“Si me engañas una vez, es culpa tuya; si me engañas dos veces ya es culpa mía”. Dicho popular.
Al preguntarnos ¿Por qué las promesas de campaña de la actual candidata de la 4T son las mismas que hizo hace 6 años el actual presidente de la república, aderezadas con la frasecita de “que siga la transformación”?, respondernos que porque son lo mismo, es caer en lo que quieren hacernos creer; porque visto con mayor atención al fenómeno. la verdad es que, tienen que volverlas a repetir porque no las cumplieron, así de sencillo. Y lo peor es que ahora tampoco las van a cumplir, simplemente porque su propuesta de país no es diferente al actual modelo económico y, por tanto, no está en sus preocupaciones resolver a fondo el problema de la pobreza en México, verdadero problema fundamental, que es consecuencia de la inequitativa distribución de la riqueza social que ha abierto la abismal brecha entre ricos y pobres.
Es fundamental que sepan esto las grandes masas empobrecidas, al ser ellas la clase social desposeída de la riqueza que produce su trabajo y porque de ellas depende, sólo de ellas, como bien señala el Materialismo Histórico dialéctico, el cambio real y profundo de esta sociedad en una nueva y mejor para beneficio de todos; hecho que depende más que de su gran número, de la toma de conciencia y organización en torno a sus intereses de clase, antepuestos al mezquino interés individualista de cada sujeto aislado que nunca podrá conducir a la mejora sustancial de las condiciones de vida del conjunto.
Un individuo, se dice, sólo adquiere trascendencia histórica cuando representa los intereses de las grandes masas, es decir, de la sociedad en su conjunto. Porque las grandes transformaciones las hacen las masas no los individuos aislados por buenas intenciones que los alienten. También se sabe que las reformas graduales, sin la debida y profunda reflexión política, llevan al conformismo de las masas explotadas al hacerles menos penosa la carga y, por tanto, más soportable su condición bajo el capitalismo que, como sistema económico, no puede escapar a su naturaleza explotadora de la fuerza de trabajo ajena.
Por eso los pobres no deben esperar en estas próximas elecciones un cambio mágico a su condición de pobres, gane quien gane en el país, pues bajo las actuales condiciones a lo más que pueden aspirar es, quizá, a algunos cambios cosméticos, mediatizadores, como el que ahora gobierne una mujer; o quizá más apoyos en ayudas de transferencia directa para que puedan seguir arrastrando su penosa vida de miseria. Pues, para que dejen de ser pobres se necesita, como mínimo, una política económica que evite el excesivo e irracional crecimiento de la concentración de la riqueza en pocas manos, como ya la propuso hace años el Movimiento Antorchista, con una serie de medidas concretas que redistribuyan más equitativamente la renta nacional: Empleo para todos los mexicanos en edad y condiciones para realizarlo; el pago de salarios verdaderamente remuneradores que alcancen a cubrir todas las necesidades de la familia obrera; una recaudación de impuestos progresiva en que los que más tienen, paguen más; una reorientación del gasto público, con la que se invierta más en la solución de las demandas y necesidades reales de las mayorías empobrecidas del país.
Pero para eso, más que un cambio de gentes o partidos en el poder, está claro que se necesita un cambio de clase social en el poder. Pues está visto que la clase dominante actual, en el país y en el mundo, ya nada tiene que ofrecer a las masas trabajadoras si no es más sufrimiento y miseria, como las ya cotidianas crisis de salud, de seguridad, de economía, y hasta de agua como la que estamos padeciendo.
Es hora de que el pueblo, los trabajadores, volteen a ver y darse cuenta de que no están solos, de que sí existe su organización política, el Movimiento Antorchista, y de que es necesario que se aglutinen en torno suyo para alcanzar el triunfo por un mundo nuevo, por una sociedad nueva, por una patria más desarrollada, más próspera, pero también más solidaria, justa y equitativa con todos los mexicanos. Tenerlo claro, es el primer paso en este sentido. El resto, es poner manos a la obra.
PD. Mi sincera felicitación y solidaridad con las mujeres en su jornada de lucha por la conmemoración del día internacional de la mujer, sin dejar de recordarles que, el problema de la opresión no es, fundamentalmente, de género, sino de clase social.
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