La esencial del Estado moderno es la defensa los intereses de las mayorías de nuestro país, que intervenga de manera racional y eficiente en la dirección de la economía y en la justa distribución de la riqueza nacional, velar por el constante mejoramiento de los niveles de vida de la población, que es el verdadero camino para un desarrollo nacional.
El hecho de que un gobernante haya sido elegido en un proceso limpio, transparente, impecable, no garantiza que todo marche sobre ruedas, que los problemas y carencias del país se resuelvan o vayan en camino de serlo y que el pueblo trabajador tenga la seguridad de que el paraíso prometido en la campaña es sólo cosa de tiempo, de esperar sentado a que lluevan las ayudas.
Por eso, no debemos perder de vista el programa de trabajo de un candidato a cualquier cargo público, estudiar las ideas principales del partido que lo postula; analizar el contenido concreto del discurso del candidato.
La democracia es el derecho que todas las fuerzas políticas, partidos y corrientes de opinión tienen para participar en la vida pública de la nación y para luchar por el poder, que es la razón de ser de toda fuerza política, siempre y cuando respeten el marco legal vigente; la democracia es la libertad que los mexicanos tenemos para votar y llevar al poder a quien creamos tenga las mejores intenciones.
Para que la democracia funcione correctamente, tiene que fundarse en un sistema de pesos y contrapesos, que se vigilen unos a otros y neutralizar los excesos, impedir que uno de ellos abuse y evitar el camino a una dictadura. En pocas palabras, la experiencia nos aconseja que, nunca y bajo ninguna circunstancia, se debe permitir que se concentre todo el poder en una sola persona o grupo, porque se corre el riesgo de que se imponga por la fuerza sobre la misma sociedad que lo encumbró.
Por lo anterior, es claro que México requiere y necesita, para vivir en paz y progreso continuos, es que nunca más el poder de la nación vuelva a quedar en manos de un solo hombre, por buenos e inofensivos que nos parezcan sus propuestas, de lo contrario, volveremos a padecer los mismos errores de nuestro pasado reciente. Pueblo que olvida su historia, está condenado a repetirla. Lo que necesitamos es un sistema de partidos equilibrados, competitivos, capaces, todos, de convertirse en una opción responsable de gobierno. De esta manera, el partido gobernante evitará abusar del poder y convertirse en verdugo de quienes lo eligieron.
Este año tenemos elecciones muy importantes en el país que marcarán el resto del actual sexenio, si morena conserva la mayoría en la Cámara de Diputados, el presidente continuará con más fuerza la desaparición de instituciones y la demolición de la estructura del gobierno y como consecuencia un mayor retroceso social y económico. Ante esta situación, no basta con esforzarse por derrotar a morena y alcanzar la mayoría de la Cámara de Diputados, con candidatos surgidos del pueblo y que de manera urgente propongan un proyecto de país que procure el crecimiento y desarrollo económico sostenidos y con equidad y justicia social para todos, pero principalmente para los millones de marginados del campo y la ciudad.
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