Muchos gobiernos y sus respectivos funcionarios le apuestan a que, dicen, “el pueblo no tiene memoria”. Les he escuchado decir que se olvidan pronto las tragedias y también los servicios recibidos del gobierno en turno; también que no agradece “los apoyos”, que si llega otro personaje con mejor oferta, desdeña a aquel que le acaba de tender la mano.
Olvidan que a ese pueblo, ellos y sus partidos políticos se han empeñado en hacerlo oportunista (cazar la oportunidad para su beneficio) y a tener dispuesto el ánimo al mejor postor.
El pueblo tiene memoria, aunque a veces parezca que los gobiernos apuestan a lo contrario.
Pero el pueblo sí tiene memoria, aunque a veces un poco selectiva: los hechos suscitados el 2 de octubre de 1968 siguen vivos en la mente de los mexicanos, e igualmente la tragedia provocada por el temblor del 19 de septiembre de 1985, la pandemia del covid-19, entre otros acontecimientos.
Hoy quiero recordar aquellos que no fueron de carácter nacional pero que han dejado una dolorosa huella en cientos de familias mexicanas: la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, la explosión de un ducto de Pemex en Tlahuelilpan el 18 de enero de 2019, que dejó 137 muertos, calcinados; la inundación de Tula en septiembre de 2021.
Y quiero traer a la memoria de los hidalguenses dichos acontecimientos para tenerlos presentes como tragedias que pudieron evitarse si las autoridades responsables de hacerlo no se hubieran mostrado omisas, por decir lo menos.
De los 43 de Ayotzinapa se ha dicho y publicado mucho, pero ¿dónde están los verdaderos responsables de su desaparición? De la terrible muerte de vecinos de Tlahuelilpan, ¿quiénes fueron los verdaderos culpables?
El 18 de enero, pero de 2020 escribí: “Hace un año, cuando el país sufría un grave desabasto de gasolina por las políticas erróneas de quien hacía unas semanas había asumido el poder de la nación y que, supuestamente para ‘abatir la corrupción y el huachicol’, mandó cerrar los ductos de Pemex y dejó de pagar la importación de gasolina, se suscitó la terrible tragedia en Tlahuelilpan, Hidalgo, que dejó 137 fallecidos y 200 niños huérfanos, decenas de familias afectadas por la muerte de algún familiar, que en su gran mayoría eran el sostén económico”.
Muchas interrogantes, muchas omisiones y ningún responsable… Y el huachicol sigue galopando en caballo de hacienda.
Me interesa traer a la memoria de los mexicanos esta tragedia, porque ya terminó el sexenio de López Obrador, y el exgobernador Omar Fayad está disfrutando de una embajada en Europa y, mientras tanto, las víctimas en el olvido gubernamental; pero, además, recordemos que la Fiscalía General de la República decidió que la investigación fuera “confidencial” por cinco años.
Ya pasaron los cinco años y, ¿dónde están los resultados de dicha investigación? ¿Dónde están los verdaderos culpables? ¿A quién o a quiénes se sigue cubriendo con el manto protector gubernamental? Y no olvidemos, tampoco, la feroz campaña mediática para estigmatizar y acusar de huachicoleros a las víctimas y esconder así a los causantes.
En relación con la muerte de varios hidalguenses por causa de las inundaciones, insisto: “no debiera nadie tratar de explicar las inundaciones en Tula, Ixmiquilpan, Tlahuelilpan, Tezontepec, Tepeji del Río y Chilcuautla, en Hidalgo, y en Ecatepec, Estado de México, solamente como obra de la naturaleza; no debiéramos ver con tanta indiferencia, y en algunos casos hasta con cierta deshumanización, la terrible muerte de diecisiete pacientes en la clínica del IMSS de Tula, quienes fallecieron asfixiados por la falta de oxígeno (eran pacientes covid) al inundarse el hospital y quedarse sin energía eléctrica. Tampoco debiéramos ser víctimas de tanta manipulación y teatro, porque así, están convirtiendo en tragicomedia lo que es una verdadera tragedia del pueblo”.
La frase “el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla” es una de esas sentencias populares que encierra una gran sabiduría, pues para un país resulta muy difícil evolucionar y construir un futuro mejor si no conoce su historia a profundidad y si no tiene memoria histórica.
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