Los desastres naturales como los huracanes provocan destrucción, y si son acompañados por lluvias pueden provocar inundaciones que afectan la vida de algún pueblo o ciudad. En nuestro pequeño estado, Nayarit, por su ubicación geográfica, este tipo de sucesos ocurren cada año; no podemos olvidar el huracán Willa, que en 2018 provocó inundaciones y más gravemente en Tuxpan y en las comunidades cercanas al rio San Pedro. Miles de familias lo perdieron todo.
En octubre de 2022, de nuevo un huracán hizo estragos en la costa nayarita, ahora fue Roslyn que con rachas de viento de 200 kilómetros por hora, golpeó severamente los municipios del norte como Santiago Ixcuintla, Rosamorada, Ruiz, Tuxpan, Tecuala y Acaponeta y afectó con lluvias desde la zona serrana; la agricultura, la ganadería y sin dejar de lado al sector pesquero, lo perdieron todo.
Quiero expresar, más en concreto, lo que sucede con los pescadores. En una visita a la comunidad de Boca de Camichín, en el municipio de Santiago Ixcuintla y platicando con ellos, nos pudimos percatar de las enormes dificultades que tienen para sobrevivir. No todos los pescadores pertenecen a una cooperativa, lo cual los deja en desventaja al momento de querer vender su producto; la mayoría no es poseedor del equipo con el que trabaja, o sea que sólo cuentan con su fuerza de trabajo y, además, entregan al comprador en la orilla del mar su producto a un muy bajo costo, 60 o 70 pesos el kilo dependiendo si es pescado, ostión, y el comprador puede venderlo frente a los pescadores 30 o 40 pesos más elevado el costo, ¿por qué? Porque los pescadores no son dueños del equipo de trabajo.
Definitivamente, lo que les pagan les alcanza sólo para sobrevivir y eso no les compensa las enormes dificultades a las que se enfrentan mar adentro. Hay muchas historias de pescadores que naufragan o pierden la vida porque estar en el mar es un trabajo difícil y además, mal pagado.
Todo esto nos pone en contexto con lo que pasa cada temporada de huracanes. Sucede el desastre y los gobernantes van, recorren el lugar, hablan con la gente y hacen promesas que no se cumple o se cumplen a medias, así sucedió de nuevo esta ocasión. Los pescadores perdieron las lanchas que quedaron destruidas, los motores se perdieron, las redes y las condiciones del mar también cambiaron por la lluvia; toneladas de ostión se perdieron y con ello la posibilidad de tener trabajo y una entrada de dinero.
No hay apoyo para los pescadores, lo mencionan los pescadores y lo corroboramos con la información dada por Juan de Dios Fernández, presidente de la Federación Ribereña, pues hace énfasis en el olvido en que está el sector pesquero por parte de la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) y la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), ambas secretarías que deberían estar preocupadas por mejorar la situación de los pescadores.
El Gobierno federal y estatal está dejando que al pueblo se le olviden las promesas hechas y la obligación que tienen de responder y ayudar a quienes se quedaron sin nada ante la fuerza y el desastre causado por el huracán Roslyn. No es justo que haya un gobierno que ante los medios de comunicación hable de felicidad, desarrollo y progreso cuando los pescadores son un clarísimo ejemplo de que no es así; el gobierno morenista está fallándole al pueblo y eso es lo que necesitamos cambiar.
Hago un llamado enérgico a los pescadores de Boca de Camichín y a todos ellos en cualquier lugar que se encuentren, no sólo pescadores que trabajan en el mar sino también a los pescadores que trabajan en presas, lagunas, para que se sumen a la lucha con el Movimiento Antorchista y exijamos juntos que los apoyos lleguen y que poco a poco logremos una vida más justa para todos.
A los nayaritas, amigos y antorchistas, que puedan leer este pequeño escrito, también los invitamos a unirse a la lucha por un mundo mejor que hoy más que nunca es posible y necesario.
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