MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Poner en pie a Acapulco

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El desastre natural que representó el huracán “Otis” para el pueblo de Guerrero, dejó a su paso decenas de miles de damnificados, y quién sabe cuántas víctimas fatales (no creo, y la gente que lo vivió dice que no fueron 48 sino más). Debería hacernos reflexionar acerca de qué podemos hacer para ayudar ahorita a los afectados, mm; algunos perdieron literalmente todo, pero también lo que podemos hacer para que en el futuro este tipo de trances sea menos doloroso.

Evitar los huracanes no se puede; al contrario, todo parece indicar que debido a la acción del hombre, que ha desajustado a la naturaleza, los desastres naturales como este serán cada vez más frecuentes, mayores y más desastrosos.

Por lo pronto así sucedió con “Otis”, que es el primer huracán en la historia de nuestro mundo (o por lo menos de la que ha vivido la humanidad) que evolucionó en menos de doce horas (normalmente tardan varios días en este proceso) de tormenta tropical al poderoso y mortal categoría cinco que era cuando golpeó a Guerrero. Los científicos, se dice, quedaron sorprendidos, estupefactos, pero no se inmovilizaron; emitieron a tiempo y a quienes debían las correspondientes alertas. 

Ya no hay duda de que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) fue notificado por el Centro Nacional de Huracanes (NHC), con claridad y urgencia del peligro, de su magnitud, y que se dirigía a Acapulco, con por lo menos siete horas de anticipación.

¿Sabe usted amable lector, qué dice el protocolo de huracanes cuando se trata de uno de categoría cinco? Los encargados de Protección Civil (hasta el más novato asistente) si saben, y el Presidente también: “Categoría 5, Catastrófico; viento mayor a 255 kilómetros por hora; marejada de tormenta, mayor a 5.5 metros; daño severo a ventanas y puertas, daño extensivo a techos de viviendas, edificios industriales y edificaciones pequeñas. Daño significativo a pisos inferiores en toda estructura a menos de 5 metros sobre el nivel del mar y a 500 metros de la costa.Se recomienda evacuación hasta seis km tierra adentro.”: NHC.

Sí, siete horas son muy poco tiempo, pero una eternidad cuando AMLO decidió no hacer nada y esperar a que el huracán agarrara desprevenidos a los guerrerenses. En esas siete horas algo se podía hacer para que la gente se preparara y, tal vez, se hubiesen salvado algunas vidas de las que se perdieron por desconocimiento del peligro. Así, hasta los minutos contaban. Pero AMLO publicó solamente un tuit y se fue a dormir.

¿Cómo entenderlo?, ¿por qué no avisó a la gente?, ¿por qué no se comunicó a radios y televisoras locales y nacionales para encadenarlas con un mensaje urgente de advertencia?, ¿por qué no usó para algo útil y urgente sus grupos de redes sociales, con el objetivo de que los pobladores en peligro lo supieran?, ¿por qué no movilizó a todos bajo su mando para hacer algo por el pueblo en peligro?, ¿por qué no exigió a la gobernadora Evelyn Salgado, militante de su partido, hija de su compadre y casi hermano carnal, que se trasladara a Guerrero y tomara medidas?, ¿por qué no exigió a la Directora de Protección Civil, y al Secretario de la Defensa (AMLO es el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas) que movilizaran a sus estructuras en el estado y nacionales para hacer algo ANTES para proteger a la gente?, ¿cómo se pudo ir a dormir tranquilo sabiendo lo que iba a pasar?

Él mismo ya ha dicho que estuvo a punto de hacer un tuit más “fuerte”, diciendo que “viene cañón”, pero decidió que así estaba bien. El protocolo recomienda evacuar a la población hasta 6 km tierra adentro; pero él solamente sintió el escrúpulo entre llamarle “cañón” o no. Sus declaraciones parecen, valga el atrevimiento, las de un enfermo mental.

Lo que se debió hacer inmediatamente es mover todo su poder para alertar a TODOS usando todos los medios de comunicación y hacer que los habitantes en peligro entendieran el tamaño del peligro y que era inminente. Las personas no están locas; habrían hecho lo que pudieran, estando advertidos, incluso si no había tiempo de improvisar albergues (en siete horas algo se podría hacer si se tuviera la intención y la preocupación por la gente), alguna de todas las desventuradas muertes se pudo haber evitado.

Pongo un ejemplo: Los dueños de embarcaciones y yates pagaron hasta mil pesos a sus trabajadores para que cuidaran su embarcación durante el meteoro.

