El próximo 10 de abril se llevará la consulta para la revocación de mandato, promovida por el mismo presidente, Andrés Manuel López Obrador, y su partido de Morena, para que, según él, el pueblo decida democráticamente si sigue o no en el cargo para el que fue electo por seis años y que, según la Constitución mexicana es un cargo de elección popular irrenunciable.
Esta revocación se da dentro del contexto de una severa crisis económica, de seguridad y de salud pandémica en México. También en una aparente crisis política por el conflicto y ataques de López Obrador en contra del Instituto Nacional Electoral (INE), al cual ha calificado de ser instrumento de los conservadores. La pregunta que debemos hacernos los mexicanos es si esta consulta es un verdadero acto de democracia, y de no ser así ¿qué persigue en realidad AMLO con ella?
Lo que busca el presidente no es otra cosa que utilizar este ejercicio democrático para tomar oxigeno rumbo a las elecciones de 2024, ya que su gobierno está desacreditado tras implementar una política económica y social ineficaz para atender los grandes problemas que aquejan al pueblo trabajador.
El gobierno de López Obrador ha sido un fracaso para sacar al país de la crisis económica: aumentó del desempleo, la inflación está elevada, hay decrecimiento en la inversión pública y privada. Busca hacer propaganda al gobierno de la autodenominada 4T para fortalecerlo y, de esta manera, seguir ejerciendo el poder de una forma despótica y sin que nadie se le oponga: ni individuos, ni organizaciones, ni instituciones contrarias a su forma de ejercer el poder. Para ello, utiliza todo el aparato de Estado y los recursos económicos de los que éste dispone.
Pruebas de que es una consulta de Estado, sobran. Primera prueba: ha atacado una y otra vez al INE por ser independiente y no someterse a sus designios, a éste le recortó su presupuesto de cerca de 5 mil millones de pesos, a pesar de que tiene que organizar 6 elecciones para renovar gubernaturas y la consulta de revocación. La cuartada está muy clara: si la consulta no sale como el dictador quiere, entonces, el culpable será el INE y tendrá motivos para seguirlo desacreditando.
Segunda prueba: para ser aprobada la consulta de revocación de mandato era requisito reunir 2,8 millones de firmas que la solicitan y avalaran. Pues bien, de la noche a la mañana apareció la organización denominada “Que Siga la Democracia” y como por encanto de bruja entregaron, imagínese amigo lector, ¡3 millones de firmas! Una verdadera hazaña en tiempo record. ¿De dónde salió tal cantidad de firmas? Muchas de las copias de credenciales que acompañaban las firmas son de gente ya fallecida o que ya no eran vigentes.
Tercera prueba: ha aparecido gran cantidad de propaganda, cuyo costo ya sabemos quién sufraga, como espectaculares, lonas, vinilonas, volantes que están prohibidos por la ley electoral, pero a pesar de ello son utilizados para llamar al voto.
Cuarta y última prueba: se ha documentado cómo se presiona a los beneficiarios de algún programa social para que salgan a votar y lo hagan apoyando a AMLO, de no hacerlo así se les quitará el beneficio.
Más pruebas de que esta es una consulta de Estado, la consulta a modo para AMLO y su partido, no puede haber.
No estamos en contra de que se le revoque el mandato a un gobernante mediante consultas; estamos en contra de esta consulta en la que se utiliza descaradamente el poder del Estado y los inmensos recursos públicos de que dispone éste para hacer una consulta amañada, y perversa e inducir al votante para que el resultado sea mantener a un dictador bien identificado, AMLO, que no oye ni ve al pueblo que clama trabajo, mejor salario, mayor seguridad, y en general, mayor bienestar social.
¡No salgamos a votar el próximo 10 de abril! Esa debe ser la consigna de todos los hombres y mujeres que estamos conscientes del objetivo perverso que persigue AMLO y Morena. Mostremos nuestro repudio ante este tipo de manipulaciones que en nada resuelven nuestros problemas.
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