En el marco del Día del Niño, muchos padres de familia piensan en los regalos, comidas o paseos junto con sus hijos para festejar la fecha, otros, ni tiempo tendrán de pensar o preocuparse por organizar una fiesta dado que deben trabajar todos los días para llevar los alimentos a casa, y aunque tuvieran tiempo para convivir con ellos no tendrían los recursos económicos. Comer es lo esencial para las familias, y como no va a serlo, si la pobreza en México se ha incrementado terriblemente en los últimos años.
Según datos del INEGI, para el año 2020, sumamos cerca de 56 millones de mexicanos que vivimos en situación de pobreza. De esos mexicanos que viven en esa condición, 23.5 millones tienen problemas de desnutrición y precisamente son los niños los más afectados por su vulnerabilidad e incapacidad para valerse por sí mismos para obtener sus alimentos. Según datos estadísticos, cada 10 segundos muere un niño o niña por enfermedades relacionadas con la desnutrición.
¿Cómo atienden las autoridades federales este problema de desnutrición y muerte infantil? Pues como todo gobierno que se encuentra en sintonía con los dueños de grandes capitales nacionales y extranjeros, de los neoliberales que explotan de manera rapaz a la clase laborante; aplicando la máxima de que vivan los que tengan que vivir, los que sean productivos.
Los niños no son sector de la población mexicana que le interese al Gobierno federal porque no votan ni trabajan. Prueba de ello es el desinterés de las autoridades de salud para vacunarlos contra la letal enfermedad covid-19 provocada por el coronavirus SARS-CoV-2, y no los vacunan pese a que existe un ordenamiento judicial de que sean inoculados. ¿Cuántos niños habrán de morir por esta necedad del Gobierno federal?
Desde el arribo de este gobierno de la 4T, que dice estar a favor de los pobres, lo que ha demostrado en los hechos es lo contrario, sobre todo, afectando a los más vulnerables, a los niños. Hay muertes de infantes con cáncer por falta de medicamentos en los centros hospitalarios, se quitó el apoyo de Prospera que beneficiaba a niños en edad escolar, los comedores comunitarios, también se retiraron los apoyos a las Estancias Infantiles, y lo último, se eliminaron las escuelas de tiempo completo, centros escolares donde los niños recibían educación de calidad y se les proporcionaban alimentos.
Lo peor, a falta de ingresos de los padres por llevar el pan a la casa, por la crisis económica y la galopante inflación que estamos viviendo, millones de niños se han visto obligados a trabajar para apoyar el sustento familiar. En México, 2.1 millones de menores de edad realizan trabajos no permitidos, como labores domésticas en condiciones no adecuadas, según datos del Módulo de Trabajo Infantil del INEGI. Estos niños explotados, llevan a cabo trabajo clasificado como peligroso o con exposición a riesgos, y 800 mil tienen menos de 15 años. Y La tasa de trabajo infantil es casi el doble en las áreas rurales que en las áreas urbanas, lo cual indica que la mayoría de los niños y niñas que trabajan lo hacen en el sector agrícola.
Este es el desprecio hacia clase laborante y de sus pequeños hijos, de un sistema social que privilegia la acumulación de riquezas mal habidas a costa del trabajo, sudor, sangre y vidas de los trabajadores. Y también es el desprecio a la tierna vida de millones de inocentes en México, al futuro de nuestra sociedad.
¿Qué se impone regalar a nuestros hijos en estos tiempos? Hay que regalar nuestro coraje, nuestra indignación por todo lo mal que vivimos; que no nos reclamen el día de mañana nuestros pequeños, la falta de decoro para luchar contra la injusticia social que en estos momentos se ensaña contra esos tiernos corazones que vibran llenos de esperanza. No les matemos sus ilusiones.
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