El protocolo recomienda evacuar a la población hasta 6 km tierra adentro; pero AMLO sólo tuiteó y se fue a dormir. Sus declaraciones parecen, valga el atrevimiento, las de un enfermo mental.

Es cierto que hay personas de las clases privilegiadas que se creen efectivamente superiores; hay unos verdaderamente desalmados, que desprecian a la gente humilde bajo su subordinación, pero yo le aseguro que NINGUNO lo habría hecho así, de saber con claridad que se trataba de un huracán categoría cinco. No cometerían el error de enfrentar lo inevitable cargando a su conciencia, además, la muerte de ese trabajador, que era segura.

Si no todos, la mayoría de ellos no lo habría hecho; y, luego, la mayoría de esos trabajadores, si no todos, estarían hoy vivos, asustados y sin casa, pero vivos. ¿Alcanza usted a ver lo perniciosos y desgraciado que es para el pueblo cuando un presidente es incapaz, indolente, irresponsable y necio?

La ayuda llega, tarde, incompleta, insuficiente y entorpecida más todavía por ese afán de AMLO de hacerle creer a todo mundo que él es el bueno, que no hay mejor mexicano que él en todo el país (ni mejor humano en el mundo), y que todos los demás son miserables pecadores no merecedores de su atención siquiera, y ¡hay de aquel! que se atreva a poner en tela de juicio el suyo.

Él es “el guía, el líder, el testigo, el libro, el poema, el que siempre marca la ruta". Hoy, el “hijo del maíz y del rayo restaurador”, el que “será historia y leyenda” hizo que un huracán categoría cinco se volviera y fuera aún más destructivo y mortal. Esa hambre, esas enfermedades, ese dolor, esas muertes son de AMLO y sus cómplices.

Nada hicieron, pues, antes del monstruoso evento, dejaron a la gente a merced de “Otis”. ¿Y después? Desaparecido el Fonden, no hay recursos disponibles suficientes, y hay que buscarle, porque lo destinado en el presupuesto a estas incidencias no llega ni a 18 mil millones. La ayuda llega tarde, poca como nunca antes (no es el primer huracán en la historia de México), mal repartida y mal organizada; ¡hasta eso echó a perder AMLO y su 4T!

Las calles siguen llenas de lodo fétido por los cadáveres de animales, la gente sigue con hambre, sin agua, muchos sin luz, y las enfermedades de la pobreza, de la falta de higiene (solo que ahora no es en su casa, que ya no la tienen) se propagan, y la angustia se suma a la pérdida de sus bienes.

La Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana había declarado desastre natural en 47 municipios de Guerrero pero después, por instrucciones de quién sabe quién, retrocede a solamente dos. Los otros 45 ya no, y no tendrán, por ello, accesos a los apoyos, aunque “Otis” no se fijó en esos detalles y arrasó parejo. Solamente la visión abarcadora del hijo del rayo pudo ver que ahí no, y los quitó de la declaratoria de zona de desastre natural.

Para rematar este cuadro, que pareciera salido de la mente de El Bosco, los diputados del partido Morena, del Partido Verde ecologista y del Partido del Trabajo, abusaron nuevamente de su ignominiosa mayoría en el Congreso de la Unión y aprobaron (por quinto año consecutivo) sin moverle ni una coma el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), presentado por AMLO. 

Pero en este, AMLO no destina ni un solo peso para atender Acapulco. En las sesiones del Congreso hubo voces un poco más humanas que propusieron corregir esa omisión (es facultad y obligación de los diputados hacerlo), y mover el PEF para destinar recursos a Acapulco, pero la “mayoría” de Morena (¡urge quitarles esa mayoría en cuanto sea posible!), se impuso y se mostró nuevamente como instrumento dócil (más bien enajenado) de AMLO, decidieron no hacer caso, poner orejas de pescado, cara de palo, tragar sapos y hacer maromas más mortales que el mismo “Otis”, para ponerse nuevamente como tapetes de AMLO y sus malas políticas.¿Qué más prueba necesitan los mexicanos (todos, no sólo los damnificados) para ver la verdadera calidad de AMLO y sus secuaces de Morena?

No hay duda de que Acapulco se va a poner en pie, con AMLO, sin él y a pesar de él, como siempre, con la participación de todos los mexicanos. Lo que estaría bien es que todos entendieran que se deben poner en pie como clase consciente de su poder; en pie de lucha.

 

 

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