En las reuniones de Consejo Técnico Educativo (CTE) de las distintas zonas escolares en nuestro país, se planea estudiar los nuevos parámetros y características que ofrece el nuevo modelo educativo, sin embargo, el trabajo que se realiza en los CTEs, se encuentra limitado debido al desconocimiento no sólo de los nuevos contenidos del programa sino del modelo en su totalidad porque ¡Aún no se ha culminado!
La creación de un nuevo modelo educativo debería corresponder a un estudio real, sistemático, objetivo y congruente de las condiciones en las que se encuentran los distintos Centros Educativos, pero, sobre todo, de la comunidad estudiantil, es decir, saber qué es lo que se debe enseñar, cómo y de qué manera. Esto no es un asunto novedoso ni un remedio que haya aparecido de forma milagrosa delante de nosotros, sino algo conocido casi como un convenio general.
Todos sabemos que, para aplicar un verdadero remedio para una enfermedad, es más importante conocer cuáles son las características de la enfermedad y cómo se manifiesta en el organismo incluso antes de saber de qué manera actúa el medicamento.
Dentro de los elementos que han limitado una educación de calidad, para Álvarez de Sayas, manifiesta como uno de los puntos más importantes el cambio de modelos educativos obedeciendo al dicho “abajo lo viejo, arriba lo nuevo” correspondiendo únicamente a un cambio de gobierno y no a un cambio en las circunstancias y condiciones reales del momento en el que se está viviendo. Es decir, parece que el modelo educativo sólo obedece a los nuevos detentores del poder político y no a la comunidad estudiantil. Esto es en efecto.
También hay que entender que, nuestra estructura social, tiene que obedecer por fuerza, en su nivel superestructural a quienes tienen el poder económico en el país, es por tanto que la superestructura en su nivel ideológico hace perpetuar las condiciones de explotación que hacen que el hombre no pueda potenciar todas sus habilidades. Es entonces, en donde la teoría de Zayas cobra sentido pues, se materializa que cada cambio en el poder hace que su interpretación de educación se materialice desde la silla presidencial.
Siguiendo con el ejemplo del principio de este escrito, es la experiencia la que habla, pues es cierto, el cambio real que existe en la Nueva Escuela Mexicana, atiende a enaltecer la figura de la 4T como una llegada cuasi mesiánica al poder, preponderando las obras magnánimas y más que útiles. ¿Por qué?
Un modelo educativo real debería atender a las necesidades de los estudiantes y no como estandarte de la lucha ideológica para permanecer en el poder, no hace mucho, a la maestra Leticia, titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), se le criticaba el desconocer cómo se aplicaría el nuevo modelo educativo en función del aprendizaje en habilidades matemáticas de un niño de segundo año de primaria, la respuesta fue un perpetuo silencio que culmina con la frase “no podría explicarlo en este momento”.
A la maestra le faltó decir que ni en este ni en ningún otro, pues el modelo, en realidad, ni siquiera está concluido, y parece dejarse ver que, como las obras de la 4T se quedará incluso también.
El mal manejo durante la pandemia, la renuncia a órganos evaluativos nacionales y ahora, la aplicación de un modelo careciente de orden, de intención e inconcluso son testigos fieles de cuánto le interesa la educación a los responsables de los órganos estatales que deberían procurar la masificación de una educación de calidad para todo el pueblo de México.
Aquí, nuevamente entra una interrogante válida, pues ha sido una constante en el caso de la 4T, ante las elecciones venideras y el destape de los aspirantes a diputaciones, gubernaturas y alcaldías, sin dejar atrás a la silla presidencial ¿qué hará la 4T?, ¿dejará de meter mano en lo que permite perpetuar su poder y se dedicará a atender las necesidades educativas del país? O se sumará a las magnánimas obras de aquella refinería sin petróleo, el aeropuerto sin aviones y el tren maya sin vagones… algo así como ¿una educación sin modelo? Usted, lector, tiene la última palabra.
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