Partimos de la premisa de que los ciudadanos eligen a sus gobernadores de manera participativa democráticamente otorgándoles la confianza y la encomienda de manejar los recursos públicos de todos los ciudadanos mediante la administración del gobierno de la entidad, con la esperanza de que habrán de emprender las acciones necesarias para velar por los intereses supremos del pueblo y garantizarle las condiciones de seguridad, educación, certeza jurídica, alimentación, paz social y servicios públicos a toda la población, este es el mandato al que están sujetos y obligados que, por sobre todos los intereses particulares, deben cumplir.
En este marco y con esa ineludible encomienda fue electo, ya hace cinco años, Carlos Joaquín González, que hoy tiene las riendas, para bien o para mal, de los destinos de los ciudadanos de Quintana Roo, entidad mundialmente reconocida por sus bellezas naturales y por su pujante economía basada en la prestación de servicios de turismo.
Al respecto, este próximo 9 de septiembre, el primer mandatario del estado deberá rendir ante el Congreso del Estado, su 5to informe de gobierno, aunque se prevé que sólo será la entrega del documento y que Carlos Joaquín envíe un mensaje a los ciudadanos de los supuestos “logros” que se han tenido en el penúltimo año de su administración.
Será interesante en verdad escuchar lo que el titular del Poder Ejecutivo de Quintana Roo dirá a los ciudadanos que gobierna; los quintanarroenses esperan oír lo que se ha hecho en su gestión en cuanto las labores de gobernanza o gobernabilidad, en seguridad, orden público, y paz social, así como desarrollo económico y social, porque estas han sido y seguirán siendo las principales demandas de la gente. Que no haya desorden y que haya que comer, para poder gozar de una vida digna y de calidad.
Está establecido que una de las funciones del gobernador del Estado es celebrar convenios con la Federación, con los municipios y con particulares, respecto de la prestación de servicios públicos, cuando el desarrollo económico y social lo haga necesario, lo anterior con la finalidad de atender, de la mejor manera, los problemas y las necesidades que pudiera presentarse en la entidad con sus habitantes.
Recordemos que hace 5 años los quintanarroenses vieron en Carlos Joaquín González a la persona ideal para conducir los destinos de la entidad; de esta forma confiaron en su capacidad para hacer frente a los retos que significa manejar los recursos económicos, orientar el rumbo de las políticas públicas de la entidad y la enorme responsabilidad de garantizar el bienestar de los más de 1.8 millones de ciudadanos que habitan el estado.
Cabe resaltar que, en ese entonces, tenía un gran liderazgo democrático que le daba legitimidad, respaldo popular y credibilidad. Sin embargo, las cosas no han sido nada fáciles para el mandatario, actualmente su popularidad entre los quintanarroenses ha decaído, producto de algunas malas decisiones, de comprobados actos de malos manejos de las arcas públicas y sin duda el no haber emprendido acciones oportunas y adecuadas contra la propagación y el inadecuado manejo de la pandemia de la covid-19 que ha traído letales repercusiones para los quintanarroenses.
La aprobación ciudadana del gobierno de Joaquín González en los últimos años de gobierno ha ido a la baja. Hay la sospecha de desvío de recursos, de tráfico de influencias, de amiguismos y compadrazgos, en tanto que la ciudadanía enfrenta la más severa crisis económica y de salud pública de la que se tenga memoria. Por eso genera expectativa el poder escuchar lo que informará Joaquín González en torno a su 5to año de gobierno; al respecto, la ciudadanía, esa que pidió de muchas formas ayuda cuando se le pidió quedarse en casa ante el embate de la pandemia y que no recibió siquiera una modesta despensa, estarán al pendiente si dirá verdades o mentiras.
Asimismo, los miles de ciudadanos que quedaron desempleados y que enfrentan problemas para conseguir el sustento diario para sus familias, también estarán al pendiente como también los micros, pequeños y medianos empresarios que nunca recibieron el respaldo del gobierno del Estado para aguantar los embates de la crisis y que los llevó, primero al despido masivo de trabajadores y después al cierre de sus negocios.
De la misma manera, los prestadores de servicios turísticos, los hoteleros, los restauranteros, los propietarios de bares, cantinas y centros nocturnos a quienes con el pretexto de evitar las aglomeraciones y los posibles contagios se les obligó a cerrar y nunca se les ofrecieron alternativas para tener ingresos económicos que llevar a sus hogares y garantizar la subsistencia y una vida digna para sus familias.
En este ambiente de inconformidad, sufrimiento y dolor de los quintanarroenses, este 9 de septiembre, será entregado el documento del Estado que guarda la administración pública de Quintana Roo y después vendrá el mensaje de Joaquín González, el que se espera sea realista, que proyecte una radiografía real de lo que se padece en la entidad y que ofrezca alternativas, y no lo contrario que sería una mentira, echar las campanas al vuelo y salir con vítores triunfalistas, lo que sin duda le llevaría a perder las pocas simpatías de que aún goza.
Ante estas contradicciones entre las múltiples promesas de un candidato que cristalizó las esperanzas del pueblo ansioso de un buen gobierno, confrontado con los terribles resultados de gobierno actuales informados por las instituciones de evaluación y las mismas dependencias públicas, el gobernador tiene un gran reto y una responsabilidad con la ciudadanía, optar por el estilo ya muy reclamado al presidente Andrés Manuel López Obrador, de manejar las cifras oficiales para pretender engañar con supuestos resultados exitosos, y desconociendo las cifras de los informes que revelan las evidentes condiciones de pobreza, marginalidad, y sufrimiento del pueblo, acreditando los resultados de una administración deficiente.
Al respecto, el gobernador tiene dos opciones, hacer como que no sucede nada y dejarse envolver por los elogios, aplausos y apapachos de sus subalternos ante la presentación demagógica circense de su Quinto Informe de Gobierno, o levantar la cara, mirar de frente a los ojos al pueblo humilde y dolido por los malos resultados para reconocer e informar el estado actual que guarda el estado y la situación en que vive la población principalmente los más vulnerados y marginados para que juntos gobierno y pueblo, retomemos un mejor cauce para conducir al desarrollo de la economía del estado y crear las condiciones de justicia, seguridad, paz y se garantice a todos los ciudadanos una vida digna.
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