MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Recordando la obra de Miguel de Cervantes Saavedra “Don Quijote de la Mancha”

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El pasado 29 de septiembre historiadores, biógrafos y amantes de la literatura universal recordaron el nacimiento del gran genio humanista y visionario de su tiempo, Miguel de Cervantes Saavedra, quien nació en la ciudad de Alcalá de Henares, España, en 1547 y murió el 22 de abril de 1616 en la ciudad de Madrid. Aprovecho la oportunidad de escribir acerca de la importancia de leer esta obra, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, que trasmite enormes enseñanzas que aún siguen vigentes en su aplicación para la transformación de nuestra sociedad. Hay mucha semejanza de la sociedad española de aquella época con la situación que vive hoy en día nuestro país.

Durante la segunda mitad del siglo XVI, España sufría crisis social porque el pueblo debía aportar sus impuestos al sostenimiento del imperio, y su sangre al mantenimiento de las guerras internas (especialmente las que se daban contra los moros de Granada) y externas, en el resto de Europa. Y crisis económica porque el ingreso de la plata de América había provocado una violenta inflación de los precios, y las clases pobres españolas, sobre todo los campesinos, no tenían dinero suficiente para comprar lo indispensable. Reinaba una sociedad injusta en la cual solamente los cortesanos, los nobles, el clero y el rey se sentían contentos porque tenían todo lo necesario para vivir; pero las clases populares, los campesinos, los artesanos, los soldados mismos vivían en una espantosa miseria, desangrados físicamente por las guerras y económicamente por los impuestos del imperio y la inflación galopante.

La situación del pueblo español era verdaderamente espantosa y lastimosa. Felipe II gobernaba al imperio de una manera completamente injusta, sin tomar en cuenta los derechos de los pobres ni la miseria en que se debatían las clases trabajadoras. La crisis social y económica se agravó cuando Felipe III ordena, en 1609, la expulsión de los moros de España (300 mil moriscos abandonan el país), esta expulsión agudizó la crisis social porque eran trabajadores, comerciantes, industriosos; eran sostén importante de la economía española. Esta expulsión trajo como consecuencia el agravamiento de la pobreza y la explotación.

La sociedad española estaba profundamente dividida por la injusticia y por los privilegios: por un lado, se encontraba una pequeña minoría acomodada y, por otro, el pueblo trabajador. Las clases poderosas estaban constituidas por el rey, los cortesanos, los nobles, el clero, los caballeros y los hidalgos.

El pueblo lo formaban los campesinos, los artesanos y los comerciantes de bajos ingresos; es decir, una minoría vivía del trabajo y de los impuestos de la gran mayoría que sufría bajo el yugo del imperio de Felipe II y luego de Felipe III. También, en esa época, permeaba la corrupción: los puestos públicos se vendían, la iglesia católica concentraba la tercera parte del territorio y aproximadamente la mitad de los ingresos de todo el país. La justicia solamente se movía como se mueve ahora, por el dinero. Las clases poderosas ostentaban su fortuna y su bienestar de manera insultante ante la gente humilde, que muchas veces ni siquiera tenía qué comer. En esta España le tocó vivir a don Miguel de Cervantes Saavedra. Es importante conocer este contexto social porque solo así se puede entender lo que es y lo que significa la obra cumbre del “Príncipe de los ingenios”, como también se le conoce.

Partiendo de esa realidad que le tocó vivir, es como escribe El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, como algo que le exige su rebeldía personal, por su alto grado de humanismo y su convicción por la aplicación de la justicia. Escribe El Quijote por la terrible situación en la que vivían los pobres de España; por la corrupción, la injusticia, los privilegios y el abuso sobre los desvalidos y menesterosos. Esta obra literaria es una muestra de lo que puede hacer el genio a favor de los humildes, de los desposeídos, de los marginados; porque es una obra que no solamente se ocupa del presente sino de promover la esperanza de un futuro mejor para toda la humanidad y en particular toma partido abiertamente por las clases más desprotegidas de su tiempo.

Por lo tanto, debemos entender que El Quijote es una crítica completa a una sociedad dividida en clases, a la sociedad española de su tiempo. Su idea era acabar con la explotación del hombre por el hombre y se vale del género caballeresco, pues la caballería andante era una profesión esencialmente aristocrática, de gente ociosa, que peleaba sólo por el gusto de pelear, de ganar fama entre las damas y el rey; los caballeros andantes salían a pelear por su rey, por su honor y por su dama. Pero don Quijote no es un caballero andante de ese tipo; se hace caballero, para ayudar a los pobres, a los menesterosos; para deshacer entuertos, para proteger huérfanos y viudas, para amparar doncellas; se hace caballero para hacer justicia en el mundo.

En esta obra, don Quijote se concibe como un hombre que reta a la sociedad de su tiempo, que va a enfrentarla junto con las injusticias, la inmoralidad, la perversidad y la corrupción en todas sus formas. Sus peleas y luchas siempre son en defensa de la verdad, de la justicia y en favor del pueblo desvalido. La sociedad española estaba dividida en dos grandes grupos, el popular (el pueblo) y el aristocrático (los privilegiados). De este último grupo, el escalón más bajo era el de los hidalgos que solo gozaban de dos privilegios: no pagaban impuestos y no podían sufrir ningún tipo de tormento. Los hidalgos como don Quijote no podían usar el “don”, eran hidalgos a secas; él se llamaba Alonso Quijano, nada más.

El primer desafío que le arroja don Quijote a la sociedad española, que se pone el “don” por sus pistolas. Cuando decide armarse caballero se bautiza como don Quijote de la Mancha, es una manera de desafiar a la sociedad de su tiempo diciendo “yo soy ‘don’ aunque la sociedad diga que no”, y segundo, porque de esa manera está dando a entender que ha subido de categoría, se ha transformado, porque ya no es el buen aldeano Alonso Quijano, dedicado a cuidar sus borricos, su pollino, su rocino, a su ama y a su sobrina y se ha convertido en el representante de los pobres de España. Por eso tiene que llamarse don Quijote.

La dama que don Quijote elige como la señora de sus sueños, es una labradora vecina suya, moza de muy buen ver, llamada Aldonza Lorenzo, pero le cambia el nombre por Dulcinea del Toboso, que para él, no es rendirle culto a la persona, sino que para él, Dulcinea significa “su dulce idea” la dulce idea del bien para todos, por eso, ella no es un personaje real, es el símbolo de los ideales de don Quijote.

En esta bella obra, de gran valor universal que nos brinda Cervantes, hay que descubrir su pensamiento profundo, comprenderlo y llevarlo a la práctica. Nosotros estamos viviendo una sociedad muy parecida a la que él vivió en su tiempo, esto pasa en nuestros días, los mexicanos también vivimos en una sociedad dividida en clases sociales, existe la explotación del hombre por el hombre, la pobreza se incrementa más y más, la corrupción continúa, y las injusticias están a la orden del día.

El Quijote es hoy más vigente que nunca, su lección es muy clara, hay que agarrar al toro por los cuernos, el pueblo unido, organizado y consciente debe tomar las riendas de este país para conquistar un México z favor de los menesterosos y desvalidos. Aprendamos las enseñanzas del Quijote, salvemos nuestro país, ahora es cuando, mañana será demasiado tarde.

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