.
Gracias al apoyo de mi madre, en 2007 pude ingresar a la Universidad Autónoma Chapingo (UACh), en donde comenzó toda la travesía de mi formación profesional y política. En Chapingo, el ambiente era (lo sigue siendo en buena medida) hostil no sólo con los representantes de Antorcha en la UACh, sino también, hacia afuera, hacia los antorchistas que en Texcoco y el estado habitan.
Existía pues, un “fantasma” que recorría los pasillos de Chapingo para acercar a los jóvenes a una lucha que culminó con el ingreso del ejército a la escuela. ¡Mentiras! Y más ¡mentiras! Pero la historia se encargará de colocar a los grandes antorchistas en el sitio que Chapingo y México entero adeuda, pues la transformación que hoy vemos, se debe fundamentalmente a la gestión del Maestro Aquiles Córdova Morán, pero, como dicen hoy, los más jóvenes: no todos están preparados para esa conversación.
Tiempo después, gracias a la maestra Lirio Dení García, conocí la forma de hacer arte que Antorcha ha planteado, fue así como pude llegar a Puebla a estudiar la Universidad, de la cual egresé en el 2017. Durante mi estadía en la escuela Nacional de Artes de la organización pude, no sólo conocer todos los estados de la república, sino hacerme una idea real de la situación de pobreza que se vive en México, que daña a los más necesitados, pero, sobre todo, que una vida distinta era posible y que, para lograrla, la educación del pueblo era fundamental.
Viví durante ocho años, en la Casa del Estudiante Macuil Xóchitl, albergue estudiantil para todo aquel que quiera no sólo estudiar arte de manera científica, filosófica y práctica, sino también Historia, Economía, Política etc. Basándose en la forma de educar en Antorcha, en todos los albergues encontraremos círculos de estudio de análisis de este tipo. Ahí pude abrazar la lucha de Antorcha con grandes maestros a los que hoy recuerdo con infinito cariño y nostalgia.
Durante mis estudios universitarios, alternaba entre la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, el Conservatorio de Música del Estado de Puebla, el Instituto Macuil Xóchitl y mis tareas políticas, más tarde se nos dio la oportunidad de representar a México y a todos los antorchistas en Cuba, una experiencia enriquecedora pues encontrábamos la prueba material de que, aquel sueño, puede ser posible con la organización de la gente en busca de una revolución real, del pueblo y para el pueblo.
Más tarde pude realizar estudios de posgrado en el Centro Universitario Tlacaélel, graduándome apenas el año pasado y en donde aprendí tanto sobre la forma en que la educación impera en la vida laboral y social del hombre. Todo este avance no hubiese sido posible sin Antorcha y la FNERRR. Sin sus escuelas, sin sus albergues y sin la constante idea de poder educar a la gente más humilde de México, como mis compañeros y como yo. Esta no es una historia de superación personal, sino una de las muchas, muchísimas evidencias, de la forma en la que Antorcha ha cambiado la vida de jóvenes, familias, pueblos enteros y sin esperar recompensa por ello.
Hoy quiero hacer un agradecimiento profundo a todos los maestros, compañeros, amigos que, en el trayecto, han sumado a la preparación política y profesional de quien hoy escribe: un joven que, ha regresado a su estado a trabajar con más jóvenes y poder, a través de la organización, formar con ellos una estructura firme e infranqueable para luchar por atenuar las necesidades de los estudiantes chiapanecos. Gracias infinitas a Antorcha y la FNERRR, a nuestros maestros y a todo nuestro país, hoy estamos aquí, de frente, viendo al futuro que, sin duda, no se veía tan lleno de vericuetos, pero tampoco tan luminoso y esperanzador, tan necesario. Si el presente es de lucha, como dijo el gran Ernesto “Che” Guevara, el futuro, compañeros, el futuro es, deberá ser nuestro. ¡Antorcha y la FNERRR, unidos hasta vencer!
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